Unnoba: volver a empezar
OPINIÓN

Unnoba: volver a empezar

Cada comienzo de un nuevo periodo de gestión, como va a suceder a partir de hoy viernes 4 de agosto, en la Universidad Nacional del Noroeste de la Provincia de Buenos Aires, permite la oportunidad de reflexionar sobre lo realizado y proyectar los objetivos a alcanzar en el futuro.

No es un inicio más, ya que la Unnoba está transitando su vigésimo aniversario, en el marco de los cuarenta años de la Democracia Argentina. Hecho significativo, no solo por ser el periodo más extenso de vida democrática en nuestro país, sino también porque más allá de aciertos y errores, los argentinos hemos aprendido a sostener nuestro sistema político.

Esta fecha icónica para nuestra universidad, aunque convengamos que veinte años en la vida de instituciones de educación superior es relativamente breve, representa la concreción de un proyecto que fue gestado en el siglo pasado por el impulso político y social de la comunidad y la convicción de poder lograr el objetivo.

Esto se coronó luego del periodo de los centros universitarios regionales, con la creación de la Universidad Nacional del Noroeste de la Provincia de Buenos Aires mediante; el Decreto de Necesidad y Urgencia N° 2617 del 16 de diciembre del 2002, posteriormente ratificado por la Ley Nacional N° 25824 del 19 de noviembre de 2003.

El proceso se cumplió con creces, ya que justificó las razones de su creación en la necesidad regional de contar con una universidad pública que ofreciera la posibilidad de estudiar, de investigar y de cumplir con su compromiso social mediante políticas pertinentes y adecuadas a las necesidades del desarrollo local y regional.

La tarea fue encomendada a una persona, que lamentablemente nos ha dejado hace muy pocos días, y que contaba con todos los atributos necesarios para concretar el trabajo de organizar la primera universidad del Siglo XXI, como le gustaba decir.

El ingeniero Luis Julián Lima, no solo fue el Rector Organizador de la Unnoba y autor del proyecto institucional que sirvió de piedra fundamental para que la universidad se organizara, se consolidara y trazara las líneas de su desarrollo estratégico en base a la búsqueda permanente de la calidad académica.

Luis Lima fue también, tres veces presidente de la Universidad Nacional de La Plata, miembro de la Comisión Provincial de la Memoria, uno de los fundadores de la Asociación de Universidades de Grupo Montevideo (AUGM), actor principal de la Cumbre Mundial de Educación Superior de la Unesco, celebrada en París, en 1998, en la cual se declaró a la educación superior como un derecho humano, sino que además fue un universitario de ley.

Transitó aulas y laboratorios, enseñó y aprendió, investigó, expuso nacional e internacionalmente, escribió libros y artículos para revistas científicas y especializadas, planificó, gestionó, hizo extensión (es conjuntamente con Adelaida Rodrigo, su esposa, el autor del Programa de Las Casitas del Saber) y por sobre todas las cosas tuvo la capacidad de transmitir su enorme sabiduría en función del quehacer universitario y de la educación pública. 

La Unnoba fue y es su obra

Como Luis mismo lo expresó en el prólogo de su libro “Génesis y Desarrollo de la UNNOBA. Una Universidad del Siglo XXI” (2012) sobre su designación como Rector organizador “… Fue un designo del destino. Fue un regalo de la vida por el que estaré eternamente agradecido”.

Los agradecidos somos nosotros

Así las cosas, me permito hacer las siguientes reflexiones, teniendo en cuenta el motivo que nos convoca que es la asunción del Dr. Guillermo Tamarit para un nuevo periodo de gestión al frente del Rectorado de la Unnoba.

La evolución de la Unnoba se ha basado en pilares fundamentales como: la búsqueda permanente de la inclusión y la calidad académica, la pertinencia de sus acciones, su apertura a todos los sectores de la comunidad que quieran hacer el esfuerzo de estudiar y la autonomía para concretar su accionar.
Ese crecimiento ha contado con la conducción y el liderazgo de Tamarit que facilitó el desarrollo de la institución de tal manera que los objetivos planificados se fueron cumpliendo de manera razonable, siempre siguiendo una línea de acción en base a los estatutos de la universidad, el proyecto institucional y el plan de estratégico de desarrollo.

