EL HOGAR DE CHACABUCO

Norma Gil, la mamá temporaria de cientos de chicos

Directora desde 1985 de la Asociación Máximo Gil, un espacio de contención para niños de entre 0 y 12 años en situación de riesgo y vulnerabilidad. En diálogo con Democracia aseguró que volvería a elegir el trabajo que marcó su vida: dar techo, amor y abrigo a quienes no tienen familia.

Norma Gil tiene 72 años, dos hijos y cinco nietos. En 1975 asesinaron a su padre, Miguel Máximo Gil, en la ciudad de Chacabuco y, al cumplirse una década del crimen decidieron realizar un homenaje. Lejos de las estatuas, los murales y monolitos, Norma y su familia eligieron gestar una institución atravesada por lo social, eso que tanto amaba su padre. Así nació en 1985 la Asociación Máximo Gil, un espacio de contención para niños de entre 0 y 12 años en situación de riesgo y vulnerabilidad.
Este mes de octubre se cumplen 32 años de la llegada de los primeros chicos a la institución y Norma Gil, directora del espacio, dialogó con Democracia acerca de cómo transcurrieron las tres décadas que, sin lugar a dudas, definieron su historia y la transformaron en una mujer que supo cómo hacer sonreír cuando llegaban pequeños corazoncitos helados, carentes de afecto, envueltos en inocencia.Norma se convirtió, así, en la mamá de muchos chicos, de todos aquellos que supieron estar en el Hogar pero que luego, y por fortuna, se mudaron al calor de una familia. Y ella respiró aliviada.

-¿Cómo nació la Asociación Máximo Gil de Chacabuco? 
-La institución nació el 18 de marzo de 1985, a raíz de que se cumplían diez años del asesinato de mi papá, Miguel Máximo Gil. Quisimos hacerle un homenaje, pensamos en un monumento pero después consideramos que algo vinculado a su trabajo era más valioso, a él le gustaba estar en contacto con la gente, le gustaban todas las temáticas sociales. En esa época hacía falta un Hogar para albergar chiquitos, de recién nacidos a seis años, porque los chicos de Junín y la zona eran trasladados a La Plata o a San Nicolás, no había forma de contenerlos. Así que nos pusimos en contacto con el Dr.Roggero, Juez de Menores, con el intendente de Chacabuco, con vecinos, y arrancamos con el Hogar. Logramos concretarlo en octubre de 1985, que llegaron los primeros chicos. En ese momento recibíamos un subsidio de Gobernación, hacíamos festivales, rifamos un auto y con ese dinero logramos comprar la casa. Y ahí arrancamos. Hasta ese momento yo era ama de casa, me dedicaba a mis hijos y a la familia, esto me cambió por completo.

-¿Quién fue Miguel Gil?
- A mi padre lo mataron en 1975. Él era peronista y era el presidente del Concejo Deliberante de Chacabuco, lo secuestraron y lo mataron. Lo asesinó gente del mismo partido, fue algo muy doloroso. Él se llevaba bien con todos, era un luchador, un combativo, discutía por las cosas y mucha gente lo supo ver y entender y a otros eso les molestó. Mi padre hacía denuncias de cosas que pasaban en Chacabuco como casos de abigeato, prostitución, trata de personas, negocios clandestinos. Él denunciaba permanentemente, él quería que no hubiera corrupción en Chacabuco. Y lo mataron. Diez años después, inauguramos este lugar.

-¿Cuántos chicos viven hoy en el Hogar y cómo es la rutina que tienen?
- En este momento la institución está compuesta por distintos profesionales: asistente social, psicopedagoga, docentes, psicólogos, el personal que cuida a los chicos y los médicos con los que trabajamos son del Hospital. En este momento hay 23 chicos acá, muchos están en proceso de vinculación con familias y eso me pone muy contenta, tienen entre 9 meses y 16 años y la rutina de cada uno varía acorde a sus necesidades.  Algunos van a la escuela a la mañana, otros a la tarde, algunos van a escuela de campo, otros a jardines privados y estatales, algunos van a inglés, a rugby, a fútbol, a computación, a básquet, algunos hacen talleres de pintura y dibujo, muchas cosas. 

-¿Cuánto tiempo deberían estar los chicos acá y cuánto tiempo están?
-Nosotros quisiéramos que estén acá los chicos el tiempo necesario para recuperarlos y tratar de encaminarlos, sería entre seis meses y un año, pero acá hay chicos que hace entre tres y cuatro años que están.  Algunos que se fueron con las familias vuelven otra vez, es muy complicado el tema, es problemático. Por suerte ahora tenemos entre diez y doce en proceso de vinculación con familias que quieren adoptar.

-¿Cómo se arma una coraza fuerte para no derrumbarse y convivir con historias tan tristes, tan violentas?
Estoy preparada como me preparé con mis hijos, con el tiempo entendí que yo a mis hijos no los puedo tener toda la vida conmigo, que en algún momento se van a ir. Con estos chicos pienso lo mismo, pienso que lo mejor es que hagan su vida, con una familia que los quiera, me alegran sus alegrías, cuando se van seguimos en contacto con muchos de ellos. Y cuando no resultan las cosas a uno lo pone triste, pero uno sabe que es la vida. La vida es esto.

-¿Volvería a elegir dedicar más de la mitad de su vida a esta institución?
-Sí, lo volvería a elegir. Esto es parte de mi vida. Yo siento que no es justo que estén los chicos internados con nosotros. Ellos han tenido una vida horrible y no está bueno que pasen mucho tiempo acá, toda persona necesita una familia. Sin embargo, el tiempo me ha demostrado que se puede ser feliz y reírse a pesar de todo, ellos llegan a un lugar que no conocen y pueden disfrutar, ser felices y rehacer sus vidas.

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