TRASTIENDA POLÍTICA

En el massismo despunta “tironeo de gobernadores”

La frase que pronunció Sergio Massa apenas se consagró ganador de la elección del 27 de octubre buscó la diferenciación de Mauricio Macri -aspirante como él a la presidencia- pero también actuó como una orden formal a su propia tropa bonaerense. Dijo el tigrense, luego de aquella noche de festejos: “Hablar ahora del 2015 es faltarle el respeto a la gente”.
Respondía a la ansiedad periodística por saber si apuntará a la Casa Rosada como próximo objetivo político pero también le comunicaba a los varios anotados en la carrera por la Gobernación que no se apuren más de la cuenta y que, en todo caso, aquella pelea interna en el Frente Renovador largará cuando sea más conveniente a todo el espacio.
El triunfo sobre el oficialista Frente para la Victoria provocó una notable ebullición intra muros en el massismo; agigantó, si se quiere, el hambre político que parecen cargar sus principales integrantes y que se había despertado notablemente luego de las Primarias de agosto pasado, cuando empezaron a avizorar la “ola massista” que se venía.

Plazos y planes

El intendente de Tigre procura demorar los tironeos inevitables en el FR por la sucesión de Scioli porque, con bastante tino, en el corto y mediano plazo se ha fijado como prioridad ampliar la base política de su armado provincial para expandirlo fuera de los límites de Buenos Aires.
La idea inicial -se verá si logra realizarla- es reclutar sobre todo a intendentes, del justicialismo pero también de otras fuerzas, para pararse con todo ese bloque como una suerte de contrabalance de la llamada Liga de Gobernadores del peronismo, que en su mayoría hoy responden a la Presidenta.
Pero más allá de lo que quiera Massa, y de aquella sugerencia inicial, lo cierto es que puertas adentro ya empezó el tironeo en el Frente Renovador por quedarse con la candidatura a Gobernador de un espacio que aparece con altas chances de capitalizar el voto no kirchnerista dentro de dos años.

En la largada

Aunque para muchos resultó prematuro, el intendente de Almirante Brown, Darío Giustozzi, ya lo dijo en público: se sueña Gobernador. Para ser justos con él, venía trabajando su postulación para el puesto desde antes que se armara el Frente Renovador, cuando era un kirchnerista crítico. Lo mismo hacía Massa, claro está. Por eso, hubo algo de alivio en Giustozzi al comprobar que el tigrense emergió de la elección con un perfil de líder nacional. El rival interno más duro de vencer ya no era tal porque apuntaba mucho más alto.
En los inicios del FR hubo algún tironeo de egos entre Giustozzi y Massa, una peleíta sorda por ver quién tenía más quilates para liderar el movimiento renovador y, dicen algunos, por ver quién se ubicaba primero en la boleta. Astutamente, el de Tigre siempre reivindicó el carácter colectivo del espacio como su motor de crecimiento. Y el de Brown, en rigor, jamás pudo igualar los altos índices de conocimiento que mostraba su colega aún antes de embarcarse en la aventura electoral.

Otros anotados


De origen radical pero llegado al Frente Renovador luego de tener públicas cercanías políticas con el macrismo, Gustavo Posse, el intendente de San Isidro, también se anota. Por cuestiones jurisdiccionales (Tigre y su distrito pertenecen a la misma zona) ha tenido mucho contacto de gestión con Massa. Al tigrense le cierra su aspiración provincial porque con su figura puede mostrar el espíritu pluripartidario que pretende darle al FR.
De impronta peronista e inocultable escuela duhaldista, Jesús Cariglino, de Malvinas Argentina y uno de los intendentes más críticos del Gobierno nacional, es otro auto anotado. Probablemente el propio Massa baje su aspiración de competir en la interna  por la conducción del PJ bonaerense, a disputarse en diciembre y sólo con la participación de afiliados.
Es que, a priori, es altamente improbable que Cariglino logre el milagro de ganarle al oficialismo -dicen que el propio Scioli encabezaría la oferta- y una derrota suya casi seguro sería utilizada como herramienta para mostrar que el FR tiene poca injerencia en el peronismo institucional. Lo último que quiere Massa, se sabe, es quedar atrapado en las internas del justicialismo. Su “negocio político” está en otro lado.
El tigrense les ha dicho a todos que caminen la Provincia si tienen aspiraciones. Lo mismo, seguramente, que le comentó a otros posibles aspirantes pero con acciones un tanto menos atolondradas. Como Gabriel Katopodis, jefe comunal de San Martín, o Joaquín de la Torre, de San Miguel.
Lo que seguro procurará Massa, como una regla de oro, casi innegociable, es que el candidato de su espacio a suceder a Daniel Scioli sea un intendente. Una forma de volver a mostrar que es diferente de lo que lo ha antecedido: ninguno de los recientes mandatarios ha pasado previamente por esa “escuelita de gestión” que es un municipio.

El riesgo interno


Un riesgo que corre Massa es que ese cúmulo de pretensiones individuales derive en una batalla descarnada, como ha sucedido antes en el PJ. Dos opciones ante ese escenario: o él mismo dispone, volcándose más por un estilo verticalista que en cierta forma chocaría con el actual discurso del FR; o toda la cuestión se dirime en elecciones primarias dentro de dos años.
En efecto, el tigrense ha conversado con su mesa chica la idea de dirimir todas las candidaturas del Frente Renovador bonaerense, de gobernador para abajo, en las internas abiertas. Una forma de contener a los muchos que tienen pretensiones, de garantizarles reglas de juego claras e igualitarias. Se reitera: lo mismo vale para los precandidatos a intendente que florecen en los distritos de la Provincia, envalentonados luego del triunfo de octubre porque perciben alguna posibilidad cierta de destronar de sus comunas a los eternos caciques del peronismo.
Los operadores massistas tomaron nota de la experiencia de la alianza UNEN en Capital Federal, que resultó fructífera por la cantidad de gente que participó de la elección por las candidaturas y encima logró robarle al kirchnerismo la banca por la minoría en el Senado.