La definición de la palabra nostalgia refiere a un sentimiento de tristeza mezclado con placer y afecto por algo que sucedió en el pasado. Un anhelo por lo que recordamos con cariño. En la columna de hoy quiero recuperar este sentimiento y vincularlo a la relación de los junineses con las marcas que, con el paso del tiempo, adoptaron como propias.
Sucede en charlas con amigos, cuando alguien menciona locales o productos icónicos de Junín. Una descripción de situaciones vividas donde por lo general se romantizan las falencias en tono de comedia. La mugre de un local, la mala atención de una persona o el defecto de un producto. Situaciones que se entienden por el cariño que se le tiene al recuerdo, a algo que funcionaba en aquella situación, en ese momento de nuestras vidas. Experiencias que difícilmente puedan ser aceptadas y valoradas en la actualidad.
Todos tenemos ese recuerdo, el mal olor de la panadería, el kiosquero bigotón mala onda o la librería en la que nadie te atendía ¿Qué hubiera sido de nuestra infancia o adolescencia sin esas pequeñas grandes marcas de barrio? El punto es que nosotros crecimos y los comercios también deben hacerlo.
No se puede vivir del recuerdo porque, si descontextualizamos el cariño y analizamos racionalmente algunos productos o servicios del pasado trayéndolos a su rendimiento actual, quedarían obsoletos.
La profesionalización comercial está matando a quienes no logran reinventarse y construir un modelo de negocio competitivo. Los comercios deben dejar de ser solo eso (comercios) para transformarse en marcas que definen un rumbo claro, incluso normatizando falencias aparentes como rasgos de identidad. Sí, algunas marcas así lo hacen, por ejemplo, la sandwichería de General Paz que jamás adoptó las papas fritas. Una definición firme que mantuvieron aun ante la insistencia de los clientes.
No se trata de carteles o logotipos, sino de identidad, de construcción de relaciones de valor. Dejar de romantizar la obsolescencia implica estar alertas ya que hoy hasta la Ribas debería aggiornarse a los tiempos que corren. Porque el romance dura solo un tiempo, lo que debe perdurar es la relación. Y eso es el verdadero amor.
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