La posverdad política
ESPUMA

La posverdad política

Hace un par de semanas, intercambié ideas políticas con un amigo. Cerveza de por medio me rendí a una respuesta que, paradójicamente era tan potente como carente de sentido: “lo voto porque viene a romper todo”. Fue ahí cuando pensé, estamos creando monstruos. En la columna de hoy, la posverdad política.  

Muchas veces me pregunto qué deberíamos hacer los publicistas frente a las demandas de comunicación de los candidatos. Acaso se nos hace imposible probarlos (como quien testea un vino) para después ofrecerlos al mercado, siendo esta una condición fundamental para trabajar “la promesa publicitaria”. Solo nos queda creer, confiar en lo que dicen y ponernos a trabajar. 

Nuestro rol como profesionales es vehiculizar la relación entre emisor y receptor. La complejidad es que hoy nos enfrentamos a una audiencia desinteresada, incrédula o incapaz y a un un contexto mediático donde prima la velocidad y la inmediatez. Una configuración que define lo que estamos viendo desde hace algunos años. Una serie de frases sin profundidad, lemas vacíos que responden mucho más a “pisar” al rival que a postular un estilo de conducción. 

No tengo claro si no hay propuestas porque no hay audiencia o porque no tienen un plan de gobierno. Asistimos así a un escenario plagado de debates propios de programas de la tarde. Una orquestación de bajo nivel que busca el golpe de efecto para constituir posicionamiento en la mente de los votantes. 

Alejarse un poco es tomar perspectiva de la comunicación política actual. Una matriz de recursos donde abundan los lugares comunes, golpes sobre la mesa impostados y producciones bizarras. Todo para que a los pocos meses, la realidad supere a la ficción y escapen sobrevolando la casa rosada. 

Somos los comunicadores quienes transformamos candidatos en presidentes. Los asistimos con nuestras herramientas estrategicas y creativas. Los ayudamos y le pedimos a la gente que “nos sigan, que no los vamos a defraudar” y es exactamente lo que sucede, siempre. Quizá sea arrogante pensar que toda la responsabilidad es nuestra pero necesito creer que algo podemos hacer. 

Como idea borrador, imagino una normativa periodística, publicitaria electoral que iguale a todas las campañas bajo las mismas condiciones ¿Sería una locura pretender que todos tengan que difundir bajo las mismas condiciones? Una foto, un párrafo breve y veinte propuestas cuantficables. 

Suena a utopía y seguro se puedan pensar cosas mejores pero de algo estoy seguro, mientras sigamos mediatizando riñas de gallo, produciendo spots publicitarios fabulosos o le demos espacio a impresentables que gritan para demostrar entereza, estaremos cada vez más lejos de la solución. 

Hoy solo quiero invitar al pensamiento crítico, postular un estilo propagandístico más literal. Bajemos la “espuma publicitaria” de las campañas electorales, tengamos presente que no estamos vendiendo cerveza sino definiendo nuestro futuro. Creo que stamos un poco ebrios de campañas, justo cuando termino mi chopp y es el fin de esta columna. Salud país.

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