Ampliando la mirada, puedo señalar que nuestra ciudad, la región y el país necesitan poner en el centro del debate a la cuestión educativa. 
Ninguna nación del mundo, ha progresado si ha descuidado la educación. 

A lo largo del tiempo, el desarrollo se ha sostenido en la búsqueda del conocimiento científico y tecnológico y las diversas formas de uso, que permitió derribar barreras discriminatorias y garantizó el bien común.

En Argentina, las universidades nacionales son el ámbito indicado para discutir qué país queremos y para brindar las herramientas que permitan elaborar un proyecto nacional de mediano y largo plazo que cuente con el consenso político necesario para ser llevado a cabo.

A su vez, debemos partir de la premisa que la educación es una cuestión estratégica y prioritaria para cualquier Estado, no solo, en lo relativo a la formación y capacitación, sino también, en lo concerniente a la consolidación del sistema democrático. En este sentido, la Reforma Universitaria del 1918, sostiene entre sus bases la necesidad de contar con una educación que garantice la igualdad de oportunidades y que potencie las capacidades de los ciudadanos para alcanzar una vida digna, en proceso de apertura y con conciencia social. 

En los últimos años, tal vez décadas, las universidades fueron asumiendo nuevas funciones; no solo las explicitadas en la Ley de Educación Superior, como son: enseñar, investigar y hacer extensión.

Lo que ha generado una gran dispersión de tareas, como también la asunción de nuevas responsabilidades. Pero esto no nos debe hacer desviar de cuál es la esencia de las universidades: Preocuparse por que los estudiantes aprendan, y que aprendan aquello que necesitan para encarar los desafíos que les deparará el futuro.

Hoy es imprescindible fortalecer la vinculación entre Universidad, Estado y Sociedad para el diseño y ejecución de las políticas públicas, articulando con los diferentes niveles del Estado: nación, provincia o municipio.

Las universidades deben involucrarse en este tema, la Unnoba lo hace. Lo hace a partir de la capacidad de contribuir a la construcción de una agenda pública que canalice la demanda social, mediante un proceso de debate y concertación con los actores sociales, económicos y políticos del medio del cual la universidad forma parte.

La educación superior es un bien público, que conlleva responsabilidades públicas, por eso es fundamental que quienes ocupan puestos de gestión dediquen atención al análisis de las políticas públicas. Estamos ante un punto de inflexión en la historia de la humanidad, especialmente por la irrupción de la tecnología en la vida cotidiana, lo que significa, también, una transformación del mundo del trabajo. 

Muchos de los trabajos que ahora existen habrán desaparecido en pocos años, otros deberán adaptarse a nuevos requerimientos; también algunos trabajos serán sustituidos por máquinas, y, desde luego, surgirán nuevos empleos. 

Por eso la educación, y, la educación superior específicamente, deberán enfrentar dos grandes desafíos: El primero: formar a las nuevas generaciones; y el segundo, aún más dramático: encontrar respuestas para reconvertir a aquellos que corren el riesgo de verse excluidos del sistema, y también reinsertar a aquellos otros, que ya han sido excluidos de los circuitos productivos y del empleo formal. 

Por eso es bueno, cada tanto pensar hacia dónde debe ir la Universidad, y dónde debe concentrar sus esfuerzos. Como hemos visto hasta ahora, la Universidad Nacional del Noroeste de la Provincia de Buenos Aires ha transitado dos décadas de existencia y se ha constituido en un baluarte y una referencia en estrechar los vínculos de la universidad con la sociedad.

Sin perder de vista que las actividades universitarias no deben estar desligadas de la calidad académica, y puestas al servicio del compromiso social de la universidad, reafirmando que la educación es un derecho humano con el fin irrenunciable de promover mediante ella la movilidad social ascendente y el mejoramiento de la calidad de vida de los ciudadanos.

Como reflexionaba Thomas Jefferson, uno de los padres fundadores de los EEUU y uno de los redactores de la Declaración de la Independencia y presidente de ese país.

“Si resolvemos todos los problemas, excepto la educación superior, la próxima generación enfrentará los mismos problemas nuevamente. En cambio, si resolvemos sólo la educación superior, la próxima generación resolverá todos los problemas”. Ese es el sendero que ha transitado la Unnoba, y que vuele a empezar.

Juan Pablo Itoiz: Secretario de Extensión Universitaria

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