Alberto Fernández había bajado una orden a los suyos: no responder a los ataques del cristinismo duro y fijar agenda propia. Ayer se levantó confiado, pensando que el muy políticamente correcto proyecto para alargar las licencias de maternidad y paternidad le ganaría espacio periodístico a sus peleas con Cristina Kirchner. Le duró media mañana la estrategia. Tal vez menos. Hasta que un vocero privilegiado de La Cámpora, la agrupación que maneja el 71 por ciento de los recursos del Estado, salió a recordarle: “El gobierno es nuestro”. Le faltó decir: “Sos el gerente, no el dueño”.
Andrés “El Cuervo” Larroque, ministro de Desarrollo de la Provincia, fue el incendiario. Su peso específico en el entorno de Cristina y Máximo Kirchner agigantan el efecto de lo que dijo. Junto al diputado nacional y al ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro, conforman un tridente hiperpoderoso, fundacional, de esa agrupación juvenil cuyos líderes ya no son jóvenes.
“Nosotros constituimos esta fuerza, lo convocamos a Alberto y ganamos las elecciones; tampoco es que Alberto se va a llevar el Gobierno a la mesita de luz, eso sería incorrecto”, dijo el Cuervo. Fulminante, clarísimo. Sin metáforas, como aquella de la ballena y el kril que usó Máximo el sábado para criticar, con nombre y apellido, a Martín Guzmán por no enfrentar a “los poderosos”.
Si se mira el desarrollo de los acontecimientos de los últimos tres días, el kirchnerismo parece decidido a acelerar la ofensiva contra el albertismo. Más puntualmente, sobre el área económica del gobierno, que tiene a Guzmán como cara visible. Es claro que buscan su cabeza. Ayer mismo, Cristina recurrió a un estiletazo en twitter, más sutil que otras veces, en línea con lo que dijo Larroque. Posteó una foto de un encuentro en su casa con la esposa del escritor José Saramago, Pilar del Río, y recordó que la conoció en 2003, justo cuando su esposo Néstor debía enfrentra el ballotage contra Carlos Menem, que finalmente no se hizo.
Escribió la vice: “La pregunta era: ¿Cómo íbamos a hacer para gobernar el país después de la crisis de 2001 con apenas el 22% de los votos? Mi respuesta fue única y categórica: nos íbamos a legitimar gobernando… porque se podía ser legítimo y legal de origen y no de gestión”. La referencia a su opinión sobre Fernández, que fue legítimamente elegido en primera vuelta, es más que obvia: para ella, las decisiones económicas que ha tomado lo deslegitimaron.
Según esa tesis, como dijo Larroque y repiten todos lo camporistas, Fernández rompió el “contrato electoral” que lo llevó al a presidencia. Es más, en un reciente encuentro con la militancia juvenil de La Cámpora, Máximo -cuya verba para los pibes militantes es palabra santa- aseguró, palabras más, palabras menos: “Este no es más nuestro gobierno, no tienen que defenderlo”. Dos fuentes confirmaron la escena a este diario. Traducido: la orden que se baja es “por un lado ellos, por otro nosotros”.
“Que se vayan ellos”
¿Que busca el kirchnerismo? ¿Que Alberto los expulse del gobierno? Hasta ayer, la línea que bajaba de la Rosada era que él no tomará esa decisión. “Si quieren que se vayan ellos”, explican las fuentes. Es más: antes de asumir la presidencia, en octubre de 2019, el Presidente había prometido: “Nunca me voy a pelear con Cristina”. Casi un vaticino del espíritu zen que muestra hoy frente a los embates en su contra, que rozan lo irrespetuoso. “Yo no soy el dueño del Gobierno, nadie es dueño del Gobierno. Es del pueblo, nosotros solo representamos a ese pueblo”, dijo ayer.
¿El kirchnerismo busca quedarse con el manejo del área económica? Supongamos que sí. ¿Qué propone como alternativa? Porque hasta ahora lo único que se sabe es que Máximo, Cristina y los suyos se opusieron al acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, al punto que la autorización para refinanciar la deuda y tomar una nueva se aprobó con los votos opositores. Y que quieren que el aumento de tarifas no pase del 20%.
No queda claro si el cristinismo tiene “in pectore” un ministro de Economía propio para reemplazar a Guzmán. Ha surgido el nombre del kicillofista Augusto Costa, pero nadie lo confirmó. Tampoco se sabe qué programa económico alternativo, que es el gran cuestionamiento que le hacen a Fernández, tiene en mente la vice más allá de la vocación innata de expandir el gasto público y fomentar el consumo y de las consignas dialecticamente eficaces como que “el gobierno tiene que ser con la gente adentro”. ¿Trazó La Cámpora un plan para conseguir los dólares que le faltan a la economía en otras billeteras que no sean a las que apunta Guzmán?
Una mirada opositora
La dirigente santacruceña de Juntos, Mariana Zuvic, tiene un teoría inquietante. Que Cristina busca un adelantamiento de las elecciones presidenciales para competir ella como senadora por la Provincia. Sin Fernández, claro, que según esa tesis debería dar un paso al costado. Y jugando en tándem con los intendentes del Conurbano para intentar mantener el gobierno provincial, aún cuando se pierda el comicio nacional. Presunciones. Resulta difícil pensar que el kirchnerismo no pagaría ningún costo ante la sociedad frente a semejante movida de piso.
A propósito, Cristina hablará el viernes en Chaco, donde recibirá un doctorado honoris causa de una universidad local. Con el antecedente de ayer, y lo que dijo en aquel encuentro internacional de parlamentarios respecto a que la banda y el bastón no le dan poder a nadie, todo el peronismo espera ahora ese discurso. ¿Misilazo final o más muñeca para administrar la tensión? Corren apuestas informales en el mundillo político.
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