Hay un gobierno con un rumbo errático y con sobreactuaciones en temas de geopolítica que si bien no parecerían poner en riesgo el acuerdo con el FMI sí su posterior implementación y la creación de condiciones no solo para llevar adelante políticas uniformes con sus socios de la coalición sino también para propiciar un diálogo con la oposición que posibilite la adopción de medidas que garanticen el crecimiento de Argentina.
Quizá el último episodio de este zigzag en el discurso de la Casa Rosada lo protagonizó, una vez más, el presidente Alberto Fernández que pasó de cuestionar el último lunes la falta de apoyo de Estados Unidos al país en relación a las negociaciones con el Fondo a reconocer ayer la asistencia de la administración de Joe Biden en la materia. “Así como Trump en su momento trabajó para favorecer al gobierno de Macri poniendo en riesgo el futuro de Argentina, digo hoy que el actual Gobierno norteamericano, a la hora de darle un comienzo de solución al problema, acompañó con su voto a Argentina y eso lo valoro”, tuiteó luego de haber compartido en los últimos días varias charlas con el embajador argentino en Washington, Jorge Argüello, que le habría sugerido la “corrección” discursiva.
Previo a este cambio de postura estuvieron las explicaciones de la portavoz Gabriela Cerrutti que, en la habitual conferencia de prensa de los jueves, intentó desacreditar una información sobre el malestar del Departamento de Estado por las críticas que Fernández había dispensado tres días antes al Gobierno norteamericano desde su periplo por Barbados.
Costo político
La administración Biden parece haber “comprendido” que el presidente Fernández se sintió forzado por las internas del peronismo a criticar a Estados Unidos y al FMI y ofrecer a la Argentina como puerta de entrada de Rusia a Latinoamérica. Eso tuvo algún costo político para el Gobierno norteamericano. Pero por esta vez resolvió que por razones geopolíticas valía la pena pagarlo.
El jueves pasado el vocero del Fondo, Gerry Rice, también dijo que se busca cerrar la discusión técnica “lo más rápido posible” y admitió cierto “pragmatismo” en el board para evitar un fracaso en las negociaciones que propicie un default de Argentina. Es que a los directivos tampoco les conviene una caída en las tratativas por el crédito más grande otorgado en su historia.
En el oficialismo, con todo, siguen apostando a poder rubricar el entendimiento antes del vencimiento del 22 de marzo próximo y ansían que tenga un breve trámite parlamentario. Si el kirchnerismo y algunos bloques aliados del Frente de Todos mayormente evitarán defender el acuerdo, la oposición dio en la semana un gesto de apoyo al futuro proyecto. “Máximo no tuvo una actitud racional y ahora debería abstenerse y evitar un discurso de barricada. Sino quedaría en la misma posición de Milei y los diputados de la izquierda, un lugar difícil de volver”, expresó un importante dirigente del oficialismo.
La reunión presencial que llevó a cabo la Mesa Nacional Juntos por el Cambio en un predio de Olivos, ubicado a pocas cuadras de la Residencia Presidencial, no solo tuvo el regreso de Mauricio Macri de sus extensas vacaciones patagónicas. También acalló, por lo menos por unas semanas, la dura interna que enfrentaba a los “halcones” del PRO con los dirigentes del radicalismo y la Coalición Cívica que exigían responsabilidad institucional a la coalición en el debate parlamentario por el acuerdo.
Si hasta Patricia Bullrich tuvo que hacer una pirueta discursiva al sostener, a la salida del encuentro, que “no vamos a empujar a la Argentina al default”. La lectura de las charlas de los integrantes de la mayor fuerza opositora es que, una vez confirmado el acuerdo, asistirán al Ejecutivo en lograr número para que el Congreso pueda refrendar el mismo.
Críticas forzadas
No obstante, el senador radical Alfredo Cornejo exigió públicamente conocer “la letra chica” del entendimiento a Economía. Parece más una jugada política propia destinada a su frente interno desde que elige mayor energía en la crítica al Gobierno para impedir que el espacio de la oposición no quede en manos de Milei, la extrema izquierda o el kirchnerismo que mantiene el control de organismos con cuantiosos fondos, pero con un discurso “duro” para adoptar una posición crítica del Gobierno.
“El peronismo quiere ocupar todos los espacios teniendo las chequeras del Estado y canalizar electoralmente el descontento social” sostienen los dirigentes de Juntos por el Cambio. En Casa Rosada saben que parte de la derrota electoral de las legislativas de 2021 se debieron al malhumor social provocado por el cierre de escuelas propiciado por el jefe de Estado como parte de las medidas paliativas para evitar el avance del coronavirus.
El jueves hubo una muestra más de la mencionada sobreactuación con la puesta en marcha del programa “aula segura” para la prevención y el control del Covid. El programa intenta contentar a los sindicatos docentes, que fueron quienes en 2020 y 2021 más se opusieron a la vuelta a clases por el temor a contagios masivos, y al mismo tiempo tratar de enterrar aquellas idas y vueltas por el cierre de escuelas que incluso dejaron en off side, en un par de ocasiones, al exministro Nicolás Trotta.
Detrás de esta y otras iniciativas, hay un intento de un sector del oficialismo de fortalecer la figura de Alberto Fernández. Aunque los cruces internos se hayan acallado tras la renuncia de Máximo Kirchner a la jefatura del bloque de Diputados, por abajo la tensión continúa. Es la misma que a comienzos de semana disparó las versiones de un pronto recambio ministerial, con la supuesta salida de Wado de Pedro (Interior) a la cartera de Justicia y la llegada a las oficinas de la planta baja de Casa Rosada del santafesino Agustín Rossi, que conversa seguido con el Presidente y logró colar a Germán Martínez como nuevo timonel del bloque del FDT de la cámara baja.
Por ahora esas versiones quedaron en la nada; el viernes hubo fotos de De Pedro y Juan Manzur y los diez gobernadores del Norte Grande en Iguazú, donde dos los mandatarios de Juntos por el Cambio -Gerardo Morales (Jujuy) y Gustavo Valdés (Corrientes)- avalaron la poda a los subsidios para los colectivos que circulan por CABA que afectarían las arcas de la administración de Horacio Rodríguez Larreta. Los mendocinos quizás porque no se sienten tan dependientes del Estado nacional evitan pronunciarse.
El silencio de Cristina
Pese al silencio de Cristina Kirchner, sigue habiendo ruido entre las dos principales alas de la coalición gubernamental. “Tampoco le sirve al Presidente un ministro del Interior con el que no tiene buen trato o un jefe de Gabinete que ahora denuncia vacío luego de haber llegado a Buenos Aires con un proyecto presidencial propio”, explicó, a su turno, una calificada fuente oficial.
Es que unas dos semanas atrás había sido el propio Manzur el blanco de las versiones que lo daban fuera de Balcarce 50. Ahora algunas fuentes consultadas ubican al ministro coordinador colaborando en esa búsqueda de fortalecer la figura del jefe de Estado. El tiempo dirá si prevalece o no esta alianza.
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