Lo que parecía ser una muy lejana posibilidad escondida en el último rincón de las pesadillas de la principal colación opositora, esta semana comenzó a adoptar cierta dosis de verosimilitud. Lo que se daba por descontado en Juntos por el Cambio, se ha puesto en duda. No es poco: el valor agregado de la unidad por primera vez en mucho tiempo quedó bajo el fuego cruzado de sus principales dirigentes.
La cumbre nacional que animaron el PRO, el radicalismo, la Coalición Cívica y el Peronismo Republicano, tuvo como tema casi excluyente el debate en torno de la figura política del momento: Javier Milei. Y, puntualmente, sobre las alternativas existentes para intentar un acercamiento electoral con el diputado libertario, tal como fogonean los halcones del PRO liderados por Mauricio Macri. La cerrada negativa de radicales y del sector de Elisa Carrió de acercarse a Milei ganó una batalla que tomó cuerpo con el documento que alumbró tras aquella cumbre agitada. La guerra, en sentido figurado, claro, seguirá librándose.
En la Provincia, Juntos por el Cambio asiste a ese cuadro impensado hace algún tiempo. En el radicalismo ya hay dirigentes que dejan abiertos dos escenarios. Uno de ellos es que Juntos por el Cambio se mantenga tal como está sin agregados provenientes de la derecha. La otra, que no se descarta, es que si el ala dura del PRO se impone en su intento por ir a recolectar el electorado que se le está escurriendo rumbo a las alforjas de Milei, se termine configurando una coalición distinta y separada de sus todavía socios. Tampoco se trataría de un camino que no se haya explorado. Habría que rastrear en aquel asado que animaron hace casi un mes en la casa de San Isidro del exgobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey, los radicales Gerardo Morales y Ángel Rozas junto a peronistas no kirchneristas como el mandatario de Córdoba Juan Schiaretti, Florencio Randazzo y Graciela Camaño, además de Emilio Monzó y Rogelio Frigerio, la génesis de una virtual nueva sociedad electoral.
Las sospechas están instaladas y recorren el espinel opositor. Tanto, que algunos dirigentes se muestran convencidos de que la crítica reacción posterior al documento que le cerró la puerta a un acercamiento con Milei lanzada por Patricia Bullrich, habría sido motorizada por el propio Macri. La ristra de desconfianza es aún mayor. Los palos de Milei que recibe el PRO se descargan invariablemente sobre la humanidad de Horacio Rodríguez Larreta, otro de los presidenciables que compiten con Bullrich y el propio Macri. Demasiadas casualidades para el paladar de dirigentes y funcionarios que reportan al alcalde porteño.
Aquella tensión que procuró ocultarse en la letra fría del pronunciamiento de Juntos por el Cambio, puede que empiece a generar rebotes más fuertes en la Provincia. Se habla de una inminente movida publicitaria callejera tendiente a instalar a uno de los candidatos lanzados para la Gobernación asociado a las aspiraciones presidenciales que acuna Macri bajo el formato de su “segundo tiempo”, acaso, de la mano de una coalición reconfigurada. El Frente de Todos bonaerense brindó, mientras tanto, una nueva señal de diferenciación del albertismo. La conformación de una mesa bajo la pomposa definición de “institucionalización”, no es más que la decisión de tomar distancia de la Casa Rosada en sintonía con la disputa abierta entre el Presidente y Cristina Kirchner.
Ese movimiento quedó patentizado en la ausencia de las espadas bonaerenses de Alberto Fernández, excluidas del ámbito del que surgirán decisiones políticas del oficialismo en el principal distrito del país. Esa señal parece reafirmar las versiones que surcan desde hace tiempo en el oficialismo: las que dan cuenta de que habría un muy fuerte repliegue del kirchnerismo en busca de alambrar la Provincia y conservar el gobierno provincial en 2023.
Esa eventual decisión -que tendría que ver con la visión fuertemente negativa que el kirchnerismo tiene de la marcha del gobierno nacional y el consecuente escenario negativo que visualiza ante la compleja empresa de retener el Ejecutivo nacional-, puso en guardia a Axel Kicillof. El Gobernador decidió acelerar el proceso de instalación de su candidatura, aunque seguirá sin hablar puntualmente de la reelección. Inició una carrera contrarreloj en procura de mostrarse como el aspirante “natural” del Frente de Todos. Todo, ante la eventualidad de que La Cámpora acelere y que aquel repliegue se corone con un nombre distinto al del actual mandatario.
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