Fue en el marco de una presentación, cuando le propuse al auditorio una pregunta sutilmente capciosa: ¿qué vende Starbucks? Si bien no recibí una catarata de respuestas, algunos se soltaron y, con la perspicacia de quien sospecha algo, respondieron: “¡Café!”. Fue entonces que recogí el guante y, como un humorista que busca el pie para rematar, desarrollé esta columna.
Antes de compartir el breve soporte teórico, les propongo el ejercicio de mencionar todos los bares y cafetines de Junín. Seguramente podremos enumerar más de quince, muchos ubicados en el centro y otros que, emancipándose del “paseo del perro”, se ubican en otros sectores. Más allá de sutiles diferencias sobre la infusión, podremos coincidir en que la diferenciación no radica en el contenido del jarrito. Quizá cada vez más en la promo matutina que viene con la medialuna. Pero quisiera ir un poco más allá.
El producto extendido refiere a todo lo que rodea al genérico "café", agregándole valor y aumentando las razones para que nos elijan. Podremos mencionar entonces una serie de nuevos negocios que pivotean sobre detalles relevantes para quienes tienen que elegir su refugio cafetero. ¿Qué hay más allá del precio?
Se trata de un concepto que todos los emprendedores deben desarrollar antes de promover una idea de negocio. La respuesta es clara: Starbucks, como muchos cafetines emergentes de Junín, no vende café sino el concepto del “tercer lugar” (entre tu casa y trabajo); un pilar sobre el que construye no solo su ambientación general, espacios y servicios, sino además la comunicación. De esta manera, podemos observar que, si bien la infusión ocupa un lugar importante, no es lo único.
Te propongo ahora pensar en tus decisiones diarias. ¿Elegís el mismo café para una reunión de trabajo que para un cierre de semana con amigos? ¿Te da lo mismo si es lunes, tenés poco tiempo y buscás estacionar rápido? ¿Qué otros factores influyen?
Las fórmulas son variadas, desde la tradicional que se apoya en la vidriera para “ver y dejarse ver” hasta los que se esconden en “Pueblo Nuevo” con un despliegue de sutilezas como libros, muffins y una ambientación “cool”; diarios, música adecuada y una atención personalizada que busca fidelizar al puñado de clientes del día a día.
En un contexto cada vez más competitivo, no atender este tipo de pensamientos sería dejar en manos del precio la valoración de tu marca y propuesta. No se trata de cuestiones esotéricas ni de gastos onerosos sino de encontrar tu esencia en la borra del café.
Es puro marketing, o mejor dicho: marketing puro. ¡Hay café, cafeeeeeee!
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