Elisa Carrió ha despejado una de las incógnitas del escenario electoral bonaerense. El anuncio de que finalmente competirá en Capital Federal, sacó de escena a quien se suponía iba a ser un actor central en la disputa legislativa por la Provincia.
La líder de la Coalición Cívica se terminó allanando a los deseos oficiales. Ni Mauricio Macri ni María Eugenia Vidal la querían compitiendo en el principal distrito del país. Por diversas razones, preferían a un dirigente del PRO para encabezar la lista de senadores. Todo parece encaminado a que sea el ministro de Educación, Esteban Bullrich.
Si Cambiemos logra ganar en territorio bonaerense, una elección que aparece como difícil, el macrismo pretende quedarse con toda la gloria con la lógica de robustecer su capital político.
Carrió se había transformado en una piedra en el zapato en función de esa estrategia. En el PRO no quieren torear a la diputada, pero al mismo tiempo buscan que su protagonismo tenga niveles más bien módicos, al menos en el territorio que lidera Vidal.
Pueden que existan otros argumentos menos mezquinos, emparentados con la conveniencia del oficialismo. Lilita mide mejor en territorio porteño que en la Provincia y allí Macri necesita como el agua un dirigente capaz de bloquear las aspiraciones de Martín Lousteau y conservar indemne su propio terruño.
Aquellas señales de resistencia al desembarco bonaerense de Carrió venían desde hace tiempo. Por caso, la Gobernadora escuchó las denuncias por supuesta vinculación con el narcotráfico que la chaqueña formuló contra su ministro de Seguridad Cristian Ritondo y contra el jefe de la Policía, Pablo Bressi. Pero argumentó que no encontró ningún motivo real para separarlos del cargo. También absorbió sin inmutarse la embestida contra el ministro de Justicia, Gustavo Ferrari.
Esa coraza sobre sus funcionarios edificada por Vidal hacía de Carrió una candidata todavía más incómoda para el propio oficialismo. En términos del equilibrio interno del PRO, Lilita acaso haya producido un hecho más: se encargó de demoler la posible candidatura del intendente de Vicente López, Jorge Macri.
Sus denuncias sacaron de la cancha al primo del Presidente que buscaba afanosamente encabezar la lista de senadores bonaerenses. Quizás le haya ahorrado a Vidal el trabajo de vetar el apellido Macri.
La salida de Carrió de la escena bonaerense podría tener otras implicancias. Por lo pronto, se sabe que su deserción pretende que se compense en la lista de diputados nacionales y legisladores provinciales. Trascendió que reclama tres bancas para el Congreso y un tercio de las listas de aspirantes a la Legislatura.
Complejidades
Esa demanda enciende luces de alerta en otros sectores de Cambiemos. El radicalismo, por caso, no ha logrado aún definir con el PRO qué lugares tendrá en las listas. Tiene, como Lilita, aspiraciones amplias de conseguir lo que Vidal no le otorgó en las primeras líneas de su gabinete. Dirigentes de la UCR bonaerense observan atentamente la rebeldía de sus correligionarios porteños y los del Chaco.
La Gobernadora puede que esté frente a otra cuestión compleja: explicar cómo llevará de ministro a un empresario que fue puntal y ladero del ex polémico y poderoso secretario de Comercio del kirchnerismo, Guillermo Moreno. Diego Cifarelli es presidente de la Federación Argentina de la Industria Molinera y el elegido para hacerse cargo de una cartera que está vacante de hace casi cinco meses. Conjuga esa actividad con el cargo de tesorero en el club Sarmiento de Junín.
En esa ciudad las anécdotas sobre la estrecha relación del futuro ministro y Moreno son por demás jugosas. Por caso, participó de aquél recordado viaje a Angola que encabezó el ex secretario de Comercio en el que repartió cotillón contra medios de comunicación en pleno vuelo.
Nombres para Florencio
El peronismo también vive sus contratiempos. Florencio Randazzo da señales cada vez más contundentes en el sentido de que será candidato a senador en las Primarias de agosto.
Algunos dirigentes dejan trascender que ya tendría el nombre de quien encabezaría la lista de diputados nacionales: Felipe Solá. El randazzismo piensa en que el ex gobernador, hoy en el Frente Renovador, sería un buen antagonista para el caso de que el contrincante en la interna sea Daniel Scioli.
Seduce la idea de comparar gestiones en la Provincia. El alto voltaje estaría asegurado.
Otros sectores también pujan por la lista de diputados. Juan Manuel Abal Medina es empujado por el Movimiento Evita. También se habla de Julián Domínguez y del randazzista puro, Aníbal Pitelli.
Una porfía aparte libra Martín Insaurralde. El alcalde de Lomas de Zamora empezó a tomar distancia del Grupo Esmeralda, donde varios de sus integrantes como Gabriel Katopodis (San Martín) y Juan Zabaleta (Hurlingham) aparecen jugados con Randazzo.
Hay quienes hablan de que Insaurralde estaría reclamando la cabeza de la lista de diputados para él mismo o un dirigente de su entorno. Otras versiones indican que estaría redefiniendo su situación interna en el PJ a partir de los altos guarismos que conseguiría Cristina Kirchner en su distrito.
En esa misma lógica se estarían movimiento otros Esmeralda como Mariano Cascallares (Almirante Brown) y Fernando Gray (Esteban Echeverría).
Lo que hará la ex presidenta continúa siendo una incógnita. Mientras, sigue en pie la alternativa de la jefa comunal de La Matanza, Verónica Magario, como la eventual cabeza de un armado con sectores K que incluiría a Scioli y varios intendentes.
Sergio Massa busca por su lado salir de la idea de la polarización entre el oficialismo y el PJ. Su idea y su discurso pasan por instalar que la pelea es entre tres y que el escenario bonaerense es de tercios. Quienes diseñaron su campaña le aconsejaron recorrer distritos del interior -ayer estuvo en Chivilcoy- machacando contra la política económica del Gobierno y acentuando el perfil opositor. Por ahora, rehuirá de los grandes medios. “Es la primera vez que le está haciendo caso a sus asesores”, dicen cerca del tigrense. Varios de sus dirigentes no opinan lo mismo y quisieran verlo más expuesto, porque temen ser arrastrados por una disputa central entre Cambiemos y el peronismo que amenaza con monopolizar la elección.
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