Se sabe: la frase “no descartamos nada” en boca de un investigador significa que no hay una hipótesis más fuerte que otras, ni pistas que derrumben ni a las más inverosímiles, incluso las que vinculan con el caso a la propia Justicia. En definitiva, que todo es posible y en ese estado de situación parece encontrarse la causa que investiga las amenazas y ataques que denunció en la última semana el fiscal platense Fernando Cartasegna.
De alta, pero con licencia por tiempo indeterminado, el viernes se lo vio por las fiscalías de 7 entre 56 y 57, de donde salió en ambulancia el miércoles pasado después de que lo encontraron atado de pies y manos, con un cable en el cuello, amordazado y en shock.
Fuentes judiciales dijeron que había ido a entrevistarse con Betina Lacki, la fiscal que fue designada para colaborar con la investigación que ya instruye quien está en turno, Ana Medina. Además, señalaron que se ordenaron peritajes psicológicos y otras medidas para avanzar en las distintas hipótesis que se barajan, una de las cuales apunta a un mensaje mafioso vinculado con el trabajo de Cartasegna y otra a una cuestión ligada con su vida personal.
Hay otras que tampoco se descartan, aunque los pesquisas son muy cautelosos a la hora de mencionarlas, sobre todo porque no hay indicios firmes que las sustenten.
Lo que se sabe y lo que no
Aunque la noticia estalló el lunes, todo empezó el sábado pasado, cuando el fiscal -que todavía estaba en turno- fue abordado a metros de los tribunales por dos hombres y una mujer que vestían trajes policiales viejos, lo amenazaron y golpearon en la calle y lo metieron en un garaje de 8 entre 57 y 58, donde no hay cámaras.
El domingo, desconocidos rompieron el alambrado de la casa de Cartasegna, en Gonnet, le pegaron a su perra y tiraron a la vivienda vecina al pato que tiene como mascota. Ese mismo día dejaron panfletos comparándolo con Alberto Nisman. Esos afiches también aparecieron al día siguiente en las fiscalías.
Ya con custodia de la Bonaerense, en la tarde del miércoles pasado Cartasegna fue encontrado atado de pies y manos en su despacho de la UFI 4. Se sabe que las últimas personas que recibió en su oficina fueron los familiares del quintero José Luis Báez, asesinado en un asalto en Abasto, quienes ya prestaron testimonio para “verificar los horarios”, dijo un pesquisa.
Según Cartasegna, una vez que ellos se fueron se dispuso a cerrar para irse, cuando un hombre de contextura robusta lo redujo por la espalda y le puso un cable en el cuello. De acuerdo con esta versión, el agresor debió estar escondido en algún sector de la oficina, esperando el momento justo para atacar.
Forzó a su víctima a escribir con azúcar la palabra Nisman, le sujetó las manos con cinta de embalar, las piernas con soga de expedientes y le colocó papeles en la boca, además de amordazarlo. Recordó el fiscal que lo amenazó de muerte y lo obligó a marcar un número de teléfono. Aparentemente pretendía que fuera el alguno de sus hijos, pero él se negó y le indicó el de una ayudante de la fiscalía 9, de Autores Ignorados, también a cargo suyo. Ella escuchó sonidos extraños y llamó a la guardia del edificio, quienes ingresaron por la fuerza y encontraron a Cartasegna ya inconsciente.
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