La democracia como sistema de reglas de convivencia supone elecciones regulares y libres y el respeto a la voluntad popular. En general, los países con “tradición democrática” incorporan otras dimensiones: altos niveles de confianza social, políticas de estado continuadas (más allá de quienes gobiernan), sistemas competitivos que mejoran las propuestas electorales y, de la mano de estas características, elevan los niveles socio económicos de su sociedad, construyen sistemas macroeconómicos estables, presencia creciente en los debates globales y participación en la economía mundial.
En nuestro país, hace bastante tiempo la política ha optado por la “cultura de la confrontación”, el señalamiento del adversario (¿enemigo?) como el responsable de todos los males. Esta opción ha sido eficaz para ganar elecciones, en la misma medida que nos sumerge en un espiral descendente en términos de altos índices de pobreza, dificultad en el acceso y baja calidad en los distintos niveles educativos, problemas de asistencia en salud, persistentes problemas macro-económicos, falta de seguridad, solo por señalar algunos de los más importantes. Todo lo cual lleva al apartamiento de la ley por falta de incentivos elementales.
El atentado contra la vida de la vicepresidenta de la Nación, por su excepcionalidad, marca un nuevo tiempo, determinante en cuanto a la posibilidad de que nuestros hijos puedan transitar por mejores condiciones de convivencia.
Si, como todo hasta aquí lo indica, es la acción de una persona aislada (cuestión a la que toda sociedad está expuesta), lo que resultará distintivo es cómo el sistema político procesa esta circunstancia. Podemos continuar asignando responsabilidades de un lado a otro de la famosa grieta, o bien, comenzar a transitar la posibilidad de construir diálogos y consensos que ofrezcan mejores perspectivas a nuestros ciudadanos, a partir del cumplimiento de los acuerdos y las leyes. Una multitud de 40% de pobres, índices de inflación en torno al 90%, menos de 20% de graduados de la educación media, jubilaciones que compiten con salarios mínimos, son las dimensiones que están expectantes a cómo procederán quienes están a cargo.
Guillermo Tamarit: Rector de la Unnoba.
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