En 2024 la economía argentina atravesó un año de contrastes en términos de crecimiento y retroceso en sus cadenas productivas. A pesar de la caída generalizada del 2% en el valor agregado bruto interanual, algunas provincias como Neuquén y Santa Fe se destacaron por su capacidad de crecimiento, impulsadas por sectores estratégicos como los hidrocarburos y la soja. Sin embargo, el panorama es desigual y revela grandes disparidades entre las distintas regiones del país.
Aunque la Provincia de Buenos Aires sigue siendo el centro económico más importante de Argentina, en 2024 enfrentó una contracción significativa en varias de sus cadenas productivas, especialmente en las manufactureras. La caída de la producción de maquinaria agrícola y aparatos de uso doméstico impactó negativamente en el valor agregado bruto de la Provincia que administra Axel Kicillof, lo que la posicionó como una de las más afectadas en términos de caída relativa.
Los datos surgen de un trabajo sobre las cadenas productivas de todo el país elaborado por el Laboratorio de Desarrollo Sectorial y Territorial de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), en el que remarcan que Neuquén y Santa Fe fueron dos de las provincias que celebraron un desempeño positivo durante 2024, con perspectivas distintas pero igualmente relevantes. Neuquén experimentó un fuerte impulso de la cadena de hidrocarburos, principalmente por la expansión de Vaca Muerta, logrando un impresionante crecimiento del 6,5% anual, con un promedio del 4% de crecimiento anual desde 2016. Este sector, clave para la economía provincial y nacional, permitió que Neuquén se consolidara como uno de los principales motores económicos del país.
Por otro lado, Santa Fe vivió una recuperación significativa de su cadena sojera, que logró reponerse de la sequía que afectó a la región en 2023. La soja, al igual que el maíz, se recuperó y registró incrementos importantes en su valor agregado, aunque el comportamiento histórico de la cadena sigue siendo volátil, con una variación promedio anual negativa de 1,3% desde 2016.
A pesar de la recuperación de la soja, Santa Fe aún se enfrenta a una relación desigual con otras provincias, como Neuquén, que en el último año vio cómo su crecimiento se tradujo en una relación de valor agregado casi dos veces mayor al de Santa Fe (54% frente al 31% de 2023). Este contraste refleja cómo las cadenas productivas pueden tener una evolución favorable en el corto plazo, pero con importantes variaciones en el largo plazo, dependiendo de factores climáticos y externos.
Además de Neuquén y Santa Fe, algunas provincias lograron mantener o incluso incrementar su producción durante 2024. Entre Ríos, con un fuerte enfoque en la soja, experimentó una significativa recuperación, y Córdoba, al igual que Entre Ríos, se benefició de la reactivación de esta cadena agroindustrial. Otras provincias que se destacaron fueron Chubut y La Pampa, impulsadas por la cadena de hidrocarburos, mientras que Río Negro y Mendoza también mostraron crecimiento, aunque modesto.
La mejora de la cadena hidrocarburos no solo benefició a Neuquén, sino también a provincias como Santa Cruz y Tierra del Fuego. Estos territorios, tradicionalmente vinculados a la explotación de recursos naturales, lograron resultados positivos, aunque en menor medida que Neuquén, cuya recuperación ha sido sobresaliente en comparación con otras provincias productoras de hidrocarburos.
Sin embargo, el 2024 no fue positivo para todas las provincias ni todos los sectores productivos. Las provincias del noreste, como Formosa, Santiago del Estero y Chaco tuvieron una caída considerable en el valor agregado bruto de sus cadenas productivas. Esta disminución estuvo principalmente asociada con la contracción de la cadena de la industria de la construcción, que afectó a estas regiones, donde la obra pública y la construcción de viviendas desempeñan un rol importante en la actividad económica.
La caída nacional del 2% en el valor agregado bruto de las cadenas productivas interrumpió tres años consecutivos de crecimiento, lo que evidencia las dificultades de muchos sectores en el país. Entre las cadenas más afectadas se encuentran las manufactureras, como la maquinaria agrícola, la siderurgia y la electrónica, que enfrentaron retrocesos notables. En particular, la maquinaria agrícola tuvo una fuerte caída en provincias como la de Buenos Aires, que se vio afectada por la baja demanda en el sector y la falta de inversión. Y aunque el territorio bonaerense sigue liderando la producción industrial del país, su crecimiento se vio limitado por las dificultades de sectores tradicionales como la industria automotriz y la maquinaria.
En 2024, la caída de estas cadenas no pudo ser compensada por los sectores más dinámicos, como la soja y los hidrocarburos, que tienen mayor protagonismo en provincias del interior como Santa Fe y Neuquén.
Uno de los sectores que más contribuyó a la caída generalizada fue la cadena de construcción. Esta actividad, que afecta a gran parte de las provincias del norte y del sur del país, sufrió una desaceleración marcada, especialmente en Formosa, Chaco y Santiago del Estero, donde la falta de obra pública y la caída de la demanda de viviendas impulsaron una contracción en el valor agregado.
El impacto negativo de la construcción se notó especialmente en provincias como San Juan, Jujuy y Mendoza, donde este sector es clave para la generación de empleo y la actividad económica. Solo en Salta se observó un comportamiento distinto, con una estabilidad en su cadena de construcción.
De cara al futuro, las provincias tendrán que adaptarse a un contexto económico cada vez más complejo, en el que las fluctuaciones de los mercados internacionales, la guerra comercial que impuso el presidente norteamericano Donald Trump, la incertidumbre climática y las políticas internas juegan un papel decisivo. En particular, las provincias que dependen de sectores con cotizaciones volátiles como la soja deberían diversificar sus economías para mitigar los efectos de las crisis climáticas y las variaciones en los precios internacionales.
Por otro lado, las provincias que apostaron por sectores más resilientes, como los hidrocarburos, podrán seguir aprovechando su crecimiento. Sin embargo, la sostenibilidad a largo plazo de este tipo de industrias dependerá de la inversión en nuevas tecnologías y en la diversificación de sus fuentes de ingresos.
En conclusión, 2024 ha sido un año mixto para las cadenas productivas de Argentina, con algunas provincias como Neuquén y Santa Fe destacando en su recuperación, mientras que otras enfrentaron importantes retrocesos. El desafío para el futuro será encontrar un equilibrio entre los sectores más dinámicos y aquellos que aún muestran signos de estancamiento o retroceso.
COMENTARIOS