Celeste Trotti pediatra de Chacabuco
UNA ELECCIÓN DE VIDA

Celeste Trotti, médica por pasión y vocación: “Desde los seis años quería ser pediatra”

La carismática doctora chacabuquense llegó a ser Jefa de Residentes del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez, pero decidió regresar a su ciudad natal para brindarle una mejor calidad de vida a sus gemelas, Paloma y Sofía. Hoy, asegura que fue “la mejor decisión de su vida”. Una historia llena de perseverancia, esfuerzo y vocación de servicio.

Desde muy chica, Celeste Trotti tenía en claro qué quería estudiar. Desde temprana edad, ser pediatra estaba entre sus mayores deseos. Oriunda de la ciudad de Chacabuco, partió a los 18 años hacia la Capital Federal para entrar a la carrera de Medicina en la Universidad de Buenos Aires (UBA). Allí reafirmó su vocación y emprendió su carrera profesional a base de constancia, esfuerzo y muchas horas de estudio.  

Desde que tenía 6 o 7 años sabía que quería ser médica. Me llamaba mucho la atención la salud, el ayudar al otro. Es más, tengo una carta que le escribí a mi mejor amiga diciendo que quería ser pediatra y tener tres hijos. Ella me la regaló el día que me recibí. Fue un deseo desde chica, nació conmigo”, aseguró Celeste. Y agregó, “mis viejos al principio no creían que era real. Ellos siempre me acompañaron y me apoyaron en todo. Fui muy libre en mis elecciones y siempre supe que más allá de lo que yo eligiese, iban a estar al lado mío; pero me tiraban opciones para que yo no me vaya a Buenos Aires. Creo que en parte era por ser hija única. Me querían tener más cerca”.

A pesar de las opciones cercanas que le ofrecían sus padres, Celeste insistía con Buenos Aires. Así fue como empezó a averiguar combis, departamentos y universidad. “Me fui sola a Capital a averiguar todo. Era artífice de mi destino. En ese momento, tenía pocas amigas que se iban para allá, pero yo estaba muy convencida de que mi sueño era la UBA”, recordó Trotti y contó “me tomé la combi, averigüé todo en Ciudad Universitaria, y al principio me asusté porque no conocía nada. Pero seguí y volví a Chacabuco hasta con teléfonos de porteros para alquilar un departamento”.

Luego, mencionó que, en enero, cuando se fue de vacaciones con sus amigas, ella ya se había inscripto en la Universidad y tenía el departamento listo para mudarse. “Estaba muy convencida. Creo que los sueños son así, cuando uno tiene una meta lo acompaña con voluntad, tiempo y convicción propia. Así fue mi vida”, expresó la doctora.

Sus primeros pasos en la UBA

Celeste recordó todos los días de estudio que pasó junto a su amiga Leticia en su departamento de la calle Junín, frente a la Facultad de Medicina. “Hicimos toda la carrera juntas. Ambas nos hacíamos compañía y estudiábamos prácticamente todo el día. Así fue como en seis años nos recibimos las dos de médicas sin tener un solo tropiezo”, aseguró Trotti y agregó, “fue ponerle mucha garra, muchos fines de semana adentro, con poco tiempo para los amigos y máxima voluntad”.

Luego, llegó el momento de elegir la residencia y la doctora no lo dudó. “Estudié medicina para ser pediatra y quería entrar si o si en el Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez”, mencionó y relató: “ya en ese momento laburaba porque había sido la crisis del 2001 y mi viejo había tenido algunos problemas con el trabajo y el país estaba para atrás. Fui niñera y, además, trabajaba en un gimnasio haciendo la revisación médica para la pileta. Tenía menos tiempo para estudiar, por eso me tenía que esforzar más”. Y aseguró que “sabía que tenía que rankear muy bien para el examen, porque solo entraban los primeros 30 de 500 que se presentan. Estudié muchísimo, me quedé todo un verano en Buenos Aires y quedé número 12. Fue como sacar el loto”.

Celeste Trotti junto a su familia

La maternidad y su elección de vida

Celeste no sólo consiguió entrar a la residencia del Gutiérrez, sino que tiempo después, logró ser Jefa de Residentes. Su exitosa carrera profesional se encaminaba a lo que siempre había soñado. Pero la vida la sorprendió con un embarazo gemelar y todo cambió. “La maternidad me tomó de sorpresa, porque yo buscaba un bebé y vinieron dos, así que fue un balde de amor y de agua fría también. Cuando te dicen que son dos, lo primero que pensás es si vas a poder”, expresó Trotti y relató: “La verdad que fue la experiencia más hermosa que tuve, me cambió la vida realmente para siempre. En ese momento me proyectaba como profesional o en mi carrera y cuando nacieron Paloma y Sofía elegí cambiar a una vida más familiar. Decidí volverme a Chacabuco para poder criarlas como yo me crié, cerca de las plazas, del verde, de mis abuelos y sin pensar que te van a arrancar el celular. Me costó mucho en ese momento, pero elegí criarlas con dedicación exclusiva y hoy no me arrepiento”.

La doctora contó que durante el primer año y medio de sus gemelas no trabajó, luego empezó Ad Honorem en el Hospital del Carmen y recién, tres años después, retomó la pediatría en su plenitud. “En ese momento a una le parece que no va a poder retomar con todo lo que dejó atrás, pero los años pasan muy rápido y sin dudas, fue la mejor decisión que tomé, porque ahora tengo mucho más trabajo del que debería tener y muchas veces les resto tiempo a ellas, pero son decisiones del momento”.

En cuanto a su relación con Chacabuco, Celeste expresó: “fui recibida con los brazos abiertos por la población. Soy muy agradecida a mi pueblo. Hoy no me alcanzan los siete días de la semana para atender. En estos años, encontré un lugar profesional propio. Agradezco siempre que la gente me elija, espere y me invite a seguir la crianza de sus hijos. Para mí es un orgullo”.

Además, en Chacabuco, Trotti es una referente profesional de muchas instituciones. Así, forma parte del equipo de profesionales de los Bomberos Voluntarios y del curso PIGRECH, que es un curso de Primeros Auxilios para Docentes que se da todos los años. También brinda cursos de RCP, primeros auxilios, ahogamiento y convulsiones en jardines materiales y escuelas. Siempre está dispuesta a transmitir su conocimiento con los demás. “Lo hago por pura satisfacción personal. Cada vez me gusta más hacer cosas globales. Porque una cosa es lo que uno hace con su paciente en su consultorio y otra es dar una charla para 100 personas o estudiar Salud Pública para comprometerse con cosas más grandes”, expresó y aseguró “de a poco te va quedando chiquito lo que hacés y vas haciendo otras cosas que te dan mucha satisfacción”.

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