“Un nene de 7 años faltaba a la escuela, la directora hizo la denuncia y lo encontraron muerto junto a sus padres” (Radio Mitre). Hoy vi esta noticia y me pregunté varias cosas ¿Nadie se dio cuenta que una familia faltaba? ¿Dónde estaban los vecinos? ¿Dónde la familia? ¿Dónde los amigos?
Una vez más la escuela está ahí presente, en el titular, en la urgencia, en la realidad.
La escuela que es tan criticada, manoseada, observada, pero presente, siempre presente. Le piden a la escuela que eduque, pero a la par se le exige que contenga, que cobije, alimente, busque y una infinidad de tareas para la cual no fue creada, pero para las que está. No puedo sentir más que orgullo por las colegas que ante la ausencia, no solo de un niño, sino de tantos, estuvo ahí presente. A esa maestra y a esa directora que no dudaron en salir a buscar a ese alumno perdido les doy las eternas gracias. Pero ellas no son un caso aislado, una excepción, una rareza, en ellas se visibiliza la regla de todo los que somos docentes hacemos día a día.
Somos los que abrazamos, los que abrigamos, alimentamos, educamos y esperamos. Muchas veces nos critican y la tribuna, sin saber todo lo que hacemos, pregunta ¿Y la escuela dónde está? ¿Dónde estaban los docentes? Acá estamos haciendo más de lo que se supone, acá estamos para cada uno de ellos, nuestros alumnos y para cada una de las familias.
Ya lo dijo el Quijote: "ladran Sancho, señal que cabalgamos."
Hoy para esas docentes, para esa comunidad educativa fue un día triste, gris, feo... Uno de esos días que nos marcan a fuego, que no queremos que jamás nos vuelvan a tocar. Pero también es el día de saber que una vez más cumplimos nuestra labor, que todos estén en nuestras aulas y si uno no está, lo buscamos hasta el final.
Eternamente gracias.
Natalia Eusebi
Básicamente, docente.
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