Así como las marcas comerciales apelan a la síntesis mediante símbolos, imágenes y frases para acercar al público a un producto o servicio, emerge en esta década una nueva forma de relacionarnos. El estigma que baja como discurso útil para agrupar personas exacerbando la combatividad de los bandos. En esta columna quiero señalar los mecanismos por los cuales los argentinos nos estigmatizamos dejando huellas profundas en nuestra identidad.
Señalamos y descalificamos. De un lado, los fachos de botas, señoras odiosas entradas en años que odian a los morochos y los pisarían con una gran camioneta, chicos de cunas de oro que nunca trabajaron y todos los que se relacionan con ellos en una misma bolsa. Inútiles que no pueden conducir ni su propia vida. Empresarios que quieren destrozar el país. Del otro, morochos laburantes o vagos que motorizan su voluntad con choripanes y gaseosa cola.
Odio, rencor y los atriles que se benefician con simplificaciones burdas agrupando votos con argumentos arcaicos y prejuicios que atrasan. Si tenés doble apellido, nunca trabajaste; y si venís del fondo, sos vago o chorro. La dinámica publicitaria aplicada a una forma discursiva que solo conduce a divisiones como metodología para arriarnos a las urnas.
Pienso de una forma diferente, no puedo juzgar a las personas por su aspecto, procedencia o actividad. A priori, sería bueno escucharlas para ver qué tienen que decir de cada tema, y en ese sentido encuentro genialidades y burradas de ambos lados. ¿Acaso algún político puede postularse como fiel a un tipo de pensamiento o partido? Creo que no, que todos se van acomodando como más les conviene.
Usemos el pensamiento crítico para identificar los recursos que utilizan algunos dirigentes políticos o sindicales. Estereotipos, frases hechas, imágenes anacrónicas y los nuevos medios a su disposición para sembrar el odio que divide para que, de la confusión, sigan sacando su ganancia.
Acaso tenemos que entender que los símbolos son solo eso, una forma de despertar la atracción hacia algo más. Un contenido subyacente que debemos escuchar, leer e interpretar para luego concluir. La vieja historia de la izquierda y la derecha creo que ha terminado. Entiendo, no son más que eso, simplificaciones que se sostienen desde lo simbólico, plantillas para ganar votos y no pensamientos profundos como camino previo a la acción. Izquierda o derecha, ni una ni otra. Necesitamos de todos los pensamientos para poder crecer como comunidad, región y país.
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