Techo de cristal del 30%

Techo de cristal del 30%

¿Por qué ningún candidato de manera individual ha logrado superar el 30% de la intención de voto en el último año? ¿Acaso existe un techo de cristal en esta primera etapa de dos o tres pasos? El mensaje provisorio del electorado a los actores es “ahora muestren qué tienen además de trayectoria, carisma o disrupción, no se la vamos a hacer fácil”. El libertario al menos se estancó (¿o bajó?), aunque en una meseta interesante. Massa parece que logra captar el núcleo duro peronista / kirchnerista, pero eso tiene un límite. Mientras que en Juntos por el Cambio hay un final abierto. Larreta, gran favorito hace un año, se quedó sin impulso. Bullrich llega en su mejor momento, pero tampoco logra dispararse.

Es verdad que la película recién empieza y que pueden suceder muchas cosas. Pero la dinámica no se modifica fácilmente. Por este camino, lo más probable es que las PASO nos ofrezcan una foto lo suficientemente fragmentada como para disipar la gran incertidumbre sobre el resultado final, aunque existen escenarios más y menos probables. No se debe perder de vista el eje central: es una elección de cambio, no de continuidad, y eso ya no se modificará.

En este contexto, una de las noticias de la semana son los problemas éticos y jurídicos de Milei y sus listas. La justicia investigará y decidirá sobre la cuestión, pero esas son las únicas noticias que se conocen sobre el espacio libertario. En los últimos reportajes, el auto titulado “león” ha tenido que estar la mayor parte del tiempo a la defensiva. Le están tratando de hacer la vida imposible y al personaje se lo nota rengo en sus reacciones. ¿Esto lo afecta en su voto? Veremos. Como hemos comentado en esta columna varias veces, al ser su público mayormente despolitizado y desideologizado, es más difícil que consuman noticias electorales, y ergo que esas cosas los afecten. Sin embargo, dejó de ser una novedad y esto puede hacer que se quede sin nafta faltando media vuelta para ganar (cual Reutemann en 1974). 

Acá se plantea el famoso tema de los parámetros que construye cada candidato en su posicionamiento frente a la opinión pública. Quien se jacta de tener una camisa blanca impoluta, una pequeña mancha llama mucho la atención. Tanto criticar a la casta, tener conductas de ese estamento lo afectarán sustancialmente comparado con las mañas del establishment político. Como diría el filósofo contemporáneo Sergio Tomás Copperfield: “bienvenido a la política”.

Pese a anunciar que “no hablamos más de aquellos que critican”, Patricia Reina siguió alimentando la puja con “el pelado”. Ahora los motivos fueron los cortes de calles y los días de clases. Era obvio que la pelea de box iba a seguir porque: 1) es demasiado lo que está en juego, 2) es el estilo de “la piba”, y 3) no quiere desperfilarse. Quedan 5 semanas hasta las PASO, o sea que veremos aún varios rounds de “esta dramática pelea” (diría el recordado Caffarelli en sus relatos pugilísticos).  

El Emir de Cumelén salió en las últimas horas a aclarar que en esa pelea no será neutral. Se supone que lo hizo para calmar la ansiedad de “la Pato”, ya que a Macri le empezaron a entrar algunas dudas, fomentadas por políticos muy sabios que le vienen advirtiendo lo siguiente: a) “¿y si gana Horacio?”; b) “¿cómo vas a hacer para liderar al conjunto si te inclinás por un lado?”; c) “¿estás seguro de que Patricia te va a cumplir lo pactado?” (¿qué colectivo pasa por Comodoro Py?). Por eso, aun con listas ya definidas, el ex presidente sigue sin jugarse. Gran regla del conductor: nunca nadie se debe sentir seguro de nada.

Siguiendo con la saga de Juntos por el Conflicto, ¿está claro el rédito para Larreta de diferenciarse tanto de Macri, al punto de decir que “ese modelo fracasó”? Si lo pensaba hace mucho, ¿por qué recién lo dice ahora?, ¿por desesperación?, ¿no le entrega todos los fans macristas a Patricia?, ¿no hay otra forma de matar al padre que no sea cual tragedia griega? Ahora que se le endilga una vieja amistad con Massa, ¿recién sale a criticar al ministro de economía? Entre el affaire Schiaretti, y estos dichos, quizá haya un problema de timing en el comando peladista.

El magnánimo Massa pidió prestada una ambulancia para recoger heridos y darles condecoraciones de guerra. No le quedaba otra. Los zafarranchos de combate realizados en esas inolvidables 24 horas entre el spot de Wado y el anuncio de que el candidato era el tigrense, merecían varias cirugías reparadoras. Como existe un consenso amplio respecto a la alta probabilidad de derrota, nadie evitó prestarse a la foto con el eventual chivo expiatorio -la CGT, los gobernadores, los movimientos sociales, etc.- al grito de “¡Unidad!”. Es curioso lo que sucede con el ministro: su candidatura al mismo tiempo que su posible fracaso electoral están haciendo subir los bonos, las acciones de las empresas argentinas, bajando el riesgo país y mejorando la confianza del consumidor. Mientras, se siguen cancelando vuelos a Washington por parte del equipo económico.

Last, but not least, queda en el tintero el caso San Juan. Primero, había poca expectativa real en que el distrito cambiara de mano, lo cual incrementó la repercusión nacional. Segundo, de los lugares que perdió el oficialismo provincial, este es en el único donde el ganador nunca formó parte del poder local, como sí ocurrió en San Luis y Neuquén. Tercero, la victoria de Marcelo Orrego muestra que no siempre “billetera mata galán”. Cuarto, analizando su campaña queda relativizado que solo se gana expresando un alto nivel de confrontación.

Hace casi dos meses, en la columna “La Suprema suprime”, dijimos que “si se hubiera votado este domingo (14 de mayo), el actual gobernador (Uñac) hubiera perdido frente a su ex padrino (Gioja). No solo eso, sino como además el candidato individual más votado hubiese sido el principal opositor Marcelo Orrego…, la ´esperanza blanca´ sanjuanina terminaría en un pálido tercer lugar”. 
La bola de cristal no existe. Solo existen buenos y malos diagnósticos.

Carlos Fara: Consultor político.

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