Hoy me refiero a pequeños errores que generan grandes perjuicios. Situaciones que ninguna campaña publicitaria puede resolver y debemos considerar como rasgo de inteligencia comercial. Descuidos, subestimaciones y olvidos. En tiempos de exceso de oferta y poca demanda, los detalles son importantes. Repasemos un anecdotario.
A la mañana cada minuto cuenta, y aunque muchos no hayan tomado nota, el horario de apertura de los bares no puede coincidir con el informado a la gente. Esto genera malestares en quienes con un ojo en el reloj observan cómo se enciende la máquina de café y se bajan las sillas de las mesas. Lejos de un reclamo expuesto, lo que queda en el inconsciente del cliente es que ese bar no está listo y en la próxima oportunidad elegirá otro.
La toma de reservas es un tema sensible para algunos restaurantes de nuestra ciudad. Percibo que todavía no se termina de consolidar el uso del perfil en redes sociales como medio de recepción o, en el peor de los casos, quien asume el rol no lo hace con el compromiso necesario. Es por eso que se dan situaciones como que, al llegar, una pareja reciba sentidas disculpas en lugar de una mesa. ¿Se imaginan la situación? Hacía rato que no salían, contrataron a una niñera, se cambiaron para la ocasión... ¿Cómo se recupera ese cliente?
Como en toda relación, todas las situaciones se van acumulando. Por mínimas que parezcan, operan en el inconsciente. ¿No les pasa a veces de reparar en pequeñas injusticias? Es como ese cajero que siempre, pero siempre, te da el cambio inexacto a su favor, una fabulosa habilidad para conservar esas moneditas que nadie quiere, pero despiertan nuestra sed de justicia. Claramente no haremos una exposición por eso, pero seguramente nos empezaremos a alejar.
Siento que el auge de las redes y la facilidad con la que podemos emitir un mensaje masivo nos hace olvidar la esencia de los negocios. Pensar los detalles y diseñar la experiencia es un paso previo fundamental antes de comunicar.
Las situaciones se multiplican, ejemplos hay muchos. Vuelvo en cinco minutos, disculpe las molestias. Hoy cerrado, mañana no estamos o el lunes solo atendemos a la mañana. Pequeños anuncios que, si bien no generan un malestar público, despiertan una reacción silenciosa. A veces lo mejor es la queja; caso contrario estarás disculpado, pero ya no te van a elegir. Sentenciado.
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