Ilda Castro nació y se crió en Bermúdez, un pequeño pueblo del partido de Lincoln. Allí cursó sus estudios primarios en la Escuela Nº 23 y luego, con siete hermanos y su madre viuda, supo que las cosas no serían fáciles. Cuando cumplió 16 años se mudaron a Morse, a pocos kilómetros de Junín, en busca de un trabajo mejor para solventar los gastos de la familia. Allí conoció a quien, ya de vuelta en Lincoln, se convertiría en su marido y padre de sus dos hijos.
Los días transcurrían trabajando junto a su esposo hasta que, luego de cumplir cuarenta y ocho años, el hombre se enfermó, tuvo que dejar de trabajar, y fue entonces que Ilda redobló los esfuerzos para mantener a la familia y cuidar a sus nietos. “Con su jubilación no nos alcanzaba para comprar los remedios, yo salía en la bicicleta a limpiar casas y aunque yo quería, no podía ir a la escuela nocturna y volver tarde”, cuenta Ilda a Democracia con nostalgia.
En 2003, Ilda enviudó y las horas, los días y los meses comenzaron a ser cada vez más largos. Tiempo después, y con el apoyo de sus hijos y nietos, agarró nuevamente su bicicleta, pero esta vez, con la decisión de cumplir ese sueño que, por los golpes de la vida, había sido postergado: pedaleó veinte cuadras y comenzó la aventura, el primer año de escuela secundaria.
“La vida fue muy difícil para mí, pero agradezco la familia maravillosa que tengo, que siempre me han acompañado”, cuenta Ilda, y agrega, “mi nieto de 19 años sabe mucho inglés y me ayudó, porque era la materia que más me costaba”.
Durante los tres años de cursada en el marco del Plan de Finalización de Estudios Secundarios 2 (FinEs 2), Ilda no faltó ni un solo día a clases. Sin haber usado jamás un teclado y un mouse, se entusiasmó con la materia Informática y se compró una computadora que luego su hijo le enseñó a operar. A partir de ese día, el ordenador le sería útil para revisar traducciones de inglés e investigar. Hoy, Ilda administra su cuenta de Facebook. Le costó matemática pero obtuvo buenas notas y en Lengua y Literatura siempre fue calificada con diez. “Mis compañeros eran como mis nietos adoptivos, los amé, siempre hubo mucho respeto, mucha solidaridad, la mayoría de ellos tienen entre veinte y treinta años, me hacían sentir una más”, cuenta Ilda.
Esta semana se llevó a cabo el acto de colación de los alumnos egresados en el SUM de la Escuela Primaria N° 2 y contó con la presencia del intendente Salvador Serenal; la secretaria de Cultura de Educación, Prof. Marisa Serenal; la inspectora Jefe Distrital, Prof. Teresa Rotelli; y la inspectora distrital de la Modalidad de Adultos, Prof. Verónica Crespo. Del evento participación también cientos de familiares que acompañaron a los 110 egresados que cursaron en las distintas sedes que funcionaron en Lincoln. El momento más emotivo fue cuando Ilda leyó un discurso y recibió su diploma: todos los presentes la ovacionaron y, entre lágrimas, recibió abrazos de todos.
Ilda ya no tendrá que salir al kiosco a buscar las fotocopias de las materias. Ahora, confiesa que su próximo proyecto es estudiar piano. “Mi hija dice que tengo dedos cortos para tocar el piano –cuenta entre risas- pero yo busqué en la computadora y ahí dice que no tiene nada que ver”.
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