La Cámara Nacional de Casación condenó por tentativa de femicidio a un hombre que quiso asesinar a golpes a su expareja en mayo de 2017 en la villa 21-24 del barrio porteño de Barracas y luego escapó a la carrera al grito de "¡la maté!, ¡la maté!", en un caso que había sido considerado como "lesiones graves" por el tribunal que lo juzgó en primera instancia.
El fallo de la sala II de Casación, que fue por mayoría, recayó sobre Guillermo Silva (28), quien en junio de 2019 había sido condenado por las lesiones a seis años de prisión por el Tribunal Oral en lo Criminal y Correccional 3.
El Ministerio Público Fiscal de la Nación informó a través de la página fiscales.gov.ar que, tras el juicio, el fiscal Ariel Yapur apeló el fallo y ahora Casación apartó al tribunal que intervino en primera instancia y ordenó que la causa sea sorteada para que otros magistrados fijen la nueva pena que le corresponde al acusado a partir del delito de "tentativa de femicidio", que es más grave que el de lesiones.
De hecho, en su alegato durante el juicio, el fiscal Yapur había solicitado una pena de trece años de prisión para Silva, al que acusó de "tentativa de femicidio".
Los hechos
En el debate se corroboró que el domingo 20 de mayo de 2017 Silva se presentó en la casa de su expareja en la villa 21-24 de Barracas, la despertó increpándola para luego comenzar a golpearla.
"La arrastró del cuello hasta el piso de la habitación, donde le pegó en la cabeza e intentó estrangularla", señaló el informe judicial y agregó que "la situación finalizó cuando la hermana de la víctima y su hijo mayor ingresaron al cuarto".
De acuerdo con la fiscalía, tras el hecho el hombre se fue a dormir a otra habitación de la vivienda.
Sin embargo, ese mismo día por la tarde, Silva volvió a agredir a la mujer: la golpeó en el abdomen, en la cabeza y en varias partes del cuerpo; e incluso llegó a impactarle la nuca contra el suelo.
Producto de ese ataque, la víctima se desmayó en reiteradas ocasiones e intentó protegerse, al tiempo que Silva le pisó con fuerza el hombro y cuando la mujer perdió el conocimiento por última vez, él se retiró del domicilio exclamando "¡la maté!, ¡la maté!".
Pero para el tribunal oral que lo juzgó en junio del 2019, esa frase "pudo ser una simple exclamación de sorpresa frente al desvanecimiento de la víctima" y que el agresor se fue del lugar "sin tratar de asegurarse que el deceso hubiera ocurrido".
COMENTARIOS