Alejandro Darío Maldonado, el hombre de 42 años que se atrincheró con un rehén por más de 10 horas en una casa de Caseros, hizo más de 300 disparos y fue abatido por la Policía Bonaerense, tiene un historial de violencia, adicciones y denuncias que hicieron que el final resultara sorpresivo para todos, menos para quienes lo conocen. Fueron sus propios hermanos quienes lo denunciaron ante la Justicia de San Martín por lesiones en el marco de distintas peleas familiares y su mujer, dueña de la casa donde sucedió todo, también habría expuesto situaciones de violencia de género, aunque de todas las causas en las que aparece su nombre, sólo una avanzó a un procesamiento: en 2002 fue la primera, por resistencia a la autoridad, en 2018 hubo una por amenazas y, en 2019, por lesiones leves. Lo cierto es que Maldonado no cuenta con entradas en el Servicio Penitenciario Bonaerense: nunca estuvo preso en un penal o alcaldía provincial.
La familia quería forzar un tratamiento para que se recuperara de las adicciones, pero no lo lograron y dejaron de vincularse. Y la fragilidad de su salud mental se tornó decididamente peligrosa con el acceso a armas y municiones. De hecho, en su casa encontraron, según fuentes policiales, al menos 300 municiones más, junto con armas que se habrían utilizado y otras que estaban listas y no se accionaron. ¿Cómo las conseguía? La Justicia deberá aclararlo.
Todo comenzó antenoche, pasadas las 23.30, en una vivienda tipo PH situada en Tres de Febrero al 3900, de Caseros, en la que Maldonado (42) vivía con su esposa Paula Russo (39), empleada en la mesa de entradas de la fiscalía general del departamento judicial de San Martín, y el hijo que tenían en común. Además de ellos, en el lugar estaban un amigo, identificado como José Cáceres (47) y su mujer. Lo que se sabe hasta ahora es que hubo una situación en medio de la cual Maldonado habría intentado estrangular a su esposa, tras lo cual le realizó maniobras de RCP para reanimarla. En medio de ese cuadro crítico, los presentes se retiraron del domicilio, donde el dueño de casa se atrincheró con su amigo, aparentemente como rehén.
Quienes salieron del domicilio llamaron al 911 y también los vecinos, porque comenzaron a escuchar disparos. La policía rodeó la casa y convocó al Grupo Halcón.
Según el ministro de Seguridad, Sergio Berni, durante toda la noche se intentó negociar con el atrincherado, quien efectuó alrededor de 300 disparos hacia el exterior y no formuló ninguna exigencia.
“Es una persona con alteraciones mentales bastante importantes, totalmente atrincherada y en su delirio decía que se ha preparado para la tercera guerra mundial. Los que lo conocen dicen que tiene máscara antigás, chaleco antibalas”, dijo Berni antes de la irrupción policial y la muerte del tirador. Anticipó también que el rehén podía no estar en buen estado, ya que habían arrojado hacia la propiedad un gas que produce tos y solo se escuchó la voz de una persona. Tras su llegada al lugar, tanto el fiscal de la causa, Carlos Insaurralde, como el propio Berni trataron de entablar juntos un diálogo con Maldonado, pero éste no depuso su actitud. “Cada vez que hablábamos respondía con tiros”, contó el ministro. Ante esa situación y la sospecha de que el rehén podía estar herido, el fiscal ordenó irrumpir en la casa, operativo que los hombres del Grupo Halcón concretaron cerca de las 9.30 de la mañana, luego de romper una pared y atravesar las llamas de un incendio generado por Maldonado. El agresor fue abatido y el amigo hallado muerto. Se cree que el agresor lo habría matado entre 6 y 7 horas antes del desenlace. Por otro lado, cuatro policías resultaron heridos, dos con heridas leves de esquirla, otro en el tórax con una bala que no llegó a ingresar al pulmón (fue quien se enfrentó cara a cara con Maldonado) y el tercero y más grave, en la arteria femoral. Todos fueron llevados al hospital Ramón Carrillo, donde este último fue sometido a un “bypass venoso”, una operación que duró casi seis horas, y anoche permanecía internado en estado “crítico”.
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