Cristina Kirchner nunca dejó de ocupar la centralidad política ni aún en los tiempos en que parecía correrse de la escena para dejar dar los primeros pasos a la criatura que engendró y que pasó a bautizar como Frente de Todos. Transitó tiempos en los que su silencio atronador decía mucho más que filosas apariciones en las redes sociales con formato de cartas demoledoras hacia la marcha del gobierno de Alberto Fernández.
Aquella irrupción sacó del letargo al PJ bonaerense conducido por Máximo Kirchner que desde hacía varios meses no se reunía. Ese partido es piedra angular de la estrategia para blindar a Cristina y, de paso, alimentar un incipiente operativo clamor para que la vice compita el año que viene por volver a la Casa Rosada.
Mientras discurre la movilización del kirchnerismo y comienza a dibujarse una épica de la que carecía un oficialismo jaqueado por la inflación y una endeble situación financiera, Mauricio Macri empieza, desde otra plataforma, a reconstruir su propia centralidad. El ex presidente coquetea con la posibilidad de volver a ser candidato presidencial y mientras tanto, edifica un armado propio con mano de hierro que se va asentando en la Provincia.
El desfile de dirigentes bonaerenses del PRO por sus oficinas es incesante. “Un besamanos”, definía con resignada ironía un legislador bonaerense de ese espacio. Macri, en la reconstrucción de su influencia, se ha parado en el principal distrito del país. Recorre el Conurbano y recibe intendentes y candidatos. No descuida sus propias chances, mientras da aire a la interna que podrían librar Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich.
Si Macri no fuera candidato presidencial, sus preferencias parecerían ir sobre la figura de Bullrich. Casualidad o no, la ex ministra y Ritondo se encontraron días atrás en Berazategui. En una reciente cena de dirigentes del PRO se reprodujo la charla entre ambos. “Vos tenés que ser mi candidato a gobernador”, le habría dicho Bullrich. “Pero vos ya tenés a Iguacel”, contestó Ritondo. “Dejá que yo me encargo”, concluyó Bullrich antes de saludar y seguir su actividad proselitista.
La idea del ex presidente de meter bisturí en la Provincia sería más profunda. Hay quienes le adjudican un presunto plan para que el PRO unifique personería y vaya con un solo candidato a gobernador aun cuando haya Paso para la presidencial. Esa síntesis pretendería trasladarla a los distritos para evitar peleas “abajo”.
Larreta y Bullrich parecían ir por el camino de pulsear en todos lados. Macri, en su rol de ordenador y quizás gran elector en el PRO, buscaría achicar esas disputas.
Esa estrategia ordenadora dispara sospechas. Hay quienes creen que formaría parte de una movida mayor para el caso de que Macri se terminara decidiendo a ir por la revancha de 2019. En ese caso, tendría arreglado el tablero bonaerense y de esa forma, allanada una parte importante de las resistencias dentro de su propio espacio.
Mientras esas tensiones suceden, el radicalismo no termina de delinear un candidato a gobernador. “Es el nombre que menos importa, traccionan la boleta presidencial y la de los intendentes”, se excusan en el partido centenario con cierto desdén.
Hay nombres en la cancha como los de Maximiliano Abad o Gustavo Posse. Pero se demora el lanzamiento de una candidatura para la Gobernación con lo que otorga ventajas a los postulantes ya lanzados por el PRO. En la UCR prometen, de todos modos, que irán hasta el final con candidatos en todos los niveles para enfrentar a una o dos listas del PRO en la Paso de Juntos por el Cambio.
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