Corría el mes de agosto de 2021 y el gobierno de Axel Kicillof se sometía al primer test electoral tras la ampulosa victoria que lo depositó en la Gobernación. El sorpresivo traspié que sufrió entonces el oficialismo en la Provincia produjo en cimbronazo político de enormes proporciones.
Máximo y Cristina Kirchner operaron con mucha audacia y escasa anestesia sobre el gabinete provincial. El resultado de la cirugía fue traumático para Kicillof: debió ceder a parte de su núcleo de funcionarios de confianza que lo habían acompañado desde el arranque para dar paso al poder territorial del peronismo corporizado en la figura de varios intendentes, en particular, Martín Insaurralde.
El Gobernador ha debido aguardar dos años para volver, de algún modo, a acomodar su equipo a su gusto. Su reelección le allanó de obstáculos buena parte de ese camino de retorno y ahora, terminó la obra que emprendió entonces con la confirmación del equipo que lo acompañará en el arranque de su segundo mandato.
Su hombre de confianza, Carlos Bianco, volverá a tener un rol institucional de enorme relevancia. Víctima central de los desplazamientos de 2021, será un ministro de Gobierno con enorme poder. No sólo se quedará con esa cartera, sino también con varias dependencias que funcionaban en la disuelta Jefatura.
Ese movimiento constituye uno de los pilares sobre el que articulará el nuevo gabinete: Bianco, además de concentrar temas de gestión y salirse de una poco rimbombante jefatura de Asesores, tendrá a su cargo buena parte del armado político del Gobernador pensando en una proyección nacional para 2027.
Los movimientos anunciados en el gabinete provincial exhiben otro costado para el análisis. La Cámpora mantendrá Salud, el IOMA, el Instituto de Previsión Social y el ministerio de Ambiente. También, el Instituto Cultural porque la también platense Florencia Saintout pedirá licencia en el Senado. En cambio, perdió Desarrollo Humano que seguirá a cargo de Andrés “Cuervo” Larroque, que desde hace largos meses ya no reporta a Máximo Kirchner y trabaja políticamente para Kicillof. No hubo compensación al camporismo por ese repliegue.
La llegada de Juan Martín Mena a la cartera de Justicia no implica en principio una concesión a La Cámpora, sector al que pertenece. Mena había sido la primera opción de Kicillof en 2019 hasta que Cristina Kirchner decidió que se quedara como segundo de la cartera nacional cuando Alberto Fernández designó a su amiga Marcela Losardo. En todo caso parecía más una señal hacia la ex presidenta.
Sergio Massa también quedó acotado en el gabinete. Mantuvo el ministerio de Transporte y encontró un lugar para su esposa Malena Galmarini en el Grupo Bapro. Si bien habían sonado nombres de otros massistas con perfil de ministeriables, el Gobernador se terminó inclinando por la idea de mantener buena parte de su equipo como son los casos de Pablo López (Economía), Augusto Costa (Producción), Javier Rodríguez (Desarrrollo Agrario).
Como contrapartida, el grupo de intendentes que trabaja junto a él desde la llamada “mesa de Ensenada” tuvo su recompensa. La llegada de Silvina Batakis al ministerio de Hábitat es un pago a ese esquema político y en particular a La Matanza desde donde lideran Fernando Espinoza y Verónica Magario.
Otro reconocimiento al poder territorial, en este caso a los intendentes del norte y oeste del Conurbano, supone el arribo de Gabriel Katopodis al ministerio de Infraestructura. Si bien el ex funcionario nacional ha adquirido vuelo político propio, es parte del andamiaje peronista de esa zona del Gran Buenos Aires.
Un caso aparte es el de Sergio Berni. No seguirá al frente del ministerio de Seguridad, pero su figura estará presente en el sillón más caliente de la Provincia. El nuevo ministro, Javier Alonso, integra su equipo. Esa decisión oficial supone volver a bloquear una vieja aspiración de un sector del PJ aliado a Máximo Kirchner, quien siempre miró con entusiasmo la posibilidad de quedarse con esa cartera.
La conformación del nuevo gabinete de Kicillof representa de algún modo, una vuelta a las fuentes, un repliegue a su núcleo de confianza. También, en términos políticos, una dulce venganza de aquella intervención que tanto lo incomodó hace dos años.
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