En la víspera comenzó el juicio oral y público a Santa Duré (48), por la muerte de Florencio Bearzotti (73) quien fue hallado fallecido al mediodía del domingo 1 de mayo de 2016, en la vivienda que ocupaba ubicada en Almirante Brown 21, de la ciudad de Lincoln.
El Tribunal integrado por los jueces Miguel Angel Vilaseca, Marcos Cornaglia (subrogante) y Claudia Dana (subrogante) presidió la audiencia. La defensa de la imputada estuvo representada por el doctor Leopoldo Singla (defensor oficial) en tanto que la fiscalía, por el doctor Sergio Terrón. Cabe mencionar que el doctor Terrón, si bien fue parte acusatoria en este juicio, la causa fue instruída por el fiscal Angel Quidiello.
En la presentación del caso, el doctor Terrón consideró que estaba probado que entre el 30 de abril y 1ro. de Mayo de 2016, entre las 23 y las 4 horas, una o más personas, entre ellas la cónyugue de la víctima, causaron la muerte a Bearzotti, aplicándole 15 puñaladas en el torso, en la zona del hemitorax izquierdo, graves heridas en la zona del corazón, shock hipovolémico y paro cardiorespiratorio.
El o los que perpetraron el ilícito forzaron uno de los cajones de un mueble, que estaba cerrado con llave, llevándose un revolver calibre 32 corto, 7.370 pesos, cuchillo tipo tramontina de 29 cm de largo por 15 de ancho, un anillo de la víctima.
Señaló que la acusada, al momento de ser detenida tenía en su poder las llaves de la casa de Bearzotti.
Por su parte el defensor oficial Singla dijo que no había pruebas que indiquen la culpabilidad de Santa Duré y adelantó que va a pedir la libre absolución.
Tras la declaración de varios testigos, el Tribunal dispuso que hoy, a las 10, continuará la audiencia oral y pública, con otros dos testigos que faltan prestar testimonios, y a continuación se escucharán los alegatos de las partes.
Testigos
Al inicio de la audiencia de ayer, declararon los policías Walter Campos y Luis Guzmán. El primero de ellos dijo que cuando acudieron a la casa donde se produjo el crimen, la reja estaba abierta, la puerta semiabierta y que ingresó junto con el médico, hallando al septuagenario boca arriba con heridas en el pecho. El segundo mencionó que la mujer que había avisado del hecho dijo que Bearzotti estaba descompuesto o fallecido, y que ella (Santa Duré) tenía “señas de estar preocupada”. Guzmán dijo haber hablado con los vecinos quienes manifestaron que la víctima no era muy frecuentada, que la única que lo visitaba era esa mujer (refiriéndose a Santa Duré) y que él era “un buen vecino”.
Testimonio importante
El linqueño Pascual Alberto López prestó testimonio. Él era conocido de Santa Duré, con quien había salido algunas veces, concurría a su casa (en calle Montes de Oca) y dijo que el día del crimen la llevó a la casa de Bearzotti e inmediatamente descubrieron lo que había pasado.
Cabe destacar que Duré y Bearzotti si bien tenían una relación, incluso estarían casados legalmente, no convivían en la misma casa.
Según lo relatado por el testigo López, él no sabía que estaba casada. Aseguró que la frecuentaba en su casa y le pagaba por tener relaciones con ella. Los días previos al crimen, él dijo haber estado con ella en varias oportunidades, los días jueves, viernes, sábado e incluso el domingo mismo del hecho. Dijo que el sábado (30 de abril de 2016) ella fue a verlo al galpón donde trabajaba y que horas después le dijo que venía su sobrina y se fue alrededor de las 23.15. Él dijo haber ido a un club y que luego la volvió a ver a la madrugada, que ella dijo estar descompuesta y y se quiso ir a su casa con su sobrina.
Según el testigo, la mujer le solicitó entonces que llevara en moto a un muchacho que presuntamente era el novio de la sobrina de ella y a la sobrina también, a la Terminal de Omnibus, para regresar a su pueblo porque estaría también descompuesta. Así que, de acuerdo a los dichos, alrededor de las 5.45 de aquel 1° de Mayo, hizo dos viajes en moto, primero llevó al hombre y luego a la chica y a su bebé. Que también fueron a la terminal dos menores, pero ellos fueron llevados en otra moto por Santa Duré.
López declaró que luego de llevar a los visitantes, se quedaron en la casa de Santa a dormir, y que cuando se despertaron, alrededor de las 11.30, ella le pidió que la acompañara a la casa de “el negro”, es decir a la casa de Florencio Bearzotti, porque él le iba a dar mercadería. Que al dirigirse a ese domicilio, ella hizo como un rodeo, que no fue directamente a esa casa. Que cuando llegaron ahí, ella tomo algo del piso, presuntamente una llave y abrió la puerta y le dijo que la ayudara, porque el hombre estaba descompuesto. “Vi la sangre y no quise entrar”, afirmó el testigo.
