Va cayendo el sol sobre Playa Grande y se enciende uno de los clásicos de la temporada de verano en la Costa: el after beach protagonizado por jóvenes cargados de heladeritas con bebidas y hielo y los parlantes necesarios para desatar la fiesta ahí nomás, a la orilla del mar.
Es una tendencia que se observa en plena época de escalada de casos de Covid, en que la costumbre conserva las mismas características que en un verano cualquiera: sin aforos, sin barbijos y sin distancia social.
Es por eso que a pesar de sus ventajas frente a la nocturnidad (el after beach empieza antes y permite que la noche no se extienda tanto como la de los boliches), la tendencia empezó a preocupar en algunas localidades balnearias con amplia demanda de testeos, como Pinamar.
El after beach está permitido porque es un verano sin aforos y en que la actividad recreativa no tiene restricciones. Lo que sí prohíbe la normativa vigente en casos como el de Playa Grande, es el consumo de alcohol en espacios públicos. Y a pesar de que se hacen controles en los accesos a la playa al caer el sol aparecen los tragos, suena la música y empieza el baile a la orilla del mar.
Cuesta desplazarse en esa apretada concentración de jóvenes que se extiende más o menos entre las 19 y las 22. En algunos casos se trata de reuniones espontáneas, en otros de eventos organizados por algunos paradores que proponen bailar y divertirse en malla y con el mar de fondo.
El bolsillo incide
Entre los motivos a los que se refieren los jóvenes a la hora de preferir este tipo de diversión a la de los boliches, uno es el económico. “No gastás tanto como si fueras a un boliche y no te quedás tan tarde”, decía un joven en un after y agregaba que “hay que elegir, una cosa a la otra. Al boliche se va algunas noches puntuales, al after podés venir cada tarde”.
Los jóvenes que participan de la movida suelen poner música con parlantes pequeños que tienen conexión bluetooth. Pero también están los que llevan a la playa parlantes más grandes que requieren de dos personas para poder trasladarlos.
Así empieza a generar el clima propicio hasta llegar a las fiestas en los paradores o en las playas que se transformaron en una opción que desplaza cada vez más a la noche tradicional de los boliches.
Si bien la que impera en estas fiestas es la música electrónica que sale de los parlantes o la bandeja de un DJ, también hay casos en que las que animan las reuniones son bandas en vivo que tocan temas conocidos que invitan a ser coreados.
Los jóvenes que eligen los after beach suele ir a la playa a la mañana o directamente a la tarde. Acostumbran llevar la conservadora llena de botellas de bebidas variadas para armar los tragos.
Cuando alrededor de media tarde uno de los participantes sale a buscar hielo, la fiesta arranca. En algunos casos se pide delivery de alcohol y se lo lleva directamente a la playa. Entonces se toma, se escucha música y se baila sobre la arena hasta que llega el momento de dejar la conservadora y partir hacia algún parador donde recibir la noche bailando en malla a orillas del mar.
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