Si tuviera que describirlos los imagino sentados en un cómodo sillón, con anteojos 3D, pochoclos y un enorme vaso de gaseosa. “Shrrrrp, shhrrp”. Sorbete de por medio y haciendo mucho ruido para tomar la gaseosa, ¿los visualizan? Así son. Hoy les quiero hablar de una patología contemporánea, una forma de ser de un grupo de personas que toman todas las situaciones como si fueran espectadores. No son ellos, son siempre los demás.
La situación del país, la juventud perdida, el deporte, el medio ambiente, la falta de educación, la ausencia de oportunidades y los impuestos, entre otras cosas. Ya no solo llevan esta conducta a las sentencias en las redes sociales, sino que ahora también la traducen al comportamiento real y cotidiano. Un estilo que aplican, sin estilo, en todos los órdenes de la vida. La propia y sobre todo la de los demás.
“Mirá este lo que se puso, qué ridículo”, “Patean todo el día la pelota y no meten un gol”, “A este tipo le va bien porque nació después del padre”, “¡Viste el auto que tiene con esa cara!”, “Qué tiene ese flaco que no tenga yo”, “Laburando no la hizo, si se la pasa con el telefonito”. Se los escucha en todos lados. Lo llamativo es que por lo general plantean situaciones que ellos mismos no lograron resolver. Vale decir, visten mal, no saben patear la pelota y fracasan en los negocios. Todo con el pochoclo en una mano y la efervescencia de la coca en la otra.
Si hablamos de negocios, se quejan. También se quejan porque la gente no sabe lo que es bueno y ya nada es como era. Quizá porque ellos siguen siendo lo que siempre fueron.
Con el traste encallado en su púlpito predican una palabra que después no pueden honrar con el ejemplo. Son espectadores de una realidad que los supera, los pasa por arriba e incluso en ocasiones creen que todo debe resolverlo alguien más, que debe hacer las cosas por ellos.
Se trata de empresarios o comerciantes que mediante la contratación de un comunity manager o alguna otra tarea complementaria creen que pueden resolver su futuro, porque mágicamente todo lo que viene cuesta abajo de pronto se va a orientar hacia arriba sin que requiera ningún esfuerzo de su parte.
Olvidan que la realidad de los productos o servicios se expresa en los medios pero se defiende en la realidad, con un trabajo integrado, donde el discurso sea un reflejo fiel y auténtico. Por eso, el desarrollo de una marca o comercio implica compromiso, levantarse del sillón, abandonar la postura como espectador de su propia historia y actuar con una mirada tridimensional, sin pochocolos ni gaseosas. “Shrrrrp, shhrrp”. ¡A moverse!
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