En 2020 había en el mundo 76 millones de personas con glaucoma, cifra que ascendería a 112 millones para 2040. El glaucoma es una de las causas más frecuentes de ceguera en el mundo entero. La ceguera que produce es irreversible por eso es tan importante el diagnóstico precoz y el tratamiento es preventivo. Se previene que el daño del nervio óptico no sea mayor, porque se puede devolver la visión a quien la ha perdido por glaucoma.
Existen variados y eficientes tratamientos para tratarla, pero lo importante es poder hacer un diagnóstico lo suficientemente precoz para su tratamiento.
El glaucoma es una enfermedad del nervio óptico en la cual perdemos fibras nerviosas y que puede llegar a la ceguera, su factor de riesgo más frecuente es el aumento de la presión intraocular. En el mundo, es la causa de ceguera irreversible más frecuente. Por eso, su diagnóstico y tratamiento precoces son fundamentales para prevenir la ceguera.
Dentro del ojo estamos constantemente produciendo un líquido, el humor acuoso, y también reabsorbiéndolo constantemente. Si el proceso de reabsorción comienza a fallar, el líquido se acumula aumentando la presión intraocular. Esta presión elevada afecta al nervio óptico produciendo la muerte de sus fibras.
Es fundamental el diagnóstico precoz y su tratamiento para disminuir la presión a cifras que no alteren al nervio óptico y no perder más fibras, o sea no perder visión.
El glaucoma puede afectar a cualquier persona a cualquier edad. Existe el glaucoma congénito, que los pediatras derivan al oftalmólogo en presencia de los signos de alerta. El glaucoma es más frecuente en personas de 45 a 50 años. Es la edad de la presbicia y se recurre al oftalmólogo para la indicación de lentes. En esa consulta se hará un examen completo y se podrá descartar la necesidad de mayores estudios. Si fuera necesario se estudiará al paciente para reconocer cuánto afectó la presión intraocular alta al nervio e indicar el tratamiento adecuado.
Entre los factores de riesgo están: la edad, presión intraocular elevada, historia familiar directa, miopía, tratamiento con corticoides, antecedente de traumatismos oculares, enfermedad vascular, hipotensión arterial importante.
Para diagnosticar el glaucoma debemos examinar el fondo de ojo, y ver el estado de la cabeza del nervio óptico que es adonde visualizamos la pérdida de fibras nerviosas, tomar la presión intraocular y examinar los ojos con el biomicroscopio visualizamos el estado de la cámara anterior y la forma del iris.
Con estos datos sabemos que pacientes deben ser examinados para descartar o confirmar glaucoma. A esos pacientes debemos medirle el espesor corneal con una paquimetría. También se realiza una gonioscopía, el estudio del ángulo entre la córnea y el iris, donde se encuentra el filtro por donde sale del ojo el líquido que regula la presión intraocular, lo que permitirá diferenciar entre aquellos que presentan un ángulo abierto o cerrado, diferenciación importante porque tienen tratamientos diferentes. Además, se estudia el nervio óptico o papila sacando una foto a su cabeza para poder compararla según pase el tiempo.
En pacientes con glaucoma la papila cambia su imagen mostrando la pérdida de fibras del nervio óptico. Obviamente, si se pierden todas las fibras nerviosas del nervio óptico, este no funciona y no trasmite la información al cerebro, perdiendo ese ojo su función visual.
El paciente con glaucoma pierde visión en forma periférica, en sectores específicos. Puede tener muy buena agudeza visual (lee letras de tamaño pequeño) e igual perder campo visual periférico.
Dr. Jorge Alejo Peyret: Oftalmólogo (MN 67724), médico de planta del Hospital Durand, Unidad Oftalmología. Fundador y expresidente de Asociación Argentina de Glaucoma (ASAG).
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