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La mujer relató el calvario que vivió desde que era una adolescente.
MUJER CONVIVIÓ 30 AÑOS CON EL TERROR

“Tiene que quedar preso, porque si sale, viene a buscarme y me mata”

Los hijos de la pareja también padecieron maltrato y denunciaron al padre, que fue detenido en La Plata: ahora afronta una causa por amenazas, lesiones, privación ilegal de la libertad y abuso sexual.

Después de 30 años, la noche del jueves reconoció la sensación del alivio cuando apoyó la cabeza en la almohada, pero advierte que el círculo de la violencia no se rompió del todo: “Tiene que quedar detenido. Que no salga más, porque si sale viene a buscarme y me mata”, dijo la mujer del hombre que fue detenido en una vivienda de La Plata, lugar que compartieron en familia hasta el jueves, cuando se cortó una historia de violencia que arrancó en el sueño de una chica de 13 años.
Hoy de 43, S.S. (se usan sus iniciales para preservar su identidad) fue liberada de un último capítulo del sometimiento por parte de J.D, quien la mantuvo cautiva durante un mes, según la investigación que se inició a instancias de una denuncia surgida del propio seno familiar.

Familia sometida
“Puedo decir que estuve presa en mi propia casa”, indicó S.S. aludiendo al último tramo de convivencia en el que su esposo también pasaba día y noche allí, tras perder su trabajo como empleado de maestranza en una empresa. Pero la mujer aseguró que eso no fue una modalidad nueva del abuso: “Siempre fue así. Si salía era porque iba con él. A donde fuera. Incluso, por cosas de los chicos no me dejaba sola. Era una cuestión enfermiza de celos y maltrato lo que vivía”.
Así, siempre. “Nos conocimos cuando yo tenía trece años. A los seis o siete meses empezó a pegarme. Después me pedía perdón y yo lo disculpaba”, contó ella.
La violencia fue una constante, pero la mujer no recuerda que fuera parte del nacimiento de la relación: “Me crié sola con mi mamá. Creo que me faltó tener un ideal de hombre porque no tuve trato con mi padre. Nunca imaginé algo así”.
Lo que no imaginó S.S fue una vida en la que para su esposo ella terminaría siendo una posesión. “Para mí era algo normal acceder a lo que él quisiera, porque no conocía otro estilo de relación”, explicó.
El abuso sexual, los golpes y los gritos eran algo común en la casa. Los hijos fueron testigos de la violencia que sufrió la madre y, según indicó S.S., también la padecieron: “Ellos también sufrieron desde chiquitos esta secuencia, con discusiones, maltrato físico y psicológico”.

“Un tipo perfecto”
La personalidad violenta de J.D. que se exhibe en la denuncia de sus familiares, era desconocida en el barrio. “Menos para nosotros y los vecinos que tenemos a cada lado de la casa, que escuchaban todo, para el resto es un tipo perfecto”, apuntó la mujer.
El matrimonio tuvo cuatro hijos. Dos varones que hoy tienen 26 y 21, y dos mujeres de 14 y 11. “Los más grandes padecieron más su forma violenta, pero ahora también les estaba afectando a las chicas”, indicó S.S.
La preocupación y el hartazgo de los varones por la convivencia en una permanente escena de tensión y amenazas activaron una salida. “Mi hijo mayor quiso hablar con él para ver por qué era todo esto, que se cortara, que dejara de tratarme como una basura y pegarme. Pero no tuvo respuesta porque él directamente no le dirigía la palabra. Era como si no lo escuchara”, dijo.
Así, los jóvenes decidieron avanzar y denunciaron la situación ante la Policía. La negativa al diálogo con los hijos mayores era otra constante últimamente. Para la mujer, los desequilibrios que padecían en la casa se agudizaron con el consumo de alcohol y drogas. “Creo que eso lo afectó al punto de que no podía sostener una conversación coherente. Cuando los chicos querían hablarle los ignoraba. Entonces, yo hacía de intermediaria, le explicaba lo que le querían decir. Creo que su estado psíquico se fue agravando en los últimos meses, desde que se quedó sin trabajo y estaba todo el día acá, en la casa”.
En este último periodo, la mujer perdió todo contacto con el mundo exterior. Salió cuando llegó la respuesta a la denuncia que se realizó el jueves por la mañana. Por la tarde, la cuadra se llenó de policías y personal de la Dirección de Investigaciones (DDI) lo sacó esposado. S.S. miraba desde un costado protegido. “Salí a la calle cuando me dijeron que venía la policía. El estaba acostado y yo no quería que me viera en el momento en que lo llevaban”, dijo la mujer sin disimular un gesto de incomodidad.

Causa judicial
Ahora, se instruye una causa judicial en la que intervienen la fiscalía en turno del Fuero de Flagrancia y el Juzgado de Garantías a cargo de Jorge Moya Panisello.
J.D. afronta una causa por amenazas, privación ilegal de la libertad y abuso sexual agravado contra su esposa. En la casa del barrio Aeropuerto, mientras la mujer hablaba, los hijos mayores iban y venían con sus labores y acompañados por sus novias, pero sin perder detalle de las palabras de su madre.
“Él siempre me decía: ‘si me denunciás, salgo, quemo la casa y te mato porque si no sos mía no sos de nadie’”, concluyó S.S.

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