El esperado reencuentro en público entre los dos principales referentes del oficialismo, después de largos tres meses repletos de alboroto palaciego, disipó ligeramente las especulaciones sobre una ruptura inminente y definitiva del Frente de Todos, pero dejó como saldo sensaciones más agrias que dulces en el sector moderado del Gobierno, básicamente, en el albertisimo.
Nada por fuera de lo que podía esperarse sucedió en definitiva en el acto que compartieron Alberto Fernández y Cristina Kirchner en Tecnópolis, donde en medio de gestos de acercamiento, la vicepresidenta recriminó una vez más al primer mandatario. Enérgica y hasta aflautando la voz en el momento más dramático de su discurso, Cristina reclamó a Fernández que empiece a usar "la lapicera -de presidente de la Nación- con los que tienen que darles cosas al país", en una escena casi como extraída de un sketch televisivo protagonizado por la diva Susana Giménez - "¡Alberto, Alberto!"-, si no fuera por las preocupaciones institucionales que francamente genera la ex mandataria a partir de su rol de partícipe necesaria del debilitamiento de la figura del jefe de Estado.
Fernández y Cristina se reunieron aparte durante alrededor de media hora antes de salir a escena juntos -por primera vez en tres meses- para encabezar el acto por los 100 años de la empresa petrolera YPF ante la plana mayor del oficialismo, sentados albertistas por un lado y kirchneristas por el otro, aunque con al menos dos ausencias notables, la del líder de La Cámpora, Máximo Kirchner -esperable-, y la del titular de la Cámara de Diputados, Sergio Massa -sorpresiva-.
En ese marco, la jefa del Frente de Todos (FdT), tras la charla preliminar y privada con el Presidente, le aplicó un virtual tirón de orejas al primer mandatario, para dejar una vez más en evidencia las posturas contrapuestas que conviven en el seno del Gobierno, especialmente en lo que se refiere al rumbo económico que decidió seguir el albertismo a partir del acuerdo de la Argentina con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
"Las herramientas que ellos proponen no dieron resultado en el pasado, ya han fracasado", dijo a esta agencia una fuente cercana al ala moderada del FdT, con relación a las demandas que plantea el sector kirchnerista, en tanto indicó que pese a los momentos incómodos que debió sortear Fernández en Tecnópolis, su reencuentro con Cristina podría significar el puntapié inicial para que ambos líderes retomen el diálogo, que sí se produce entre las segundas líneas de ambas facciones.
De cualquier manera, la foto que ambos fueron a buscar, juntos, al predio de Villa Martelli, en el Gran Buenos Aires, sirve por lo pronto para disipar levemente las conjeturas sobre una inminente fractura del Frente de Todos, en un contexto de prolongadas tensiones en el oficialismo, más allá de que se espera que continúe bajo discusión la dinámica económica del Gobierno entre los distintos clanes que componen la coalición.
Kulfas rodó escaleras abajo
En este sentido, en los últimos días el titular del Palacio de Hacienda, Martín Guzmán, volvió a recibir ráfagas de fuego amigo, de parte de la diputada Cecilia Moreau, que consideró que "cumplió una etapa" con el acuerdo con el FMI, deslizó que le falta "calle" y agregó: "Necesitamos un ministro más humano". Además, el mismo sábado quedó expuesta otra vez la feroz interna desatada en el área de Energía de la alianza gobernante.
El ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, quedó en el centro de la tormenta, antes de rodar finalmente escaleras abajo, con motivo de un mensaje "en off" divulgado a la prensa en el que se responsabilizaba a funcionarios que responden a Cristina por haber presuntamente favorecido al conglomerado Techint en el pliego de la licitación para la construcción del gasoducto Néstor Kirchner.
Ya de por sí los ánimos en el área de Energía -una Secretaría que encabeza Darío Martínez, cercano a La Cámpora- se habían vuelto a caldear en las últimas semanas tras la decisión de Fernández y de Guzmán de avanzar con una actualización de las tarifas de servicios públicos, siguiendo así la hoja de ruta establecida en el pacto con el FMI.
Quien dejó en claro en estos días que pretende mantenerse al margen del griterío palaciego es Sergio Massa, que le dio deliberadamente la espalda al acto en el que Cristina regañó para la televisión a Fernández en Tecnópolis y busca consolidar un perfil proselitista que lo muestre como el único dirigente del FdT capaz de hablarle a los sectores más volátiles del electorado, tratando de reconstruir una alternativa política con vistas a 2023 desde el centro hacia los extremos. Se trata por cierto de una estrategia similar a la que propone el neurocientífico Facundo Manes dentro del radicalismo.
En el ámbito del Frente Renovador destacan la necesidad de cimentar una opción moderada de cara a los comicios generales del año que viene que sea capaz de seducir de regreso a los votantes del FdT que se fugaron del oficialismo desencantados con la gestión de Fernández y las peleas en el seno de la coalición gobernante: "Sergio le tiene que hablar a ese porcentaje del electorado que está afuera", sostuvo la fuente consultada por esta agencia.
Un escenario que fortalece a la oposición
Así las cosas, en el massismo no descartan la posibilidad de que se produzca una "pelea de tres tercios" en 2023, en especial si el ex presidente Mauricio Macri se lanza a la competencia por la primera magistratura y en el caso de que se mantenga la efervescencia en torno de la figura del economista y diputado libertario Javier Milei, hoy paladín del "voto anti-sistema".
Con Massa tratando de convertirse en "el único candidato a presidente viable dentro del peronismo", el Gobierno procuró evitar en Tecnópolis que la oposición, sobre todo Juntos por el Cambio (JxC), continúe fortaleciéndose a partir de las fricciones dentro del FdT, aunque con el revuelo generado en torno de Kulfas y su repentina eyección del Gabinete nacional el tiro le terminó saliendo por la culata. O al menos, ésa es una primera impresión.
Fernández, que en los últimos días radicalizó su discurso y volvió a arremeter con bravura contra Macri en particular y JxC en general, venía abogando por el diálogo y la unidad dentro del oficialismo, pero ahora se vio forzado a pedirle la renuncia a Kulfas tras la embestida de Cristina.
Está claro que a la oposición le sientan como anillo al dedo las peleas en Balcarce 50, pero si bien en JxC se frotan las manos con miras a los comicios presidenciales de 2023, sus referentes admiten en público -y en charlas de café lógicamente también- que "no será sencillo" recuperar el poder adquisitivo del salario y combatir la inflación en el caso de ganar el año que viene.
"Será necesario el esfuerzo de todo", dijeron fuentes de ese espacio, en donde sus líderes coinciden en que deberían implementarse "políticas de shock" para enderezar definitivamente el rumbo económico del país y propiciar un escenario de desarrollo y crecimiento sostenido.
Recuerdan incluso en ese espacio que Macri aseguraba durante la campaña electoral de 2015 que la misión de bajar la inflación en la Argentina no revestía complejidad y solo se requería voluntad política para lograrlo. Por cierto, el Gobierno que Cambiemos que encabezó el ex alcalde porteño claramente fracasó en esa cruzada y en la actualidad, algunos economistas advierten que el costo de vida podría dispararse por encima del ¡70 por ciento! este año.
¿Tienen efectivamente Fernández y Guzmán ahora un plan para evitarlo?
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