En el Gobierno bonaerense saben que perdieron la batalla. Que no hay vuelta atrás con la decisión de YPF de llevar a Río Negro la planta de licuefacción por la que Buenos Aires peleaba para que se hiciera en Bahía Blanca. Más allá de las explicaciones técnicas brindadas por la petrolera para avalar la elección, en la Provincia estaban resignados desde hace varias semanas a que esa millonaria inversión se haría en la Patagonia.
Axel Kicillof está convencido de algo más: que este tema tuvo una resolución política impulsada por Javier Milei, íntimamente vinculada a la disputa a cielo abierto que libran el Presidente y el Gobernador. Horacio Marín, titular del YPF, buscó convencer a Kicillof de que no se trató de una medida vinculada a esa pelea política cuando hablaron por teléfono hace unos días. Incluso le anunció que la empresa petrolera hará dos inversiones fuertes en el puerto de Bahía Blanca como para desechar aquella supuesta animosidad. En el Gobierno bonaerense se aferran, en cambio, a aquellas declaraciones de Milei en las que anticipó que la planta de licuefacción se haría en Río Negro, realizadas diez días antes de que alumbrara el anuncio oficial.
Esas idas y vueltas exhibieron otra realidad: con aciertos y desaciertos, Kicillof encabezó esa batalla prácticamente en soledad. Fue por demás notorio, en plena disputa por quedarse con una inversión de nada menos que 40 mil millones de dólares, cómo los otros actores de peso en la interna de Unión por la Patria permanecieron al margen. El silencio del PJ bonaerense controlado por Máximo Kirchner recién se rompió con el hecho consumado. Un comunicado de ocasión con críticas a Milei y respaldo al Gobernador apareció el miércoles, cuando YPF había ventilado que el emprendimiento conjunto con los malayos de Petronas se radicaría en la provincia gobernada por Alberto Weretilneck.
El Frente Renovador de Sergio Massa también estuvo ausente en ese debate medular. El sector que lidera el ex candidato presidencial prefirió meterse en otro asunto y hacer un pronunciamiento público para cuestionar la situación que se registra en Venezuela con críticas al régimen de Nicolás Maduro. Toda una diferenciación respecto del kirchnerismo que habrá que ver cómo se negocia.
De alguna forma, el kicillofismo en construcción contestó con una cumbre de intendentes que se cobijan bajo el ala del Gobernador. Alumbró un respaldo al mandatario bonaerense en medio de la disputa con la Casa Rosada. Hay quienes dicen que se habló de armar una suerte de mesa política con otro propósito: influir en el armado de listas para el año que viene. La pelea por la lapicera que viene controlando el hijo de Cristina Kirchner puede que esté empezando a escribir un nuevo capítulo.
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