SUEÑA CON IR A BRASIL EN BICICLETA

Pochi: el joven payaso que alegra a todos en los semáforos en Chacabuco

Se llama Brian D´Amico, pero todos lo conocen como “Pochi”. Desde hace más de cinco años, se para en las esquinas de su ciudad para entretener y animar a la gente. “Es lo que me gusta y lo que amo hacer”, confiesa.

Nació y se crió en Chacabuco, pero a los 18 años decidió emprender viaje como mochilero y así conocer distintas partes de la Argentina. En el camino fue conociendo a muchas personas, hasta que un día, se cruzó con un grupo de chicos viajeros que eran malabaristas. Allí descubrió sus habilidades y el estilo de vida que quería llevar.  

“Me encontré con estos chicos y generamos buena onda. Entonces les hice muchas preguntas y comencé a entrenar con ellos.

Luego, me uní a su viaje y así, de a poco, arrancó todo”, contó Pochi. Y luego, reveló que “mi primer gran viaje fue al norte. Llegué a Tucumán e hice todos los pueblitos originarios. Una experiencia hermosa”.

Brian confesó que en su primer viaje salió de su casa sin un peso, llegó a Junín con pelotitas en el bolso y allí se puso a trabajar en los semáforos. “A partir de ahí, sostuve todo el viaje con eso. Después aprendí otras cosas, como a hacer pulseras o globología”. 

Cuando regresó del norte, enseguida planeó un nuevo destino para salir hacia el sur en el invierno. “Salí y me quedé en San Martín de los Andes para pasar mi cumpleaños y luego avancé hasta llegar a Chile”. En cuanto al hospedaje, Pochi contó que “mayormente hacía carpa donde se podía, como camping o placitas, pero después también te encontrás con muchas personas que te adoptan y te invitan a su casa”. Y agregó que “lo que más me gusta de viajar es desenvolverme en muchas cosas, porque la calle te enseña eso, a sobrevivir”.

Una vocación marcada por su mamá

En cuanto a su vocación por ser payaso, Braian reveló que “desde chiquito mi mamá me decía que iba a ser payaso por las monadas que hacía. Tenía un triciclo, como los de antes de chapa, que le faltaba el manubrio y la parte de adelante. O sea, estaba el cañito y las dos rueditas nada más, le faltaban el asiento y todo. Y yo le ponía trapos, lo agarraba, me sentaba y agarraba el cañito con las dos manos. Le daba con los piecitos y sentía que volaba en el barrio”. Y luego, dijo que “me gustaba hacer esas cosas, pero no estaba en mis planes ser payaso en ese tiempo. Sí me gustaba el circo o los shows que llevaban con la escuela, me divertía.

Cuando empecé con los malabares se me despertó ese sueño y de ahí no paré, quiero aprender lo que más se pueda”. D´Amico fue desarrollando sus habilidades con el tiempo. En sus viajes, se cruzó con muchas personas que lo ayudaron a entrenar y perfeccionarse.

Hoy Brian se asentó en Chacabuco, vive con su mamá y dos hermanas, aunque confiesa que le gusta la vida nómade. “Tengo amigos en todos lados, me gusta salir, visitar y cambiar de aire. No quiero ser parte de una rutina”, manifestó. Además, contó que tiene un viaje pendiente a Brasil en bicicleta y que “algún día lo voy a cumplir”. 

“Me considero un alma libre, como quien dice. En el tema laboral nunca me gustó que me manden. Siempre fui por el lado de ser autosustentable o de buscar mi propio rumbo. Hice muchas cosas, pero cuando empecé con los malabares cambió toda mi vida”, explicó Pochi y aseguró que “lo volvería a elegir por el amor que me dan las personas, tengo un trato con la gente que es increíble”.

Pochi anima fiestas infantiles, realiza shows en las plazas y cuando está en su ciudad natal, todas las tardes se para en el semáforo de Alsina y Cervantes a mostrar sus habilidades como malabarista y payaso. “Generalmente estoy en ese semáforo, aunque a veces voy rotando. Ya soy conocido en el centro, y una vez una mamá me dijo que tiene que pasar si o si por ahí para que su nene me salude”. 

El reconocimiento del público

Braian relató que en Chacabuco el trato que recibe es increíble, “nunca me lo imaginé. Todos me saludan, los niños me siguen y me dicen cosas lindas. Pero me ha costado llegar a eso, porque al principio mucha gente me gritaba cosas o molestaba. Pero bueno, con el tiempo se fueron dando cuenta que para mí esto es un trabajo”.

Con respecto a sus shows infantiles, Pochi contó que “mayormente arranco con un traje y salgo a jugar con los niños un ratito. Luego sigo con la función de malabares, mostrando un poco de destreza, equilibrio y haciendo con varias cosas a la vez. Me subo arriba de un banquito, con un cilindro y una tablita. Me pongo una rueda en la cabeza y hago hasta con cinco pelotitas a la vez. Después cierro con globología”.

D´Amico resaltó que “al principio hacía las animaciones a la gorra, prefería no pasar precio, les decía que me dieran lo que podían. Me servía para ir armando todo, hasta que lo profesionalicé y ya puse un precio”.  Y en lo referido a su marca personal, el payaso dijo que “creo que no hay ninguna. Trato de hacer lo más humilde todo, eso es lo que siempre me rindió frutos y le gusta a la gente. Pongo todo el amor del mundo para que sea un hermoso show. Es lo que me gusta y lo que amo hacer”.

Por último, Pochi reveló que su máximo sueño como payaso es “vivir de esto toda la vida. Irme profesionalizando cada vez más y seguir disfrutando de esto que me encanta”.

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