Como ha sucedido después de cada derrota electoral, el PJ bonaerense empezó a crujir internamente. La caída del último domingo, la tercera consecutiva sin contar las Primarias Abiertas porque en rigor no son una competencia entre las distintas fuerzas, apuró una suerte de cinchada entre los distintos sectores para establecer quién o quiénes deben manejar la reconstrucción.
El peronismo, hegemonizado por el kirchnerismo/cristinismo desde 2005, cayó en las elecciones de 2013, cuando Sergio Massa pegó un portazo, arrastró a varios alcaldes y armó su frente propio; en 2015, año en que María Eugenia Vidal desalojó a ese partido de la gobernación después de 24 años seguidos; y finalmente el último domingo. La imagen de esa derrota fue Cristina Kirchner.
Desde el punto de vista estrictamente técnico, el mandato de las actuales autoridades del justicialismo provincial vence en diciembre. Su actual titular, el matancero Fernando Espinoza, está en uso de licencia. Es que él y el resto de la conducción partidaria en los comicios recientes no compitieron con el sello del partido sino que lo hicieron bajo el paraguas de la agrupación que armó Cristina, Unidad Ciudadana. Fue, en rigor, con ese sello que perdieron las elecciones.
El PJ bonaerense oficial integró otro frente con otras agrupaciones pequeñas que se denominó Cumplir. Es el que postuló a Florencio Randazzo al Senado. Salió último en un duelo que tuvo cinco agrupaciones, debajo de la Izquierda. Es injusto endilgárselo al ex ministro de Transporte, porque en rigor compitió con un partido vacío, pero objetivamente fue un papelón histórico.
Espinoza retomó sus funciones esta semana. Y con él, todos los que se fueron hace cuatro meses. Muchos intendentes del conurbano, en especial los que lograron triunfar en sus distritos con Unidad Ciudadana, están interesados en levantar el partido, que ahora debe soportar una provincia pintada casi en su totalidad de color amarillo.
Por Carta Orgánica, Espinoza está obligado a realizar elecciones en diciembre, convocándolas dos meses antes. O sea, en este mes de octubre. La historia demuestra que el estatuto partidario tiene una laxitud casi infinita pero en este caso los dirigentes que secundan al matancero quieren tener los papeles en regla. Es que, sabedores de que la Justicia ha tomado nota de los nuevos tiempos políticos que corren, quieren alejar como sea la amenaza de una posible intervención judicial fomentada por los estrategas de Cambiemos, que han demostrado saber cómo hacer maldades.
En el escenario perdidoso actual en el que se encuentra inmerso el partido, puede que surjan y hasta choquen dos posturas diferentes.
Hace diez días, en el acto de cierre de Cristina que se hizo en Racing, Espinoza fue intimado por los intendentes para reunir al Consejo partidario -el órgano ejecutivo- con el fin de hacer la convocatoria. Querían, incluso, que ese mitin fuera antes de las elecciones. Pero el matancero logró posponer el encuentro, acaso especulando con que un triunfo de la ex presidenta lo posicionara impecablemente para buscar una reelección. Es que Espinoza terminó siendo uno de los hombres más cercanos a Cristina en su etapa de candidata a senadora.
Finalmente el encuentro será hoy a la tarde, en la sede de Matheu 130. Puede salir un llamado a elecciones internas o tal vez una convocatoria a un Congreso del partido -el órgano máximo de conducción, donde están representados todos los PJ distritales- para que sea éste el que fije, eventualmente, un esquema de conducción. No sería la primera vez que sucede.
En el escenario perdidoso actual en el que se encuentra inmerso el partido, puede que surjan y hasta choquen dos posturas diferentes en la reunión.
Una: la que, en charlas privadas, dicen esgrimir y estar dispuestos a defender algunos alcaldes ganadores, como Gustavo Menéndez (Merlo), Martín Insaurralde (Lomas) y otros más con aspiraciones de conducción. Es la que defiende la realización de internas para empezar a “descristinizar” al PJ provincial.
Dos: la que, como ha sucedido otras veces, propondría no hacer grandes cambios inmediatos, recuperarse “lentamente” de la derrota, resaltar la conveniencia de “un gesto de unidad”, no incurrir en los “gastos innecesarios” que demanda un comicio en serio y demás etcéteras que, en definitiva, apuntan a renovar lo menos posible. Espinoza estaría en este lote, convencido de que, dado que el peronismo cayó en casi todo el país, la derrota de Cristina no es una noticia tan demoledora.
La ex presidenta, por cierto, avisó en la noche del domingo que la oposición a Macri debe hacerse fortaleciendo Unidad Ciudadana con otras fuerzas políticas. Imaginaría al PJ dentro de su reciente creación y no al revés. Por eso, más allá de que nunca le interesó el partido, tendría intenciones de incidir en el futuro del sello provincial a través de su gente de confianza: alcaldes cercanos, legisladores que le responden y, claro, La Cámpora, la agrupación que lidera su hijo Máximo y que es urticante para la mayoría de los intendentes justicialistas.
COMENTARIOS