A Axel Kicillof lo tienta la idea de desdoblar las elecciones para cargos provinciales del año que viene en los comicios para puestos nacionales, en este caso diputados. Barrunta junto a su equipo que esa jugada favorecería una mayor injerencia suya en el armado de las listas seccionales a la Legislatura y acaso podría ampliar su base de intendentes leales, propios, por la vieja obsesión de éstos de cuidar el pago chico, de asegurarse -o al menos procurar- el control de los concejos deliberantes. El desdoblamiento es una atribución del gobernador, algo que se observa en cada turno electoral en la mayoría de las provincias. Pero para tomar la decisión, Axel está condicionado por dos cuestiones.
La primera es muy política: la tensión en la relación entre Kicillof, que viene insinuando un despegue con perfil propio, y el cristi-camporismo. En el kirchnerismo casi que se da por hecho que Cristina Kirchner será la primera candidata a diputada nacional del PJ bonaerense el año próximo. El desdoblamiento, es decir votar en otra fecha esa boleta de la propuesta estrictamente provincial, podría ser leído como una jugada en contra de la ex mandataria, que podría perder influencia.
La segunda cuestión que condiciona la eventual decisión de Kicillof sobre qué hacer con las elecciones es, si se quiere, más técnica. De tiempos. Es que en la Provincia la fecha de las Primarias Abiertas para cargos bonaerenses, paso previo obligatorio antes del comicio general, está atada por ley a la PASO nacional. Es decir, deben ser el mismo día. Una “brillante” idea que en su momento votó la mayoría de la Legislatura por presión de Néstor Kirchner, que buscaba asegurarse el efecto arrastre del mayor distrito del país y aplacar cualquier ensayo rupturista.
La idea de suspender las PASO
La verdad es que, hasta hace un puñado de días, en la Legislatura la cuestión de los cambios electorales venía ocupando un segundo plano porque toda la rosca de Palacio parecía centrada en el tratamiento del proyecto de Presupuesto 2025, que Kicillof querría ver aprobado a fin de mes. Hasta que el último jueves entró un proyecto a Diputados para suspender temporalmente las PASO provinciales del año que viene. Suspensión, no derogación. Una salida, digamos, transitoria. Explicada en el contexto económico -es, en rigor, un gasto gigante- y de incertidumbre política que genera la coexistencia en Buenos Aires de la Boleta Única de Papel (BUP) para elegir cargos nacionales y la tradicional sábana para los provinciales.
Lo presentó el diputado Rubén Eslaiman, hombre de Sergio Massa en la Legislatura vinculado al escándalo del tarjetero Chocolate Rigau: sería una de las terminales políticas del puntero y de los dirigentes de apellido Albini, padre e hijo, todos detenidos. Anecdótico. Fuentes legislativas cuentan que Eslaiman sólo fue el vehículo para hacer entrar un proyecto previamente hablado entre Kicillof y Massa, éste último partidario de una reforma electoral incluso más amplia.
Voceros de La Cámpora en Diputados aseguran que aún no ha bajado una orden de Máximo Kirchner respecto a qué hacer con esto, pero es muy difícil que el titular del PJ bonaerense no estuviera al tanto: está distanciado de Axel pero sigue siendo socio político de Massa quien, fiel a su historia, hace equilibrio entre ambos.
Una movida que es seguida de cerca
En la Gobernación siguen de cerca lo que suceda en el Congreso nacional, donde hay un proyecto enviado por la Casa Rosada de posible tratamiento en extraordinarias para directamente eliminar las PASO nacionales. Si eso sucede, se estima que o bien sería más fácil sacársela de encima en el nivel provincial o bien favorecería la posibilidad del desdoblamiento del comicio legislativo de octubre y así “provincializar” las elecciones como estrategia ideal para polarizar con Javier Milei.
El gran enemigo de toda esta estrategia es el tiempo. Los cambios electorales deberían concretarse este año, al que le queda poco más de un mes. Por eso, si se dan, no podrán ser demasiado profundos. El calendario electoral arranca temprano pero además hay todo un proceso de preparación de logística que no es sencillo y que sería responsabilidad de la Junta Electoral provincial, donde preferirían manejarse con cierta holgura y no a las apuradas.
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