Volver al futuro: crece la movida para que  los chicos lean y escriban desde primer grado
REFERENTES EDUCATIVOS BUSCAN REVERTIR EL FRACASO DEL ACTUAL MODELO CON UN REGRESO A ESTRATEGIAS DE ENSEÑANZA “CLÁSICAS”

Volver al futuro: crece la movida para que los chicos lean y escriban desde primer grado

En Argentina, el debate pedagógico converge con las tomas de posición en otros campos, y los alumnos padecen las consecuencias.

Millones de chicos en edad escolar temprana son como pasajeros frustrados, en un andén calamitoso, mirando bajo una tormenta feroz a un tren que ya partió. ¿Pasarán otros?

¿Estarán en condiciones de abordarlos para cuando eso, eventualmente, ocurra? En los últimos tiempos, varios nucleamientos multidisciplinarios han iniciado campañas para exponer los severos problemas de la enseñanza, en particular la que se dicta en ámbitos públicos, y a la vez proponer hojas de ruta para recuperar en el menor tiempo posible el terreno perdido. Uno de ellos, concretamente, acaba de difundir un documento titulado “Urgente: Enseñar a leer y escribir en primer grado”. 

“No repitan lo que se hace en la actualidad, dado que los resultados indican que no funciona”, advierte el texto, que plantea como objetivo primordial buscar que “todos los niños puedan leer fluidamente” en el año inicial de la primaria, y asigna al segundo ciclo la meta de “consolidar” ese logro, con más de 1.200 adhesiones de educadores, pedagogos, políticos y autoridades de organizaciones de la sociedad civil.

“En Argentina, desde hace mucho se puso el foco en tercer grado, algo que se refleja en los lineamientos nacionales y los planes de alfabetización de todas las provincias”, explica Florencia Salvarezza, especialista en educación y neurociencias, asesora del BID y la OEI, quien continúa: “Y las evaluaciones también son en tercer grado, cuando se debería esperar que un chico que termina primero pueda leer, no se trabe y lo haga con una velocidad aceptable, que es no menos de cuarenta palabras por minuto y hasta sesenta.” 

La docente y lingüista cree que los primeros estímulos deben ser un objetivo de la educación inicial, “y después, cuando uno empieza a enseñar las letras, se empieza a enseñar el abecedario y a practicar la lectura. A leer, se aprende leyendo. A jugar al fútbol, se aprende con la pelota. A tocar el piano, se aprende tocando”. 

La declaración pública del grupo de expertos enumera varios “estándares científicos internacionales para la enseñanza de la lectura”. Entre ellos, pide “dejar de lado modelos constructivistas” para, en cambio, “trabajar de modo explícito y sistemático en la enseñanza de la alfabetización”; “trabajar la conciencia fonológica como precursor de la lectura”; “enseñar de modo explícito todas las letras y sus correspondencias”; y “practicar la lectura en voz alta en clase desde primer grado”, además de realizar “evaluaciones formativas” periódicas. 

Los métodos de la discordia 

En el centro del debate están los métodos de alfabetización. En los últimos tiempos, el que predominó en nuestro medio fue el vinculado con la “psicogénesis constructivista”, a grandes rasgos más orientado a que los alumnos “descubran” la escritura y la lectura a partir de su experiencia que a la enseñanza sistemática y más estructurada por parte del docente. 

“Cuando comenzó a verse que con la psicogénesis no aprendían en primer grado ni en segundo, se planteó la ‘unidad pedagógica’; es decir, se les dijo a docentes y padres que los chicos tenían tres años para lograrlo. Eso generó un gran retraso. La unidad pedagógica es una gran estafa”, sentencia Ana María Borzone, doctora en Letras e investigadora del Conicet. 

“Con una enseñanza sistemática, los chicos pueden leer, comprender y escribir textos breves a fin de primer grado, como siempre se logró en la escuela pública argentina”, sostiene Borzone, quien considera que la “unidad pedagógica” dificulta “intervenir de manera temprana e intensiva con aquellos chicos que requieren más práctica o no tienen las experiencias de alfabetización necesarias en sus casas”. 

