Refugio Canino ALPA, una historia de arduo trabajo y protección animal
La Institución se creó hace más de 30 años para darle cuidado, abrigo y alimentos a los perros sin hogar. Además de llevar adelante un refugio canino, la institución intenta participar en acciones que protejan a todos los animales.
Inés Suárez es la presidenta de la Asociación Linqueña Protectora de Animales (ALPA Lincoln), una de las instituciones que se encarga de darle abrigo, alimento y amor a los perros que fueron abandonados o nunca tuvieron una familia.
Además de dirigir y participar en todas las actividades de la institución desde hace más de 30 años, Inés tiene diez perros en su propia casa. Amante de los animales y, ante la mirada atenta de sus dos perras más viejitas, la cabeza de ALPA dialogó con Democracia y contó la historia de la institución.
“Nos iniciamos como una entidad de bien público allá por 1989, y así fuimos reconocidos por la Municipalidad de Lincoln. Empezamos a trabajar con distintas ideas junto a gente que incluso hoy sigue participando de la entidad. Hicimos distintas acciones, pero el refugio llegó recién en 1995”, recordó Inés.
Aunque quienes integraban ALPA en aquel momento creyeron que construir un refugio para perros que no tenían hogar era la solución, poco tiempo después confirmaron que en realidad no era tan así. “Al principio teníamos 20 perros, pero luego se fue agrandando la población y llegamos a un tope que era muy difícil de atender”, relató Suárez.
A partir de ahí, se comenzaron a pensar en algunas otras medidas que pudieran ayudar a contener el crecimiento de la población canina. “Nos asignaron algunos veterinarios para poder empezar a castrar. Nosotros íbamos a buscar la anestesia a la Municipalidad y así empezamos con esta nueva idea”, explicó.
Fue recién en el año 2004 cuando se comenzaron a hacer algunas castraciones masivas. “Con un arreglo de un colectivo viejo tirado por un tractor empezamos a recorrer los barrios. Hacíamos el anuncio los días previos y así comenzamos con las campañas de castración”, contó. “Se lograron buenos resultados y pocos años después, la Municipalidad le dio la casilla que usamos hoy en día”.
La rutina en el refugio
ALPA es una institución sin fines de lucro, sin poder político, religioso ni social. “Todos los que vengan a ayudar son recibidos, se necesita mucha gente porque algunos somos grandes”, contó Inés.
“Siempre tuvimos empleados municipales y hoy contamos con cuatro empleados que para nosotros son de oro. Con lluvia, truenos o nieve, siempre trabajan por los perros”, explicó.
Según sus colaboradoras, el refugio “está lo mejor posible”. “Los perros tienen casas altas, con techo y piso de tierra. Lo difícil es que cuando llueve hay barro”, se sincera Inés.
Con respecto a sus tareas diarias, Inés le contó a Democracia que todos los días buscan alimentos en distintas carnicerías, pollerías y panaderías de la ciudad. Por eso, para ellos, son muy importantes las donaciones que la comunidad pueda hacer.
También realizan campañas de concientización y tenencia responsable, así como acciones contra la violencia animal.
“En el 2004, había en el refugio 590 perros sin dueño. Para el 2015, logramos bajar a 195 perros y actualmente hay 150”, explicó Inés. Y agregó: “Hoy el 40% están entre los 5 y los 10 años, el 45% está entre los 10 y los 15 o 16 años y tenemos un 15% de cachorros de entre 2 y 6 años. Todos los perros están castrados y vacunados contra la rabia”.
Cómo ayudar
Si una familia quiere adoptar un perro tiene que contactarse al Facebook de Alpa Lincoln. “Cualquier tipo de ayuda siempre es bienvenida, pedimos alimentos, alimento balanceado, abrigo, colchas y también el que tenga solo tiempo y ganas de ayudar, será bien recibido”, concluyó.