La negociación por la deuda bonaerense comienza a transitar días decisivos. Un tiempo de descuento plagado de tensiones y amagues que ensayan tanto los bonistas que tienen la llave para destrabar el intríngulis planteado en torno del vencimiento de 250 millones de dólares, como del gobierno provincial que insiste en que no cuenta con los recursos para hacer frente a ese desembolso y plantea postergar el pago hasta mayo.
La idea de Axel Kicillof de patear el vencimiento es mirado con recelo por los fondos tenedores de un volumen de títulos que los transforman en actores centrales para cualquier acuerdo. Sin su concurso, la Provincia tendría prácticamente vedada la posibilidad de llegar al piso del 75% de adhesiones de los acreedores, indispensable para conducir a buen puerto el inicio de la previsible reestructuración de la deuda provincial.
En la Provincia insisten en que no hay plan alternativo al de lograr la postergación del vencimiento de la deuda
Esos bonistas consideran que el Estado bonaerense estaría en condiciones de pagar. Sostienen que se trata de un vencimiento de escaso volumen y que, por lo tanto, la Provincia podría ensayar algunas alternativas para hacerse de los recursos. Toman el ejemplo de las provincias de Chaco y Córdoba, también de Capital Federal, que salieron a aspirar pesos en el mercado doméstico para cancelar sus obligaciones en dólares. De hecho, Buenos Aires lo hará el 31 de este mes para cancelar unos 10 mil millones de pesos.
Algunas usinas del mercado emanan esa alternativa de solución. Sugieren, incluso, que parte de esos pesos podrían provenir del Banco Provincia en un acuerdo en el que intervendrían otras entidades financieras locales. Una suerte de préstamo puente para evitar el default que sobrevendría el 5 de febrero si es que la Provincia no cancela el vencimiento.
Existen otras versiones que también llegan del entorno de algunos fondos que agrupan a bonistas: las que hablan de algún “gesto” del Estado provincial para incentivar a los tenedores a aceptar la postergación del vencimiento de los 250 millones de dólares. Por caso, la posibilidad de un pago parcial que sería tomando como un gesto “de buena voluntad”.
Por ahora cerca de Kicillof niegan cualquier plan alternativo al de lograr el acuerdo liso y llano de postergar el vencimiento. Si existe una diagonal abierta para el entendimiento, difícilmente sea reconocida oficialmente en medio del tironeo.
Dudas e interrogantes
Una pregunta sobrevuela en la cabeza de los inversores. Si la Provincia asegura no estar en condiciones de pagar los 250 millones de dólares que originalmente debía cancelar hoy, ¿cómo hará en mayo para hacer frente a los 120 millones de dólares adicionales que se sumarán para ese mes? En el gobierno bonaerense confían en que para entonces la Nación tendrá resuelta su propia negociación, de manera tal que habrá un camino allanado para continuar por ese mismo sendero.
La Casa Rosada mira con atención el desenlace de ese diálogo. Si bien la deuda de ambas jurisdicciones está legalmente separada, un eventual default bonaerense podría empinar aún más la cuesta para la negociación que la Nación debe comenzar con sus propios acreedores. Más aún luego de que la Casa Rosada hablara de estrategias “coordinadas” con Kicillof.
La semana que acaba de concluir mostró reacciones en ese sentido: el riesgo país superó los 2.000 puntos luego de que la Provincia reconociera que no logró, en el primer tramo de la negociación, convencer a la mayoría de los bonistas de que acepten postergar el cobro de su acreencia y resolviera estirar la negociación hasta el límite del 5 de febrero.
La cuestión de la deuda habría sido uno de los temas de análisis en los diálogos que mantuvieron Alberto Fernández y Kicillof en la gira que compartieron por Israel. No sería el único: también, la forma de aceitar la coordinación entre ambas administraciones en otros aspectos de gestión más allá de la cuestión financiera.
El Gobernador se aprestaría además a ensayar por fin algún acercamiento con el poder territorial del peronismo al que por ahora gambeteó en la asignación de cargos de importancia en su gabinete. Recostado en su propio núcleo de confianza y en los soldados-funcionarios con que Cristina Kirchner nutrió su tropa, ahora parece dispuesto a cerrar filas con los intendentes, que han conseguido en la Nación con Fernández representación en importantes espacios de decisión.
En la Provincia tendrían menos de lo esperado originalmente, cuando se imaginaron columna vertebral del equipo de Kicillof.
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