Hace exactamente un año, en medio de reproches y broncas por la todavía reciente derrota en las urnas, el peronismo bonaerense iniciaba un proceso de fracturas internas. El estallido que sufrió el antes monolítico Frente para la Victoria tuvo como primera chispa la pelea por el reparto de los espacios de poder en la Legislatura bonaerense y recién después replicó en el Congreso y a nivel nacional.
Doce meses después, como quedó en evidencia en la semana que termina, el peronismo de la Provincia sigue sin poder encontrar un camino de unidad que le permita afrontar con chances el desafío electoral de 2017.
En el mismo escenario del estallido de 2015, los legisladores de los múltiples bloques en que se fraccionó el peronismo, los intendentes ahora enrolados en distintas ligas y la conducción del PJ bonaerense volvieron a fracasar en los esforzados intentos de acordar una postura común de cara la negociación por el Presupuesto y por el reparto de los espacios de poder que se pusieron en juego en la última sesión del año.
La quimera de la unidad buscaba sumar músculo político y empujar a Vidal a una encrucijada. O mantenía la alianza con el massismo -que no le aseguraba la cantidad de votos necesarios para sancionar el Presupuesto- o acordaba con el peronismo, que reclamaba la vicepresidencia con poder de firma de Diputados, ya prometida al Frente Renovador.
La negociación tuvo como principal novedad la reaparición política de Florencio Randazzo, quien buscó convertirse en garante de un acuerdo entre tribus divididas no sólo por cuestiones políticas sino por viejos rencores, como los que separan a La Cámpora y el Movimiento Evita.
El exministro del Interior se mantuvo en un largo silencio desde aquel revés personal y político que significó haber renunciado el año pasado a la carrera presidencial por orden de Cristina Fernández de Kirchner para evitar la interna con Daniel Scioli. Según sus detractores, buscaba así evitar un "carpetazo" en un año complicado judicialmente para muchos de sus excompañeros de gabinete.
Lo cierto es que Randazzo logró en las últimas semanas sentar en una mesa de diálogo a los intendentes del Grupo Esmeralda -los de mejor diálogo con el gobierno de Vidal- los del Grupo Fénix, con la matancera Verónica Magario a la cabeza, al kirchnerismo residual, al Evita y a las dos líneas internas de La Cámpora.
Con el antecedente de la exitosa cumbre de Lobos de octubre pasado, donde 50 jefes comunales de diferentes sectores del peronismo se reunieron para avanzar en la reconstrucción de la fuerza, la movida buscaba consolidar un proceso de unidad con la mira puesta en 2017.
Sin acuerdo
El sueño duro poco. El miércoles, al cabo de varias jornadas de negociaciones frenéticas en las que no faltaron gritos y algunos insultos, el peronismo bajó a las sesiones del Senado y la Cámara de Diputados a votar dividido los proyectos.
Los legisladores del Grupo Esmeralda (que se quedó con el Defensoría del Pueblo), los que responden a la estructura del PJ bonaerense y el Movimiento Evita acompañaron las leyes, mientras que el kirchnerismo la rechazó. Pero incluso dentro del FpV hubo disidencias, ya que un grupo de diputados decidió votar a favor, lo que dejó al bloque al borde de una nueva ruptura.
En ese escenario, sin ningún garante de la unidad del peronismo para la negociación, a la gobernadora Vidal no le resultó difícil la decisión de ratificar la alianza de gobernabilidad con el massismo y ubicar a los "dialoguistas" del Grupo Esmeralda encabezados por Martín Insaurralde, Gabriel Katopodis y Eduardo "Bali" Bucca como los únicos interlocutores dentro del peronismo.
En un gesto de autonomía política que llegó luego de los cruces verbales entre el presidente Mauricio Macri y Sergio Massa, Vidal consolidó su acuerdo con el líder del Frente Renovador, que quedó plasmado en el recambio de autoridades en la Cámara de Diputados.
La gobernadora bonaerense había sido blanco de fuertes reproches dentro de Cambiemos, sobre todo desde el sector referenciado con Emilio Monzó, por su alianza con el massismo. Los críticos le cuestionaban, especialmente, haber entregado la presidencia de la Cámara de Diputados al Frente Renovador y advertían los riesgos de una jugada que, a la postre, le terminó rindiendo frutos.
El mismo miércoles, el massismo entregó el sillón de Jorge Sarghini para que lo ocupe Manuel Mosca, el diputado más identificado con Vidal del oficialismo.
La relación de Vidal y Massa parece mantenerse más allá de los vaivenes entre el tigrense y Macri, quien lo llamó "impostor" semanas atrás en medio de los chispazos por el proyecto de reforma de Ganancias. Cerca de la Gobernadora reconocen que con el líder del Frente Renovador hay "mucho más diálogo del que se ve en los medios".
En términos políticos, la Gobernadora también ratificó el acercamiento con un sector del peronismo que le permitió, a lo largo del año, engrosar la tropa de intendentes leales, que eran 65 cuando empezó su gestión y que ahora ya llegan a 74, con la inclusión de justicialistas como Mario Ishii y Alejandro Granados, con quienes ayer se mostró en un acto.
Otros triunfos
En la semana en que obtuvo la sanción del Presupuesto (que le permitirá tomar deuda el año próximo por 52 mil millones de pesos) y en la que tomó el control de la Cámara de Diputados con un hombre que le reporta directamente, la gobernadora Vidal se anotó otro triunfo para celebrar a fin de año. En medio de los ruidos por la negociación de la "ley de leyes", el Senado prestó acuerdo para que Julio Conte Grand se convierta en el nuevo Procurador General de la Suprema Corte bonaerense.
Desde su desembarco en la Gobernación, con la primera crisis que significó la fuga de los tres condenados por triple crimen de la efedrina del penal de General Alvear, Vidal dejó en claro que no confiaba en María del Carmen Falbo para conducir a los fiscales de la Provincia. La salida de "Pochi" de la Procuración fue mucho menos trabajosa de lo que parecía. A mediados de noviembre presentó su renuncia. Así, Vidal logró colocar en ese sillón estratégico, desde donde se diseña la política penal bonaerense, a Conte Grand, otro hombre de su extrema confianza.
ANÁLISIS / PANORAMA POLÍTICO DE LA SEMANA
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