Tito Franklin Escobar Ayllon, el taxista acusado de violar a una joven a bordo de su Chevrolet Spin en Colegiales en abril de 2015, regresó a la Argentina con sus manos esposadas tras pasar más de 8 años prófugo. Lo detuvieron ayer en la ciudad de El Alto en Bolivia, luego de meses de rastrearlo. La pista sobre su paradero en el país vecino estaba desde el año pasado, había llegado al Ministerio de Seguridad de la Nación, particularmente al escritorio de la secretaria de Seguridad, Mercedes La Gioiosa.
Tito Ayllon era, básicamente, el prófugo de prófugos. Su nombre siempre surgía en la discusión cuando se hablaba de un delincuente que falta tras las rejas. Su delito había sido el símbolo terrible de una época, un mensaje de la violencia machista a todas las mujeres, que les decía que ninguna de ellas estaba segura.
Así, su caída, en cierta forma, se convirtió en una cuestión de Estado. Un grupo de efectivos del Departamento de Inteligencia contra el Crimen Organizado de la PFA lo rodeó en el trayecto de vuelta al país, la misma división que fue la clave para capturarlo, con un pedido internacional emitido por el Juzgado N° 2 a cargo de Manuel Gorostiaga.
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