Milei apuesta con todo al voto bonaerense
Javier Milei mira a la Provincia y ve que en su amplia geografía se oculta la llave para entrar al ballotage. Ese análisis encuentra, por lo menos, dos razones de sustento básicas.
La primera, que en el principal distrito del país se concentra nada menos que el 37 por ciento del padrón nacional. Acaso la segunda requiera de un debate más profundo que mezcle lo político y lo sociológico: el líder libertario ganó a nivel nacional, pero quedó tercero en territorio bonaerense. Se le impone, así, la necesidad de subir su piso.
Ese contraste se emparenta con lo que ocurrió en Capital Federal. También allí Milei se ubicó detrás de los dos candidatos de Juntos por el Cambio y de Sergio Massa. Hay quienes empiezan a hablar de un “voto AMBA” no tan afín a la Libertad Avanza, en abierto contraste con lo que ocurrió a nivel nacional donde el libertario dio el campanazo y se impuso nada menos que en 16 provincias. Como si el concepto de oponerse a la “casta política”, que logró imponer como sello de campaña, hubiera sido asociado con un reclamo hacia el centro de poder que anida justamente en el Área Metropolitana.
En el equipo de campaña de los libertarios tienden a justificar en parte por qué Milei cosechó 24 puntos en la Provincia frente a los 30 que obtuvo a nivel nacional. “Nos manotearon por lo menos 3 puntos”, sostienen. Acusan que el robo de boletas en numerosos distritos hizo que muchos sufragantes fueran al voto en blanco. “Nos buscaban a nosotros y como no nos encontraron, no votaron a nadie”, razonan.
La sospecha puede que tenga algún fundamento, aunque sea científicamente poco comprable. A Milei le faltaron fiscales en la Provincia y por eso acaba de lanzar una muy fuerte campaña de reclutamiento para aceitar el control el 22 de octubre. La pregunta que se empieza a hacer la política bonaerense es cuánto podrá crecer Milei en la Provincia y cuánto necesitaría Píparo para pelear por la Gobernación. “Tendríamos que subir 10 puntos. Es muy difícil, pero no imposible”, sostienen en el equipo de campaña bonaerense de los libertarios. Esa remontada debería llegar, en buena parte, de un proceso de polarización fuerte con Axel Kicillof. Implicaría, además, desinflar la oferta de Juntos por el Cambio.
En la coalición opositora se perciben aún los sacudones de un resultado nacional magro para las expectativas previas. Con el agravante que ahora es Milei el que parece estar asociado al concepto del cambio frente al oficialismo que abrazaron en el radicalismo y el PRO.
Juntos por el Cambio tampoco ha logrado suturar heridas de una batalla interna fuerte. Grindetti, de la mano de Patricia Bullrich, sigue sin poder tener su foto de unidad con Santilli.
La pelea se trasladó ahora al escrutinio: el “Colorado” está convencido de que perdió por mucho menos que los ya de por sí escuetos 19 mil votos que marcó del recuento provisorio. La pelea por esos votos demora un mensaje de mancomunión que parece indispensable frente al avance de los libertarios y al riesgo de una polarización de éstos con Kicillof.
Esa posibilidad empieza a ser advertida por algunos números que salieron a la luz en los últimos días y que ubican a Bullrich tercera, detrás de Milei y Massa.
Kicillof observa estos movimientos opositores sentado sobre un piso electoral del 36% que consiguió en las PASO. Si bien quedó bien posicionado, el factor Milei también inquieta.
Por lo pronto, reunió a los intendentes del PJ para que aceiten la maquinaria de cara a octubre. Mientras, aguarda que Massa anuncie una serie de paliativos que morigeren los devastadores efectos inflacionarios.