Hay dirigentes peronistas que no se olvidan. Otros, se juegan un poco más y vomitan su bronca en público. Ambos grupos comparten, con esos matices, un objetivo: que el reparto de poder para la definición de los espacios electorales para el año que viene, no quede al arbitrio exclusivo de La Cámpora.
Buena parte de los posicionamientos y las declaraciones subidas de tono de los últimos días que generaron un temblor en el oficialismo bonaerense, tiene que ver con eso. Se respira, en la animada tertulia peronista, el tufillo 2025.
La pelea por la lapicera para el armado de las listas que Máximo Kirchner manejó a discreción en el último cierre, está sobre la mesa. El hijo de la ex presidenta prácticamente monopolizó las candidaturas con dirigentes de su espacio o ultra aliados al camporismo. El resto, como reza el tango, quedó con la ñata contra al vidrio, contemplando cómo se iban llenando los casilleros casi sin margen para el pataleo.
La pulseada excede, entonces, la disputa que mantienen Axel Kicillof y Máximo Kirchner. Quizás forme parte de ella. Pero también, puede que sea el germen de una discusión más amplia que tenga relación con la eventual aparición de un nuevo liderazgo en el PJ.
Cerca de Kicillof aseguran que no alienta a nadie a tomar las armas contra La Cámpora. Que los dichos de su ministro Andrés “Cuervo” Larroque con los que cuestionó el liderazgo de Máximo, corren por su cuenta. Aclaran, de paso, que no reniegan de la conducción de Cristina Kirchner. “Es nuestra conductora”, aclaran.
“Son opiniones que surgen a título personal”, se despegan en el entorno del Gobernador, como para tomar distancia de un revuelo que por un lado lo incomoda y por el otro le resulta funcional en la incipiente construcción de cara las presidenciales de 2027.
El paso intermedio es el que genera ruido del fuerte. Kicillof, pese a ser la carta ganadora en los comicios del año pasado, no pudo casi colar nombres propios para la Legislatura.
Mucho menos, para el Congreso. Esa hegemonía camporista es la que discuten Larroque y varios intendentes como Jorge Ferraresi (Avellaneda). ¿Con la complicidad de Kicillof? En la Gobernación lo niegan.
Puede que algunos de estos dirigentes, que también trabajan para una candidatura presidencial del mandatario bonaerense, estén diciendo lo que el propio Gobernador prefiere callar. Kicillof acaso se esté observando en el espejo de Javier Milei, que asumió con apenas 30 diputados nacionales propios y afronta enormes dificultades para que le voten una ley.
Los legisladores que ingresen en el turno electoral intermedio de 2025, compartirán mandato con el próximo presidente. Si Kicillof termina siendo candidato dos años después, acaso esté evaluando con cierta dosis de previsión, la necesidad de contar con legisladores leales de antemano.
Esa tensión quedó ampliamente verificada en los mensajes que envió el camporismo al propio Kicillof. La semana pasada el Gobernador fue hasta Quilmes a recorrer un centro educativo. Allí gobierna Mayra Mendoza, una de las dirigentes más cercana a Máximo Kirchner. Sin margen para las dobles interpretaciones, la propia Municipalidad distribuyó una foto de Mendoza y Kicillof en la visita en las que se los ve con gestos adustos y miradas distantes.
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