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EL RESPETADO CANTANTE REPASA SU TRAYECTORIA

Jerónimo: “Vine a este mundo con el propósito de cantar”

Grabó 25 discos. Tuvo un gran éxito en Colombia, España y Estados Unidos, y hoy es aplaudido en toda América. Su acercamiento a Dios lo hizo un referente en la música religiosa. Aspira a un mayor reconocimiento en su país.

Hay instantes que definen una vida y el cantante Jerónimo tuvo el suyo. Tenía veintipico, había ido a probar suerte a Buenos Aires y estuvo golpeando puertas durante tres años. Fatigado ante tanta negativa, decidió retornar con todos sus sueños gastados.
Pero un día antes de la vuelta alguien lo escuchó cantar y su vida dio un vuelco: le ofreció financiar una grabación, que fue el puntapié inicial que le permitió recorrer el mundo, compartir escenarios con grandes artistas, editar 25 placas y construir una trayectoria artística de 40 años.

Primeros pasos
Alberto González (nombre real de Jerónimo) nació en Carabelas. Hijo de un matrimonio de campesinos, pasó su infancia y adolescencia entre Junín, Morse y Membrillar.
El gusto por la música lo heredó de su familia. “Creo que la semilla del arte fue plantada en el vientre de mi madre para que yo viniera con esto”, asegura.
Estudió guitarra con Osvaldo Moris, aunque siempre se inclinó por el canto. Formó parte de Los Juveniles, un grupo de folclore en O’Higgins, y luego pasó a Los Wanders, un exitoso conjunto de Chacabuco que hacía música popular en los bailes.
Cuando quiso ir a Buenos Aires a probar suerte, se lo comunicó a su padre. “Y él –recuerda Jerónimo– que había sido un gran jinete de cuadreras y nunca aceptó las invitaciones a Palermo para no dejar a su familia, me contestó: ‘Andá y probá, hacé lo que yo no quise hacer, y si no te va bien, podés volver cuando quieras’”.

Buenos Aires
Las cosas en la gran ciudad no salieron de acuerdo a sus sueños. Fue una época muy dura y estuvo tres años sin alcanzar esa oportunidad deseada. Cansado de golpear puertas, derrotado, decidió regresar.
Un día antes, acompañó a un periodista de La Razón a cobrar una publicidad, lo esperó en la puerta del lugar, y al rato esta persona le dijo: “Agarrá la guitarra que hay alguien que te quiere escuchar”. Sin mucho entusiasmo, Jerónimo cantó para Carlos Volodarski, un empresario textil que enseguida le propuso financiarle la grabación de un disco.
Así fue como editó su primer trabajo, con 50 músicos, algunos muy reconocidos como Domingo Cura, el Zurdo Enrique Roizner y Cacho Tirao, dirigidos por artistas del calibre de Oscar Cardozo Ocampo y Juan José García Caffi.
“Fue increíble, yo había estado por volverme y me salió esta oportunidad única”, exclama.

Primera gira
Salió de gira y empezó por Colombia. “Bogotá se transformó en la plataforma de lanzamiento para mí”, cuenta.
Luego siguió por Puerto Rico, Miami, México y otra vez Colombia. Su segunda visita al país cafetero “fue como lo que sucede hoy con Justin Bieber, llegaba a un aeropuerto y había cientos de personas esperando, con gritos, desmayos, policías, todo”.
Pudo haber sido un éxito total, pero no terminó bien: “Gente con la que me junté, managers, terminaron por arruinar todo. Fue tremendo para mí”.

Volver a empezar
Lo invitaron para grabar otro álbum en España, donde había tenido mucho éxito. Y eso le permitió retomar su carrera.
Ganó los prestigiosos festivales de Alcobendas y Benidorm, como autor y como intérprete. También representó a la Argentina en el Festival OTI de la canción y ganó un festival en Zagreb.
Nuevamente, algunos problemas con quien era su manager hicieron que las cosas comenzaran a ir mal otra vez. “Había tenido algunos éxitos, pero en mi corazón había algo que ya no iba más”, recuerda.
Partió a Estados Unidos y cantó en inglés. En Miami conoció a una colombiana que hoy es su esposa. Se fue a Colombia donde fue muy bien recibido nuevamente: “No fue lo mismo, pero la gente no me olvidó nunca”.

Música y mensaje
“Cuando nació nuestra hija –explica Jerónimo–, mi esposa y yo nos convertimos al cristianismo y fue un cambio muy importante para mí”. Tanto que empezó a escribir canciones con mensajes cristianos y hoy tiene once grabaciones de esa música.
Su carrera siguió entonces, presentándose en iglesias de toda América.
Hace diez años, cuando falleció su padre, regresó a Junín.
Y también regresó a la música como artista convencional. Volvió a cantar en España, Estados Unidos, Colombia. “Acá sigo en el intento”, dice, no sin un dejo de melancolía.
Es que, aunque se presentó en varios lugares, siente que aún sigue esperando aquella oportunidad que anhelaba cuando joven, para demostrar sus condiciones en su país.
“Hay muchas cosas por hacer –señala–, yo quiero que en Argentina conozcan lo que hago, porque veo lo que pasa con la gente cuando subo al escenario. Y en Junín veo que se hacen festivales, pero nunca me llaman, me gustaría que me integraran más como artista”.

Balance
“Cuando yo subo a un escenario la gente se da cuenta de quién está ahí y lo que puedo hacer. Yo busco mostrar otra cosa, no ser más de lo mismo”, afirma Jerónimo.
Y al momento de analizar su mensaje como artista, sentencia: “Vine a este mundo con el propósito de cantar, que es algo que Dios me lo dio para que lo comparta. Soy auténtico y todo ese cambio se produjo en mí cuando tuve ese encuentro con Dios. Estoy muy agradecido con la vida porque esto es un regalo para mí. Es un milagro”.

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