Apuntó que cuando fueron a la comisaría, ella le pidió que dijera que estuvo con él desde las 23.30 del sábado pero que él no aceptó porque no era cierto.
Afirmó que no sabía que Santa estuviera casada con Bearzotti, que se enteró de esto cuando la policía le preguntó a ella quién era y la misma respondió “su mujer”. Dijo que a partir de este crimen nunca más la había vuelto a ver, porque creía que ella le habría dicho a la policía que él estaba con ella esa noche cuando no había sido así. Recordó que un policía, en la comisaría, lo amenazó diciendo: “Decí la verdad porque si no te voy a matar a palos”.
López declaró ante el Tribunal, que le habría dicho a Santa que si ella se había mandado una macana no lo metiera en problemas.
Familiares y peritos
Marisa Bearzotti, sobrina del occiso, declaró ante el Tribunal que nunca había visto a su tío con otra persona, que lo veía siempre en la vereda, tomando mates, que sabía que era jubilado pero no que estaba casado.
Declaró que él vivía en una casa propiedad de su hermana, que él estaba ahí desde antes, viviendo con su madre y que cuando ella falleció, permaneció ahí.
Dijo que, 15 días después del hecho, cuando ingresaron a la casa, la misma era un caos, estaba todo revuelto, tirado y el escritorio roto. Afirmó que presuponía que él tendría algunos objetos de valor, que conservaba puesto que se los había comprado su madre en vida.
Luego declaró el perito Alejandro Doro, quien dijo que en el lugar del hecho no había signos de lucha entre el occiso y el victimario, quien portaba un reloj y tenía dinero en su bolsillo.
Que las lesiones, a simple vista, estaban en el hemitorax izquierdo. Que vio un mueble con señas de haber sido violentado en la habitación de Bearzotti pero nada más, que en la habitación había un placard con los topes puestos. Afirmó que no había en el lugar otros indicios de que haya habido un robo, por parte de desconocidos.
Respecto a la posición de la víctima cuando fue atacado, el perito dijo que estaba sentado ante una mesa en la cocina, donde había rastros de queso, y que el atacante habría estado a su derecha cuando lo apuñaló. Que suponen le asentó la primera puñalada y que el resto fueron infringidas mientras Bearzotti estaba caído en el suelo. Unas 15 puñaladas fueron en total, dos de ellas profundas que afectaron al corazón.
Según lo expuesto, aparentemente la víctima no se defendió, ya que los peritos no encontraron rastros de eso. Tampoco hay señales de que haya sido atado.
Doro recordó que había una vaina de cuchillo en la mesada de la cocina, y que más arriba estaba el queso, el mismo que había sobre la mesa donde estaba sentada la víctima.
Dijo que sabía que se había secuestrado un cuchillo en la casa de Santa Duré, en calle Montes de Oca, pero no se habían encontrado ADN.
Dedujo que la vaina encontrada en la casa de Florencio puede ser la que portaba el cuchillo encontrado en la casa de Santa, pero aclaró que no se encontró ningún rastro genético en el mismo.
También declaró la doctora Carolina Pérez Mernes, quien realizó la operación autopsia en el cuerpo de Florencio Bearzotti, constatando 15 lesiones punzocortantes en la caja toráxica, dos de ellas en el corazón y otras en el pulmón. Que tuvo sobrevida a las lesiones, es decir agonizó hasta que finalmente murió.
Otro de los testigos fue un sobrino de la víctima, Raúl Florencio Bearzotti, quien afirmó que el jubilado tenía dos cuchillos, uno de ellos para la carne y otro para el queso, reconoció el cuchillo que sería para el queso, mostrado ante el Tribunal ayer, y también la vaina de cartón.
La vaina hallada por la policía, en el lugar del hecho, también fue reconocida por una vecina de la víctima, que ofició como testigo en esa oportunidad. El elemento estaba sobre la mesada de la cocina del jubilado asesinado.
Adriana Bearzotti, sobrina de la víctima, radicada en Junín, es la propietaria de la casa donde vivía Florencio. Dijo ante el Tribunal que varios días después del hecho, cuando le permitieron ir a esa vivienda, vio un total desorden en el lugar, con muebles dados vueltas.
El último testigo fue Raúl Roberto Bearzotti, hermano de la víctima, quien dijo que éste vivía solo, y que no sabía que estaba con una mujer o que tuviera relación alguna con ella.
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