Tinder es una red social para citas amorosas que operás desde el celular y con la que podés chatear y concretar encuentros. Hasta ahí, la explicación para quienes no la conocen.
Ahora bien, hoy quiero hablarles de su dinámica, una analogía con las marcas y la fugacidad de algunas cuestiones comerciales.
Les cuento que, la aplicación funciona así: te ofrece una galería de opciones (personas) que se exhiben como productos en una góndola. Todos con fotos que naturalmente los favorecen, algunos con una promesa que destaca algún rasgo y oculta otros.
Si, una práctica que viene del marketing. La idea es que le des “like” a quien te interesa. Fin del primer paso. La cosa se pone buena si del otro lado hay un interés y a esto se le llama “match”. Ojo, esto no implica que se haya formado una pareja, como decía el recordado Roberto Galán, sino que hay un interés. Esto por lo general no solo no es suficiente sino que además suelen confundir, porque atracción no es lo mismo que relación.
Te quiero mucho, poquito o nada. Asistimos a un nuevo escenario, donde las marcas y el amor deben desarrollarse en un mercado plagado de propuestas. Un contexto con más variedad, más oportunidades y sobre todo de mayor fugacidad. Por eso, es vital entender el fenómeno de la “tinderización” y las semejanzas con los negocios.
Repasemos juntos.
Hoy muchas decisiones de compra de bienes y servicios que se inician en las redes sociales. Así como en Tinder, las personas aceptan o descartan solo con un movimiento del rey, me refiero al dedo pulgar. En ese universo digital todo parece mágico y el chat es el iniciador de las relaciones. La inconsistencia surge después, cuando la promesa digital no se cumple en la experiencia física.
Muchas empresas o comercios no son conscientes de que la “tinderización” ha llegado a los negocios y que los clientes están dispuestos a cambiarnos todo el tiempo. Mareados por las redes, los empresarios montan un ecosistema virtual perfecto que nada tiene que ver con lo que sucede en el encuentro final con la propuesta.
¡Atentos! En la actualidad, la relación entre los consumidores y las marcas puede desvanecerse en cuestión de segundos, de hecho es lo que les está sucediendo a quienes creen que el trabajo es solo el montaje de seducción. Atentos, ese es solo el inicio, la relación necesita consolidarse, solidificarse y construir fidelidad. El verdadero march es que finalmente nos impulsa a gritar, “señores, se ha formado una pareja!”.
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