¿Y si Cristina, finalmente, no fuera candidata a senadora? ¿Y si la boleta del Frente de Unidad Ciudadana, la agrupación K sin el PJ oficial adentro, la encabezara Máximo Kirchner y llevara a Daniel Scioli como candidato para la Cámara de Diputados? ¿Y si la ex presidenta, como hará María Eugenia Vidal en Cambiemos, se propone ser la cara más visible de la campaña kirchnerista, pero no su postulante principal?
Estos interrogantes, que vienen sonando en el kirchnerismo hace un tiempo, no fueron develados anteayer, en el importante acto realizado en la cancha de Arsenal de Sarandí, corazón de Avellaneda.
Es más: la frase de Cristina diciendo “vengo a sumar como una más, a poner el cuerpo” puso algo nerviosos a los intendentes peronistas que la acompañan y que apuestan fuerte a que ella sea candidata –porque mide bien en sus distritos- y a que las listas nacionales y provinciales que se armen reflejen el poder territorial que ellos supuestamente ostentan.
Cristina es fiel a su estilo: en sus años de empoderamiento, siempre jugó al misterio hasta el final, al filo de los tiempos electorales. Sea por sí o por no, ¿por qué cambiaría ahora que está en el llano?
Cristina es fiel a su estilo: en sus años de empoderamiento, siempre jugó al misterio hasta el final, al filo de los tiempos electorales.
Es verdad que hay tiempo hasta el sábado para anotar a los candidatos que disputarán las Primarias en agosto y la legislativa en octubre. Cuatro días frenéticos en los que se puede seguir negociando. Dentro del kirchnerismo y, eventualmente, fuera de él.
Una lectura posible es que Cristina no anunció su propia postulación para no cerrar puertas antes de tiempo. O para evitar, si decide no presentarse en este desafío electoral, que intendentes que hoy la apoyan emigren sobre la hora a otros espacios si se enteran antes del cierre de listas que ella no quiere figurar en las boletas.
A esta altura parece imposible que Florencio Randazzo acepte cualquier invitación a sumarse a la “unidad” que pregona la ex presidente. Acaba de ratificar que se presentará en las PASO con Frente propio –Cumplir- y por eso mismo deberá lidiar con facciones minoritarias del peronismo que dicen que le van a dar pelea.
El ex ministro no puede decir ni “mu”: sería contradictorio con su pregonado ahínco por pelear una postulación con Cristina bajo las reglas de las Primarias Abiertas y dentro del paraguas del PJ.
Sorprendió en el acto de Sarandí una estética que remite a modos macristas. Escenario bajo, en el medio del lugar; “Ella” sola cerca de la gente; contar historias de vida de personas puntuales, identificables, en este caso perjudicadas por el ajuste realizado por el actual Gobierno nacional. Lo mismo, pero al revés, con casos de individuos que habían tocado fondo durante el kirchnerismo, hacía Mauricio Macri en la campaña que lo terminó depositando en la Casa Rosada.
No sorprendió, en cambio, la línea argumental del discurso: todo lo malo del país comenzó después que Cristina dejó el gobierno, como si la famosa “pesada herencia” no hubiera existido.
Fuentes del espacio kirchnerista afirman que lo que se buscó anteayer fue apuntalar algún tipo de operativo clamor entre hoy el sábado.
Ratificó la ex presidenta, además, que es una oradora dúctil, que sabe manejar tiempos, silencios y emociones.
Lo dicho: aunque no está nada cerrado, Cristina pareció pensarse más como la arquitecta de una unidad progresista antimacrista, aportando su experiencia, que como la candidata principal de la pelea legislativa de este año. “Hemos tenido todos los cargos. Ya no soy la joven que quería cambiar el mundo. Los años pasan para todos”, dijo.
Una fuente de su espacio consultada aseguró, sin embargo, que ese tipo de definiciones buscaron apuntalar algún tipo de operativo clamor entre hoy y el sábado.
Sin embargo, Cristina, como el resto de los políticos, consume encuestas. Esos sondeos hablan de un muy buen presente sobre todo en el conurbano, con picos en los que le gana cómodamente a cualquier postulante de un oficialismo que todavía no largó su propia campaña y tiene candidatos mucho menos conocidos que ella. Y esos números, que generalmente no se dan a conocer, también le marcan las cifras de aquellos ciudadanos que “jamás” la votarían. Dicen que también son números altos.
“Hay que poner un límite, poner un freno”. Esa frase de Cristina parece resumir el objetivo estratégico de su Frente de Unidad Ciudadana, cimentado en intendentes peronistas y partidos menores que, paradójicamente, detestan al PJ. Puede ser con ella al frente o no, se verá el sábado. No se detiene a pensar una interna con Randazzo, a quien sigue considerando un “empleado”. Quiere ser la “némesis” del presidente Macri. Y fue así desde que se negó a entregarle los atributos de mando, hace un año y medio.
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