Con el delegado de Cristina confirmado, la mesa política aún genera dudas
ANÁLISIS

Con el delegado de Cristina confirmado, la mesa política aún genera dudas

A pocas horas de su primer encuentro, la mesa política del Frente de Todos convocada por Alberto Fernández para empezar a hablar de estrategias electorales aún muestra ribetes de entelequia. Los gobernadores dicen que todavía no han sido invitados, los piqueteros amigos del gobierno, lo mismo. Lo único que ayer parecía más o menos confirmado es que el cristinismo estará representado por el ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro, que supuestamente es el crédito de ese sector del oficialismo para pelear la Presidencia en octubre.

Así, se supone que Wado llevará a esa mesa que se reunirá el jueves a la tarde las inquietudes que pretenden los cristinistas que allí se debatan. O al menos que ese sector se ha encargado de difundir sin disimulos como tópicos imprescindibles para colmar sus expectativas. A saber:

a) Que el peronismo se embandere con la mística de pelear en contra de -o para terminar con- la “proscripción” de Cristina, una reinterpretación facciosa, amañada, de la condena judicial en primera instancia por corrupción en la obra pública contra la vicepresidenta.

b) Que en lo posible no se realicen las PASO en el oficialismo, sobre todo para los cargos más altos, al revés de lo que el Presidente ha dicho que él considera como más conveniente.

c) Que sea un ámbito donde se analice la conveniencia de buscar algún tipo de mecanismo para atemperar el ajuste económico y fiscal que lleva adelante el ministro Sergio Massa, quien aún no ha logrado dominar la cuestión inflacionaria.

Es verosímil pensar que de estas cosas hablaron el Presidente y De Pedro en un desayuno que compartieron el sábado en la quinta de Olivos, difundido recién en las últimas horas. En rigor, ya es un dato novedoso que hayan conversado porque, según admitió el propio Fernández en un reportaje radial, no tenía diálogo con su ministro político y hasta trató de ningunearlo diciendo: “Yo sé con quién puedo gobernar y con quien no”.

El hielo glaciar entre ellos se había instalado con más fuerza que nunca luego de que el ministro atacara al Presidente a través de voceros oficiosos porque no fue invitado a un encuentro con Lula Da Silva sobre la temática de derechos humanos.

¿Sirvió de algo ese desayuno sabatino? Sin dudas Wado es el mejor exégeta de Cristina, con quien Alberto prácticamente no habla, y es probable que haya asistido en su nombre. También, deben haber abordado el “incidente Lula” sin ese enojo arrebatador que suele dar la inmediatez del hecho. ¿Habrán fijado reglas de juego? La versión oficial de los voceros del ministerio del Interior sobre esa cafeteada son, desde ya, edulcoradas. “Ambos quedaron conformes”, se explicó.

Ayer De Pedro encabezó un acto institucional por un tema vinculado al manejo de agua que toca a varias provincias. Por eso estuvieron con él representantes de unos ochos distritos, entre gobernadores y vices. Se vio a un albertista fiel: el ministro Gabriel Katopodis. Detalles. Muchos hablaban de cierta distensión.

Fernández siempre intuyó que la insistencia kirchnerista para que, en su rol de jefe de Estado, convoque a la mesa electoral del Frente de Todos revestía cierto riesgo político para él: ¿y si es el ámbito para que los “Cristina-boys” derriben su proyecto -casi unipersonal- de pelear la reelección?

Así, una vez que cedió a la presión K, el Presidente procuró hacerla extensiva la convocatoria a todas las tribus peronistas, no sólo a la mesita ratona de tres patas que alumbró el FdT en 2019 (él mismo, CFK y Massa). Un mecanismo de protección. Curiosamente, esos subgrupos son los que dicen que aún no recibieron la invitación oficial.

Cristina no ha dicho ni una palabra de toda esta cuestión. No en público. Pero es imposible que cuando los diversos actores que reportan al Instituto Patria salen a plantear, por ejemplo, que es necesario que la mesa política asuma como propio el relato de la “proscripción”, lo estén haciendo sin el guiño aprobatorio de su lideresa. Es lo que viene pasando en los últimos días.

Aunque es claro que el kirchnerismo duro preferiría que Alberto no repita como candidato mayor por temor a una derrota que comprometa el resultado en la Provincia de Buenos Aires, el jueves el Presidente podría enfrentar una “apurada”.

Una suerte de intimación para que deje de jugar al misterio sobre si irá o no por un nuevo mandato; parecida, tal vez menos diplomática, a la que le sugirió Massa en la última reunión que mantuvieron ambos con intendentes del Conurbano. Fernández, dicen en la Rosada, preferería mostrar las cartas más cerca de abril/mayo. No parece fácil para él resistir la presión tanto tiempo.

Por cierto, en Massa tal vez Fernández encuentre un aliado si se le plantea la necesidad de abroquelarse contra la idea de tocar el rumbo económico que se acordó con el Fondo Monetario Internacional para tornarlo más “distributivo” en el año electoral.

Este es un tema medular, tal vez el más profundo, que ha distanciado a Fernández del kirchnerismo duro. Aún con los costos internos, sociales y políticos, resignar eso representaría una claudicación de efecto fulminante.

 

 

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