“Estamos ante un tema delicado, que despierta susceptibilidades y se ha vuelto ideológico”, admite el docente platense Facundo Stazi, licenciado en Ciencias de la Educación y magister en Didáctica de la Lengua. “Se está armando revuelo porque hay experiencias en Mendoza y otras provincias, con métodos y estrategias de alfabetización que no están alineadas a los diseños curriculares, con resultados positivos. Y ahora, las mismas personas que vienen marcando el camino de las políticas educativas respecto de la alfabetización en la provincia de Buenos Aires -donde saben que lo que están haciendo es una estafa- son las que quieren cambiarle el rumbo”. 

Con una enseñanza sistemática, pueden leer, comprender y escribir textos a fin de primer grado.

“Mi experiencia es la de hacer la maestría en alfabetización y que nunca me aceptaran el proyecto de investigación porque no está en la línea de la psicogénesis, que es el modelo ‘constructivista’ predominante”, señala Stazi, quien es coordinador y asesor pedagógico en colegios de la región. “Como docente de institutos superiores he compartido con las estudiantes conceptos alternativos sobre el tema, más cercanos a la línea de Borzone, Diuk o Pearson, y me han enviado una ‘nota’ desde la inspección por hacerlo”. 

En sintonía con los “sistemáticos”, el platense indica que “en las casas donde los nenes aprendían precozmente a leer y escribir seguramente se jugaba con las palabras, se les leían cuentos, se les enseñaba cómo sonaba cada vocal o sílaba, se les daba alguna revista para hacer caminitos con letras…”. 

En este sentido, el expresidente de la UNLP, Raúl Pessacq, se ha expresado de manera terminante, relatando en varios artículos y ensayos que “la teoría alfabetizadora de Piaget, complementada con la ‘educación liberadora’ de Paulo Freire, que tomaron fuerza en los ‘70 de la mano de intelectuales progresistas, se pueden identificar como principales responsables del empobrecimiento educativo de la Argentina”. 

“Desde entonces -precisa Pessacq- se alargó el tiempo de alfabetización, la pedagogía tomó control sobre la didáctica y los contenidos, se quitó autoridad al maestro, se minimizaron la disciplina y el orden, se adoptaron medidas facilistas y demagógicas, y se eliminaron las evaluaciones, entre otras cosas”. 

“Hay que enseñarles a los alumnos cómo es el mundo y no instruirlos en el arte de vivir, que deberán hallar ellos. Arendt fustigaba la primacía de la didáctica sobre los conocimientos, y decía que ‘aprender jugando’ era mantener deliberadamente al niño en la fase infantil y no prepararlo para la edad adulta”, concluyó. 

“La receta -redondea el docente y escritor- es volver a las bases pedagógicas tradicionales: dominar la lectura, realizar ejercicios de dictado diario, valorizar la memorización, restaurar la autoridad de los directores y maestros por encima de los pedagogos, retomar la enseñanza de los contenidos y la cronología”.

Pero no solo se cuecen habas en el ámbito de la educación estatal. Facundo Stazi señala que “en el contexto de gestión privada hay matices; las escuelas parroquiales y las de cuota más baja no tienen programas alternativos… como están subvencionadas en un ciento por ciento, si se corren un poco de los programas, desde las inspecciones las ‘acomodan’ enseguida… Los colegios con menor subsidio y más ‘libertad’ de acción suelen contratar coordinadores o asesores para que les den a los docentes que ya tienen trabajando un plan de formación con aportes diferentes a los que tuvieron en el profesorado”.

Cierra Ana María Borzone: “Treinta años atrás se dejó de enseñar a leer y escribir, y se les dijo a los docentes que los chicos pueden aprender a leer y a escribir ‘en algún momento’. Eso es lo más grave, la estafa: han estafado a los docentes, y los chicos no aprenden porque no les enseñan, porque se cambió la metodología a una de ‘no enseñanza sistemática’ de la escritura, que había sido descartada en el mundo. Si en la Argentina, que siempre tuvo una educación y una enseñanza muy buena, los chicos dejaron de aprender es porque se dejó de enseñar”.

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