Kicillof blanquea su plan de reelección
Axel Kicillof blanqueará esta semana su proyecto de reelección en un ámbito institucional. Lo insertará no como al pasar sino como centro medular del discurso que el miércoles brindará ante la Legislatura para cumplir con la formalidad de abrir el nuevo período de sesiones ordinarias.
El Gobernador, que no oculta esos deseos de permanencia, describirá con cierto detalle el plan que su administración ha dado en llamar “6x6”, que incluye un ambicioso programa de obras públicas que se extiende más allá de su mandato que caduca en diciembre de 2023. Su propia denominación no deja lugar a equívocos: Kicillof diseñó ese plan con la clara intención de mostrarse como un gestor que no imagina un final cercano de su administración.
Esa presentación pública coincide con cierto cambio discursivo -endurecimiento- del mandatario respecto del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. Más cercano, aun sin asimilarse a la diatriba dialéctica del kirchnerismo duro, a las críticas que sobrevuelan el variopinto campamento de Frente de Todos respecto de la pericia del ministro Martín Guzmán para desembocar en un entendimiento que derivará, aunque el Gobierno pretenda no reconocer, en un plan de ajuste que, por otra parte, numerosos economistas juzgan imprescindible más allá de las exigencias del Fondo.
Coincide esa posición un tanto más dura con la hermética reunión que Kicillof mantuvo días pasados con Cristina Kirchner y su silencio atronador, que dice más que un pronunciamiento público. El kirchnerismo viene rechazando los efectos del cierre con el Fondo que asume el gobierno de Alberto Fernández y que se corporizó con el portazo de Máximo Kirchner a la presidencia del bloque de diputados nacionales del Frente de Todos.
El mandatario mantiene diferencias con sectores del kirchnerismo como La Cámpora, que imaginan una sucesión de Kicillof más que una continuidad. Pero quizás no sean tantas como las que viene expresando Sergio Berni, su histriónico ministro de Seguridad que ahora parece amagar, en un nuevo capítulo de un extenso culebrón político, con irse ya no del kirchnerismo sino también del Frente de Todos. Acaso ese desenlace sea el oculto anhelo de algunos miembros del propio equipo de Kicillof.
Habría que anotar ciertos movimientos y señales que se produjeron en los últimos días cuando algunos intendentes del PRO fueron a sondear a la Gobernación qué viabilidad tendría un proyecto para impulsar la vuelta de las Policías Locales a sus distritos. El jefe de Gabinete, Martín Insaurralde, los habría impulsado a avanzar con una experiencia que, curiosamente, fue Berni quien se encargó de sepultar. Apenas asumido, el ministro volvió a una férrea centralización del mando policial que acabó con esa tenue descentralización que alumbró en los últimos tramos de la gestión de Daniel Scioli y que la administración de María Eugenia Vidal mantuvo en pie con más dudas que certezas.
Insaurralde y Berni, que nunca se llevaron bien aunque hayan anudado en los últimos tiempos una tregua precaria, pueden estar asomándose a otro escenario de disputa interna. En el oficialismo bonaerense no se desconoce que el jefe de Gabinete aliado a Máximo Kirchner y que acumuló altas dosis de poder tras la derrota del Frente de Todos en las Primarias de septiembre pasado, nunca ha dejado de tener en el radar el ministerio de Seguridad. Tampoco, su sueño por llegar a la Gobernación.