La desaparición de Santiago Maldonado, que a esta altura es una crisis política para el gobierno nacional, estalló en la incipiente campaña electoral para las legislativas de octubre. Es una mala noticia para el oficialista frente Cambiemos que, según algunos sondeos que se trafican en el poder, arranca la carrera con una leve ventaja sobre Unidad Ciudadana, la alianza que postula a Cristina Kirchner y que se impuso por muy poco en las Primarias de agosto pasado.
Por donde se lo mire, es un tema incómodo para los candidatos principales del oficialismo. Eso admiten en el gobierno provincial, que se ha fijado como prioridad salir a la caza de nuevos votos en dos universos posibles: aquellos electores que en las PASO se inclinaron por la fuerza 1País, de Sergio Massa, y el amplio espectro que no fue a votar en agosto, sobre el que tratarán de hacer un trabajo de persuasión para que sí concurra en octubre.
Ante ellos, Esteban Bullrich, Gladys González, Graciela Ocaña y demás postulantes de todos los niveles deberán tener armado un discurso sobre la desaparición de Maldonado en el sur y la sospecha que recae sobre la Gendarmería Nacional. Por ahora, explican en la gobernación, el vidalismo es casi un espectador del problema.
En los timbreos que realizan funcionarios y candidatos, que no se interrumpieron luego de las Primarias pero que son difundidos con cuentagotas, algunos hombres de Cambiemos se chocaron con lo inevitable: ante auditorios poco afines ha surgido la embestida, el cuestionamiento, la pregunta maldita: “¿Dónde está Santiago Maldonado?” La propia gobernadora María Eugenia Vidal fue increpada hace un par de días en plena vía pública. El video está en la web.
“Son hechos más bien aislados”, explican desde la gobernación. En efecto, hasta el momento el caso Maldonado no estaría teniendo un impacto decisorio en el electorado bonaerense, abundan las fuentes. O, en todo caso, no sería un factor que lleve a cambiar el voto propio tanto para Cambiemos como para Unidad Ciudadana.
La cuestión es cómo impactará el caso en ese electorado considerado más volátil, aquel que el oficialismo se fijó como prioridad. Como se dijo: los votantes de Massa en agosto y los nuevos electores. Estos últimos no son pocos. Es que la diferencia entre los que estaban habilitados para sufragar en las Primarias y los que efectivamente concurrieron a las urnas fue de poco más de 3 millones de personas.
Los voceros oficiales admiten lo obvio: que lo ideal para Cambiemos en la Provincia sería que el tema no se mantenga en el tiempo para que no se convierta en uno de los grandes ítems de la campaña en ciernes. Los candidatos del macrismo preferirían hablar de la pila de obras públicas que se están empezando en tierra bonaerense o de cierto repunte de la actividad económica, en vez de dar explicaciones sobre el destino del joven que desapareció en la zona reclamada por los mapuches.
Acaso cierta sobreactuación en la que incurren dirigentes del kirchnerismo sea aplaudida en Cambiemos. Por ejemplo: Cristina con la foto de Maldonado durante una reciente misa en Merlo. Esa en la que fue cuestionada por la madre de una de las víctimas de la tragedia de Once. Sobre el tema: trascendió en medios políticos que la ex presidenta estaría buscando una foto con Sergio, el hermano de Santiago Maldonado. Por lo que se sabe extraoficialmente, la familia del tatuador no tiene afinidad política con el kirchnerismo.
Luego de la marcha del viernes último, en la que miles de personas reclamaron pacíficamente la aparición de Santiago y sólo un grupo de inadaptados desencadenó incidentes, la maquinaria de medición de la opinión pública que comanda el ecuatoriano Jaime Durán Barba puso manos a la obra. Los resultados ya estarían en el despacho del presidente Mauricio Macri. Por más que los voceros de Vidal aseguren que la gobernadora no condicionará su accionar, es altamente improbable que ella –que integra la mesa chica de Cambiemos- no conozca esos guarismos.
Hasta ahora, el mensaje en el búnker de campaña provincial respecto a cómo manejarse con el caso Maldonado parece ser conciliador: no entrar en una polémica con Unidad Ciudadana por este tema, que es lo que casi seguramente intentará la fuerza que comanda Cristina. Por cierto, el pedido kirchnerista para apartar a Gendarmería de la custodia del comicio y la exigencia de auditar el software que se usa para la carga de datos, pedidos que el Gobierno no concederá, parecen anticipar una eventual polémica en la noche del domingo 22 de octubre.
TRASTIENDA POLÍTICA
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