El pasado 2 de junio se celebró, en Argentina, el Día del Bombero Voluntario en homenaje a quienes todos los días brindan arriesgan su vida por sus comunidades, postergando sus intereses personales y muchas veces, a sus propias familias.
Nuestro país cuenta hoy con más 43.000 bomberos voluntarios, de los cuales sólo, aproximadamente, 7000 son mujeres. Una cifra que aumenta día a día gracias a todas las chicas que se animan a romper con los prejuicios y deciden formar parte de una institución que, históricamente, estuvo ligada al género masculino.
Así es la historia de Jessica Retamar, una de las pioneras en la zona. Oriunda de O´Higgins, Partido de Chacabuco, tiene 40 años y hace 20 que es bombera. Comenzó porque su mamá la invitó a ser parte y aunque, al principio tuvo muchas dudas, cuando entró no pudo dejarlo nunca más. “No estaba muy convencida porque en aquel momento me parecía que era algo muy de hombre, ya que no había mujeres en el cuartel. No sabía con qué me iba a encontrar en el grupo. Vivimos en un pueblo muy chiquito y me hice mil preguntas. Hasta que un día decidí hacer el curso y desde ahí nunca más lo solté”, confesó. Y agregó que “soy de la primera camada de mujeres bomberas en el grupo y la verdad es que me siento muy bien con mis compañeros. Nunca tuve problemas con nadie. Siento que Bomberos es mi segunda casa”.
En cuanto a las tareas que lleva adelante, Retamar especificó que es Oficial Mayor y que continuamente se está capacitando. “Lo hago a nivel personal, ya que el cargo no marca nada. Dentro del Cuerpo hay bomberos que saben muchísimo más que yo, pero quizá no han tenido la oportunidad de estudiar. El cargo no implica mayor responsabilidad”, aseguró y explicó que “las tareas que llevo adelante no son selectivas por género, es decir, hago lo mismo que hace cualquier hombre en el Cuartel”. Además, expresó “claramente, la mujer ganó mucho terreno en distintas cuestiones y hoy tenemos, en muchos ámbitos, las mismas posibilidades que tienen ellos”.
Jessica está casada con un bombero, tiene tres hijas y actualmente atiende un kiosco enfrente de la plaza del pueblo. “Toda mi familia tiene a bomberos incorporado en su vida. Ellos entienden y sienten mucho orgullo por lo que hacemos, aunque muchas veces no ha sido fácil”, confesó y agregó que “hemos tenidos muchos golpes. Esto no es sólo la parte linda. Duele cuando pasan cosas dentro del pueblo, he tenido muchísimos planteos y dolores que superar con el tiempo”.
En cuanto a sus hijas, contó que la menor de ellas, de sólo 12 años, quiere ser bombera. “Ella prácticamente nació ahí adentro y podría contar cosas que ni yo las recuerdo. Lo tiene muy presente porque es lo que le ha tocado. Toda su vida estuvo en el cuartel. Sabe más que todos nosotros”, manifestó.
Y respecto a sus experiencias, Retamar relató su último viaje a Corrientes donde se sumó a las distintas asistencias que se brindaron en la zona. “Fue una experiencia maravillosa. Nos encontramos con muchos amigos de la región y estuvimos trabajando en las guardias de cenizas” y agregó “siempre estoy dispuesta a ayudar e ir a donde me manden, porque cuando tenés la vocación no te importa y vas. Y a mí eso me encanta”.
Por último, Jessica rescató que en todos estos años aprendió muchísimo y siempre tuvo excelentes compañeros: “todo te va formando y haciendo como persona. Más allá de los 20 años que hace que estoy adentro, creo que siempre seré parte de la institución”.
Instinto maternal
Laura Gómez tiene 46 años, dos hijas y es miembro del cuerpo activo de Bomberos Voluntarios de la localidad de Roberts, en el Partido de Lincoln, desde hace 13 años. Además, integra la jefatura de la institución junto a dos mujeres más.
