El gobernador bonaerense Axel Kicillof (Unión por la Patria) salió fortalecido de las elecciones del domingo pasado al obtener el 45% de los votos para su reelección, con más de 20 puntos de ventaja sobre Néstor Grindetti (Juntos por el Cambio), y logró no sólo recuperar intendencias para el oficialismo, sino que se convirtió en un aliado estratégico para el candidato presidencial, Sergio Massa, traccionándole votos para posicionarlo en el balotaje.
La trascendencia de los comicios bonaerenses en la construcción del resultado nacional se entiende si se observa que, en ese distrito, Massa logró una ventaja de 1.691.055 votos sobre Javier Milei, cuando la diferencia a nivel nacional entre ambos fue de 1.761.647 votos.
En las elecciones generales de 2015, en la provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, la candidata a gobernadora de Cambiemos, obtuvo porcentajes de voto idénticos a los alcanzados por el postulante presidencial, Mauricio Macri, a nivel nacional.
Sin embargo, en las elecciones de 2019, cuando a nivel nacional el triunfo fue para Alberto Fernández, del Frente de Todos, Kicillof, el postulante a gobernador, logró una ventaja del 4% en la categoría de gobernador en la provincia de Buenos Aires.
El domingo pasado trajo consigo un cambio significativo dado que, en territorio bonaerense, los votantes respaldaron al binomio Kicillof-Verónica Magario con un margen del 6% más amplio que a Massa.
Otro dato relevante es que en ocho municipios de la provincia, Kicillof obtuvo más votos que el candidato a intendente de su propio partido, mientras que en 130 de los 135 municipios, superó en votos al candidato a presidente de su misma coalición.
Por lo tanto, el gobernador está convencido de la necesidad de que Massa sea presidente y entiende que su participación en la campaña en un territorio con 13 millones de electores será un valor agregado para sumar nuevas voluntades e inclinar la balanza de cara al balotaje.
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