El sonoro cachetazo que recibió en las urnas el oficialismo bonaerense aún retumba en los despachos de la Gobernación. María Eugenia Vidal estaba convencida de que el complejo cuadro social y económico que venía palpando le terminaría inclinado la cancha electoral. Presagiaba una derrota frente a Axel Kicillof, pero ni en sus peores sueños imaginaba que la diferencia con el candidato del Frente de Todos terminara siendo tan amplia.
El escenario que quedó plasmado en las Primarias parece poco probable de revertir pese a los esfuerzos del discurso oficial. El 50 por ciento de los votos que orilló Kicillof habla de una decisión mayoritaria de inocular un voto castigo al Gobierno del que Vidal no logró zafar pese a que su imagen en la Provincia era superior en varios puntos a la del presidente Mauricio Macri. Aún así, aceptó la imposición de no desdoblar las elecciones.
Permeó el discurso del peronismo de asociar a la Gobernadora con Macri y de mostrarla co-responsable de una política económica rechazada por una abigarrada mayoría de argentinos. Esa habilidad se conjugó con otra decisión acertada: Kicillof, lejos de las especulaciones iniciales, terminó reteniendo el voto de la fórmula presidencial.
Incluso, en varios distritos superó los guarismos del binomio Fernández- Fernández.
Ahora, la carrera que comenzó a correrse rumbo a las generales de octubre encuentra a los dos principales contendientes imaginando futuros distintos. El ex ministro de Economía volverá a trajinar distritos del Interior bonaerense en los que cree que tiene margen para mejorar. Y de paso, traccionar para que candidatos locales puedan arrebatarle al oficialismo gobiernos municipales.
En silencio comenzó a trabajar en algunas medidas para el caso de que, si no se produce alguna cabriola política, deba instalarse en La Plata desde el 10 de diciembre. Algunos ex funcionarios que pasaron por la Provincia forman parte de su equipo de consulta, en especial en Economía y Seguridad. Cerca de Kicillof ya barajan la idea de que una de las primeras medidas que habría que tomar sería la declaración de las emergencias educativa y social. También se habla de avanzar con la idea de regionalizar la Provincia, un proyecto que alguna vez intentó Daniel Scioli pero que no prosperó producto de resistencias e intrigas distritales. También se ha puesto la lupa sobre la futura Legislatura.
Y el enigma que genera el hecho de que prácticamente no contará con dirigentes propios en ambas cámaras. Scioli padeció la misma situación y nunca quiso o pudo, conformar una tropa afín. “Axel no es Scioli”, señalan casi como una obviedad cerca del candidato. ¿Un sector propio más allá de La Cámpora? Se verá.
Para Vidal el desafío de octubre propone metas diversas. La más compleja surge del objetivo inicial maltrecho luego de las Paso: ir por la heroica e intentar dar vuelta el resultado. Cerca de la mandataria prometen una campaña bien provincial, en la que intentará que se ponga en consideración su gestión. Ese objetivo requiere de algunas decisiones fuertes. La primera, desprenderse de la estrategia de la Casa Rosada. De hecho, para las elecciones generales el diseño de campaña será puramente vidalista, sin la omnipresencia de Marcos Peña y Jaime Durán Barba.
El correlato de la nueva estrategia implicará necesariamente acotar las actividades con Macri.
La desgastada figura del Presidente también se ha transformado en un dilema para los intendentes del oficialismo. La mayoría de ellos, en particular en el Conurbano, se abrazó a la premisa de trabajar la boleta completa. Y casi todos terminaron siendo superados por el peronismo.
El comando vidalista que se reunió con el resultado electoral aún humeante, resolvió que la premisa de los alcaldes para octubre debe ser intentar retener sus territorios. El objetivo implica desatarles las manos y librarlos de precintos partidarios para que puedan trabajar con ese fin. Traducido: si consideran necesario ensayar alguna alquimia con la boleta del Frente de Todos para inducir el corte, no habrá reproches al menos desde la Provincia.
El gesto implica el reconocimiento de que la elección bonaerense se ha tornado una cuesta demasiado empinada. También que el oficialismo, al menos en la Provincia, comenzó a olfatear un futuro de reconstrucción, acaso, fuera del poder.
Un eventual post macrismo requeriría ciertos anclajes en el territorio. Un sendero que quizás deba transitar Vidal. Si fuera así, los intendentes podrían jugar un rol protagónico en ese eventual renacimiento que anotaría a la Gobernadora como una de sus cabezas visibles.<
PANORAMA PROVINCIAL
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