Laura es ama de casa y preside una cooperativa de barrido y limpieza que, a la hora de una emergencia, no le impide cumplir con su vocación de servicio; aunque advierte que, hay empleos que no lo permiten "tengo la suerte que en mí trabajo particular esto no es un impedimento; lo que sí pasa con otros compañeros es que, a pesar de que tenemos una ley que nos ampara, muchas veces no se respeta, corre por cuenta del empleador", afirmó.
Con respecto a la maternidad, Gómez aseguró que “los hijos de mujeres bomberos, como en el caso mío, ya nacen sabiendo que tienen una mamá con esta profesión; mis nenas se fueron adaptando a que hay momentos en los que una no está y tiene que salir con los bomberos. Nos vamos ayudando con la familia también, es un pilar fundamental el acompañamiento de ellos".
A lo largo de las décadas, la institución de bomberos a nivel nacional fue transformándose y se abrió a los cambios en cuánto al género de quien viste el uniforme "siempre fue una institución pensada para el hombre, el cambio de mentalidad y demás se da también porque se trata de fomentar desde adentro; nosotros tenemos un programa de género, emergencia y derechos humanos que nos forma para una política de integración y crecimiento orientada a la incorporación de mujeres; si bien mi cuartel nació, por suerte, con cupo femenino; hay otros cuarteles que han sido muy reacios a la incorporación de mujeres, pero no les quedó otra porque fuimos haciendo fuerza", aseguró Laura.
La psiquis de una persona es frágil y vulnerable a la hora de enfrentarse a situaciones que provocan dolor. Existen cientos de casos -en el país- de bomberos que han dejado de prestar servicio por quedar afectados psicológicamente a los hechos que les “toca” acudir.
Con respecto a ello, Laura cuenta que “una vez en un viaje de capacitación, volvíamos de Capitán Sarmiento y en plena ruta entre Salto y Rojas; se había producido un accidente con múltiples víctimas fatales, nos bajamos y nos pusimos a disposición. Cada bombero tiene un temor particular de vivir alguna experiencia, el mío es encontrarme con una criatura; nos tocó sacar víctimas y contener a la gente que estaba en las camillas para ser trasladadas y me entero que en el lugar había muerto un bebé; lo tenía al lado mío tapado y mi mente bloqueó esa imagen de tal forma que, hasta el día de hoy, solo recuerdo ver una tabla vacía con una manta blanca arriba. Creo que fue un acto de defensa de mi mente, ante el miedo que me genera pensar que puedo encontrarme con un chiquito en un accidente”.
Marcando la historia
Lía Chiattellino es hija de un bombero y dice que siente orgullo de ser una de las tres mujeres que integran el cuartel de Pasteur, una localidad ubicada a 90 kilómetros de Lincoln.
Una mezcla de adrenalina y sensaciones difíciles de explicar con palabras, es lo que siente Lía, cuando suena la sirena y parte rumbo a la emergencia. Tiene 39 años, no tiene hijos y su compañero de vida, también es bombero.
Hace poco más de tres años que el cuartel de Pasteur acepta a mujeres en su equipo y en este sentido, Lía afirma que “es difícil entrar a un lugar donde siempre fueron hombres los que integraron la institución, en nuestro cuartel somos tres mujeres y estamos haciendo historia porque somos las primeras”.
"Creo que las mujeres siempre traen cosas positivas en los grupos; desde el inicio fuimos muy bien aceptadas las tres; en el cuartel no hay diferencias; no porque sea mujer tenés que limpiar el piso, acá todos hacemos todo; somos todos iguales. Ahora somos tres mujeres y 30 hombres; pero ya los vamos a igualar”, afirmó entre risas.
Y agregó “es un gran avance que incorporen mujeres. Antes ser bombero era un trabajo de hombres, porque la mujer estuvo vista de otra manera; hoy en día cambió mucho la sociedad. Considero que la mujer puede hacer lo mismo que el hombre, quizá nos ganan en fuerza, pero nosotras podemos hacer el mismo trabajo que ellos; es más, en otros cuarteles de bomberos, hay jefas que son mujeres”.
