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Axel Kicillof anunció el regreso a clases presenciales en distritos del interior con bajo nivel de contagios.
PANORAMA PROVINCIAL

Las tensiones políticas que anidan detrás de anuncios de flexibilización de la cuarentena

Los anuncios no generaron demasiadas sorpresas, quizás, porque en la mayoría de los casos se trata de dotar de una suerte de marco legal a lo que desde hace semanas se impuso por necesidad en amplios sectores de la geografía bonaerense. Axel Kicillof terminó de blanquear con la flexibilización de una serie de actividades, que el hartazgo por una cuarentena extenuante había dejado a buena parte de la población desafiando las disposiciones oficiales.
No hay ciudad en la que no estén funcionando desde hace algún tiempo los bares con las mesas en las calles. La Provincia recién ayer dio la autorización para que estos comercios cuenten con la protección de no ser clausurados ante una eventual inspección de los municipios. Esa cobertura, en rigor, funcionaba de hecho, porque ningún intendente estaba aplicando el poder de policía, excepto en casos extremos, para oponerse a una de las actividades que resultaron gravemente asfixiadas por el aislamiento y el desplome de la economía.
Claro que los permisos para bares, el inicio de grandes obras privadas, las reuniones de jóvenes en espacios abiertos y el retorno a la actividad del personal doméstico están sustentados en los niveles de contagios por coronavirus que vienen cayendo desde hace seis semanas en el Gran Buenos Aires y La Plata. Esta semana el promedio fue de 3.500 frente a los 5.000 de hace casi un mes.
Ese dato alentó a Kicillof a flexibilizar. Cuentan que parte de esa decisión estuvo empujada por Horacio Rodríguez Larreta. El alcalde porteño fue quien aceleró para que volviera el personal doméstico y el Gobernador, a regañadientes, accedió aunque sin que se le despejara el temor ante la eventualidad de que se termine elevando el uso del transporte público cuya restricción juzga vital para que no gire hacia arriba la curva de contagios. Acaso la devolución de gentilezas llegara por el lado del frustrado permiso para que volvieran los shoppings que finalmente Capital Federal no pudo autorizar y que la Provincia no tenía en sus planes.
A las aulas
El avance para que retornen las clases de manera acotada en por ahora 24 distritos del interior donde existen nulos o muy pocos contagios reconoce una mezcla de factores. Existe una creciente presión social para que la actividad escolar, de a poco, comience a retomar ciertos carriles de normalidad. También, la necesidad de revincular en forma imperiosa a miles de estudiantes que no tuvieron continuidad pedagógica o, como se define oficialmente, presentan “trayectorias educativas vulneradas”. Se trata de unos 274 mil estudiantes de los niveles primario y secundario que desde fines de marzo han perdido contacto con la educación virtual o su vinculación es esporádica.
La cuestión política también cruza este debate. La Nación recién dio autorización para resetear el machucado ciclo lectivo pandémico cuando el gobierno bonaerense presentó sus protocolos para la vuelta a clases. Así, evitó, en medio de idas y vueltas, que Capital Federal hiciera punta con la vuelta a las aulas por la que venía reclamando desde hace semanas.
Esos enjuagues remiten a las versiones que circulan sobre eventuales cambios en el equipo nacional. Cerca del Ejecutivo bonaerense aseguran que Kicillof no se subirá al coro que alientan sectores del propio oficialismo para que el Presidente meta mano en su equipo. Esta decisión no implica que se siga con atención la marcha del proceso económico, que de alguna forma impacta sobre una cuestión que la Provincia no logra resolver: la renegociación de su deuda con acreedores externos.
La oposición asiste a sus propios dilemas en medio de los avatares oficiales. La consolidación del grupo de intendentes denominado “Dorrego” se inscribe en la fuerte puja de poder que en forma subterránea se desarrolla en Juntos por el Cambio por un liderazgo bonaerense que asoma vacante a partir del enigma que representa el futuro político de María Eugenia Vidal. Los alcaldes del Pro Jorge Macri (Vicente López), Néstor Grindetti (Lanús), Diego Valenzuela (Tres de Febrero) y Julio Garro (La Plata), ensayan su propia puesta en escena con la idea de comenzar a conducir, desde el anclaje territorial, un espacio de poder en la coalición opositora. Esa pretensión busca influir en eventuales decisiones que algunos sectores de Juntos por el Cambio comienzan a percibir con cierta dosis de certeza. Creen estos alcaldes que puede existir alguna avanzada porteña para imponer en futuro candidato a gobernador. Esa sospecha se robusteció cuando el vicejefe de Gobierno de Capital Federal, Diego Santilli, apareció en un encuentro con dirigentes de La Matanza.

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