Igualdad de género
“Entré con 12 años siendo cadete, me había invitado una amiga, fui y ahí quedé. Hace 16 años que estoy en la institución; arranqué por curiosidad y hoy puedo decir que es una vocación”, afirmó Natalí Echave, una de las seis mujeres bomberas del cuartel de Florentino Ameghino.
Con respecto a la presencia de la mujer en un cuartel de bomberos, Echave dijo que “es importante porque siempre estamos en el detalle, por ejemplo, en un accidente somos un poco más sensibles a la hora de atender a una víctima; en la parte de contención lo hacemos de otra manera, tenemos más compasión; hay hombres que también lo pueden hacer, pero, las mujeres lo hacemos de otra forma y podemos llegar de otra manera a la gente”.
“A la hora de trabajar en una emergencia, somos iguales que los hombres, todas nos llevamos bien con los varones, no está eso de ‘no se puede hacer porque ese trabajo es de hombre’, al contrario, todos hacemos lo mismo, de hecho, en mi caso, soy chofer de autobomba”, contó Natalí.
Muchas veces, se lo etiqueta al bombero como un héroe y se deja de lado el hecho de que detrás de esa persona vestida de traje inflamable, se encuentra un ser humano común y corriente con herramientas para salvar vidas y apagar incendios. Con respecto a eso, Natalí dijo que “siempre recalco que nosotros no somos superhéroes, somos seres humanos con una cuota de ayudar al prójimo y con vocación. A mí lo que me enorgullece mucho es el agradecimiento de la gente que nos ayuda e impulsa a continuar con esta vocación; me ha pasado que la gente en forma de agradecimiento viene y te da un abrazo y eso es muy gratificante para mí”, remarcó.
Fuerte vocación de servicio
En Vedia, partido de Leandro N. Alem, desde hace ocho años comenzaron a aceptar mujeres en el cuartel. Por eso, cuando Araceli Bracco terminó la secundaria no pudo formar parte. Recién en el año 2014 abrieron la inscripción, realizó el curso e ingresó con la primera camada de mujeres. Hoy tiene 36 años, es Ayudante Principal y está estudiando materias de segunda categoría para seguir ascendiendo. Además, tiene dos hijas de 13 y 16 años y es docente. “Al principio me generaba miedo e incertidumbre porque era la primera vez que había mujeres en el Cuartel y uno no sabía cómo iba a ser. Pero la verdad es que todo fue muy bien, con los bomberos hay mucho compañerismo y apoyo. Me gusta ser bombero, me gusta ayudar”, relató y agregó que “es algo que uno lo tiene que sentir porque a veces suena la sirena cuando estás con tu familia y te vas para ir ayudar a alguien. Si uno no lo siente, no se puede, es algo se lleva adentro”.
Luego, confesó que “entré a bomberos porque todos los días pasaba por el cuartel y veía las cosas que hacían los chicos. Veía el compromiso y dedicación que le ponían a todo, entonces yo también quería formar parte de eso”. Y agregó que “cuando se dio la oportunidad, no lo dudé”.
Por otro lado, Araceli explicó que no le gusta que las llamen héroes o heroínas, porque les genera mucha responsabilidad y a veces, las cosas no salen como lo planean. “Ser bombera tiene una parte gratificante, que es cuando ayudás y las cosas te salen bien, pero bueno como todo oficio, hay veces que no todo sale como una lo espera y muchas veces volví de un servicio con un sabor amargo. En ese momento, están tus compañeros y familia, que te escuchan y apoyan”. Además, contó que “mis amistades son muy importantes. Tengo una amiga que siempre me apoyó y me banca en todas. Me puedo ir tranquila a hacer lo que me gusta, sabiendo que mis hijas están bien cuidadas”.
En cuanto a la gente de Vedia, Bracco agradeció el reconocimiento que siempre reciben. “La gente es muy agradecida porque es un pueblo y saben del esfuerzo que uno hace. Saben que cuando nos llaman, siempre estamos”. Y agregó que “nosotros lo hacemos de corazón. Somos personas que estamos al servicio a la comunidad, como muchas otras. Tenemos una gran vocación, somos una gran familia donde nos apoyamos mutuamente, porque sabemos que ser bombero es una pasión”.
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